Pinturas de Johanna Martin toman vida propia en la Sala Ucsc
Hasta el próximo jueves estará abierta la muestra que ha tenido una gran cantidad de visitas, a las que le llaman la atención obras que parecieran latir con su propio movimiento.
Johanna Martin, artista visual penquista con más de 20 años de carrera, está de acuerdo cuando definimos "Paisaje interno-(geo)grafía del alma", como una exposición que cruza lo abstracto, el surrealismo y el cine de David Lynch.
De todo ello emerge lo que ella define como la fricción de una utopía, que indaga en la imagen de una ilusión de paisaje que nunca terminan de completarse.
"En ese serpentear, los pliegues anuncian la construcción simbólica de un paisaje otro: la casa como ruina, lugar donde cruzan poéticas las intensidades", apunta la artista, que ha sumado un gran éxito de público con esta muestra de 15 obras en acrílico sobre tela, las que estarán disponibles hasta el 24 de abril al público, en la Sala de Exposiciones del Centro de Extensión de la Ucsc.
Frente a la ausencia
"Nunca pensé presentar este trabajo, por eso no existe una idea inicial. Sin embargo, la enfermedad de mi padre y su muerte -el año pasado- me hizo quedarme en Chile más tiempo de lo presupuestado y pintar", señala quien acostumbrada a trabajar en Concepción durante tiempos determinados de seis meses, para luego emigrar a ciudades como Miami, Merida (México) o Marsella en Francia (periplos realizados durante esta última década).
- Fue como una especie de catarsis necesaria.
- Claro una necesidad de ello y de buscar respuesta a dos sentimientos en los que aún hoy me cuesta pensar: la pérdida y la muerte. Por lo mismo, esta serie de pinturas nacen en ese contexto y su pálpito como tú lo llamas, obedece a una reflexión posterior a la obra ya realizada.
- ¿Cómo se fue dando esto?
- Al principio sólo pintaba, y una obra dio paso a otra y así, pero al detenerme y observar lo hecho. La identificación y construcción de un paisaje/otro, preconiza el diálogo tenso, apasionado, doloroso en un complejo corpus-constructo de la imagen iniciática, representaciones inquietantes, origen medular de la casa como ruina. El grito ermitaño es el verso pendiente del poema, reyerta contra el olvido, dramatismo que intenta (re)significar la realidad y al sujeto; unir y recuperar, hacer que permanezca, sacudir el polvo, conservar las imágenes, abrazar momentos.
Lo anterior, apunta, compone la matriz de la obra que ha denominado como "Paisaje interno (geo)grafía del alma".
"Está dividida en dos series, una vinculada a lo corporal y otra a la naturaleza. Estas dos líneas, en el proceso van perdiendo sus límites, se desplazan, se cruzan y ya no es posible determinar el espacio de cada una. Un espacio que yo denomino como el devenir de la obra que, además, se establece como mi propio devenir, que se construye a partir del medio, el dolor y, en esa dinámica, también voy construyendo lo que fue la vida de mi padre, que también se construyó a partir del miedo, el dolor, la injusticia, la desesperanza, y que él, de manera sabia, transformó en conciencia. Por eso establezco que la obra en ese sentido propicia un lugar de encuentro, saludable, el entre, el umbral del devenir de la relación profunda, infinita y amorosa que sostengo con mi padre.
- Han pasado 25 años desde que saliste de la UdeC (Licenciada en Artes Plásticas mención Pintura), pero ¿qué representa esta exposición en particular?
- Es la reunión de varios elementos. Tal vez encuentro, madures, crecimiento y conciencia sean buenas palabras para definirlo. He sido viajera por varios años, mucho recorrer en soledad, sin que eso haya sido algo negativo, la soledad ha sido una gran compañera. Después de un tiempo fuera de mi país y alejada de mis seres queridos, sentía que algo profundo cambiaba, que yo era otro ser. Cada obra que hice en ese proceso tenía algo de ese aprendizaje, lo viví de esa manera. Estas pinturas tienen mucho de lo que fui ganando, sólo que ahora tienen un ingrediente nuevo, lo que perdí con la partida de mi padre. Ese ha sido un gran aprendizaje que aún está en proceso.
- ¿Qué me dices del éxito de público que ha tenido en estos días?
- Ha sido un gran misterio para mí. Nunca pensé que el público conectará de manera tan sensible con mi trabajo, que se emocionara y, al mismo tiempo pudiera, desde su propia historia, vivenciar las formas-fondos que contienen las pinturas y, al mismo tiempo, hacer sus propias reflexiones.
- Ésta es tu primera exposición luego de 10 años en Chile.
- En el contexto que se realizó, ha sido muy significativa, primero por la relación emocional tan estrecha con mi padre, las pinturas nacen durante su enfermedad y su partida. También me hace pensar en la posibilidad de presentar obra en Chile. Hay algo de reconciliación con un espacio que por mucho tiempo sentí muy ajeno.