Por Redacción

El Presidente Gabriel Boric se reunió ayer con el ministro de Seguridad y, hasta la noche del jueves, subsecretario del Interior, Luis Cordero. El objetivo de la cita fue comenzar la implementación de la nueva secretaría de Estado que iniciará oficialmente sus funciones el 1 de abril. Al cierre de esta edición, entre otros aspectos, se desconocían los nombres de los 16 seremis de Seguridad, aunque la exministra del Interior, Carolina Tohá, adelantó en diciembre que serán personas con "mínimo 30 años, que tenga un título profesional de al menos ocho semestres, tres años de experiencia en seguridad y, si no se encuentra una persona con esas características, seis años de experiencia profesional".

Boric tras la cita publicó en X que "el desafío de dar inicio a esta nueva institución es enorme, estoy seguro que Luis Cordero sabrá llevarlo de la mejor manera, con el gran desempeño que ha demostrado en el Ministerio de Justicia y la Subsecretaría del Interior".

"Las familias de Chile merecen vivir tranquilas y nuestros esfuerzos estarán puestos en que el Estado esté más presente a lo largo de todo el país para llevar seguridad allí donde se necesite", agregó el Mandatario.

El secretario de Estado señaló en radio Cooperativa que "el gran desafío que tiene el Ministerio de Seguridad es hacer gestión pública en seguridad". Con esto, "no quiero decir que las leyes y la discusión legislativa que está pendiente en el Congreso no sea relevante, pero ya tenemos suficientes leyes aprobadas, hemos actualizado el marco nativo nuestro, hemos asignado recursos y hay que hacer mucha gestión".

"Los problemas de seguridad que viven cotidianamente las personas no se solucionan simplemente con leyes", subrayó Cordero. Se "tiene que tomar decisiones en base a datos, para eso tiene que tener gestión operativa con las policías, para eso tiene que tener trabajo cooperativo con los municipios, por eso la Ley de seguridad municipal es tan relevante. Lo que queda en el Congreso es muy importante, pero uno no puede decir que lo que queda en el Congreso es condición necesaria para hacer gestión pública en materia de seguridad".

"utilizar el temor"

Ante los discursos electorales sobre seguridad, el ministro dijo que es "peligroso, y en algún sentido también desleal con las personas, utilizar el temor como estrategia política, porque moviliza las emociones más precarias, o sea, más básicas, y en algún sentido traslada a las personas en su vida cotidiana una angustia que en ocasiones puede ser completamente desproporcionada".

"El principal beneficiado en el caso de discrepancias políticas de estas características son las organizaciones criminales", afirmó Cordero.

La candidata presidencial de Chile Vamos, Evelyn Matthei, señaló que se "necesita en el Ministerio de Seguridad a gente competente y especialistas en el combate de la delincuencia, no operadores o militantes sin conocimientos ni capacidades. Sólo con decisión y mano firme se podrá frenar la pesadilla que viven las familias en Chile a diario, con el crimen organizado y el narcotráfico".

Su par republicano, José Antonio Kast, agregó que "Boric anuncia con entusiasmo un Ministerio de Seguridad, pero no dice la verdad: será más burocracia, más papeles, más trámites. Lo que falta no es un Ministerio, es apoyo a Carabineros, carácter, valentía y decisión".

El PC podría proclamar a su candidato presidencial durante la próxima semana, tras el aplazamiento de hace unos días, cuando se discutió el nombramiento de la ministra del Trabajo, Jeannette Jara, quien entonces debería de renunciar a sus funciones; o el del exalcalde de Recoleta, Daniel Jadue, que permanece en arresto domiciliario por el Caso Farmacias Populares.

Hasta el 29 de abril hay plazo para inscribir las candidaturas a La Moneda, por lo que el partido oficialista debate si apoyar a quien proclame el FA o llevar una carta propia. Ex-Ante ayer publicó que pese a los diálogos internos y la postergación del nombramiento, "las presiones de Jadue han persistido".

En este contexto, el exalcalde "conversó con el presidente del partido (Lautaro Carmona) y le planteó que si el candidato no era él, tampoco podía ser Jara". El timonel, al cierre de esta edición, no se refería al hecho, así como tampoco Jadue y Jara.

La abanderada del PPD y exministra del Interior, Carolina Tohá, frente a unas posibles elecciones primarias en el oficialismo dijo esta semana que "con Jadue no, salvo que cambie postura sobre Venezuela".

El imputado por fraude al fisco, estafa, cohecho y delito concursal ha manifestado públicamente su respaldo al régimen de Nicolás Maduro y, ayer, Tohá reafirmó que "no tengo nada más que agregar" frente a esto.

"El punto de vista y los principios en que se basan han sido claros, nítidos y para nosotros está cerrado el punto", agregó la candidata, quien sí manifestó su respaldo a su excompañera en La Moneda: "Yo no he visto a la ministra Jara hacer nada alejado de lo que son sus deberes. (...) He visto en algunas de esas críticas un tono despectivo que no promuevo en política, ni voy a ocupar con los demás competidores".

El diputado Diego Schalper (RN) cuestionó ayer en TVN el viaje de Jara a Concepción esta semana para explicar la reforma previsional: "Los ministerios no son plataforma para hacer campaña política".

Las violentas protestas que han tenido lugar en nuestro país esta semana muestran muy poco apego por la legalidad. Para muchas personas, el simple hecho de tener una causa justa que defender parece que justifica cualquier cosa. Como las consecuencias penales normalmente no llegan, entonces el mal ejemplo cunde.

Esto es grave, porque debemos tener en cuenta que la observancia de la ley es apenas un mínimo. A los buenos ciudadanos, políticos incluidos, les pedimos mucho más que el solo cumplimiento de la ley. Por ejemplo, esperamos de ellos que no mientan, aunque en la mayoría de los casos eso no sea un delito.

Con todo, para una buena vida en sociedad no basta con cumplir las leyes o las normas morales. Hay también otras pautas de conducta que son mucho más leves y por eso a veces resultan despreciadas, pero constituyen una suerte de cemento que, sin que nos demos cuenta, contribuye a mantener unida a toda la sociedad. Me refiero a las normas de educación.

Cuando se habla de este tema, solemos pensar en la gente que habla con la boca llena o no cede el asiento a una persona avanzada en años. Sin embargo, ellas abarcan muchos otros aspectos y sus normas tienen una amplísima aplicación en el campo político. Si no se respetan, se erosionará la confianza.

Podemos estar a favor o en contra de determinadas políticas de Donald Trump; sin embargo, partidarios y detractores han de admitir que no se caracteriza por sus buenos modales. Hoy tiene casi todo el poder del mundo y parece que únicamente necesita que los demás le teman. Pero puede llegar un momento en que requiera la ayuda de sus adversarios, y si los ha maltratado sistemáticamente con sus palabras es poco probable que pueda contar con ella.

Hay que cuidar las formas no sólo por razones de conveniencia, sino por respeto a la dignidad de las personas: ellas nos ayudan a tratarlas bien, nos evitan ofenderlas sin querer. Las formas forman a las generaciones venideras, les muestran cómo se hacen las cosas y evitan conflictos innecesarios.

Las formas también tienen importancia en la vida parlamentaria. Como allí los debates son duros y las posiciones suelen estar muy enfrentadas, ellas permiten que los conflictos se planteen de una manera razonable e impiden que la sangre llegue al río. En este sentido, hay prácticas no escritas que son características de una buena convivencia en el Congreso. Ellos no sólo requieren confianza en la otra parte, sino que ayudan a acrecentarla.

En esta lógica se inscriben los acuerdos políticos acerca de quiénes presidirán una cámara o una comisión legislativa. Si ellos se incumplen no será un delito, quizá ni siquiera una grave falta moral. ¿Qué representa, entonces, el hecho de no respetarlos? Quizá simple ausencia de cultura cívica. Y eso no es poco, atendido que es un fenómeno que afecta a todos los sectores.

No es casual que hoy en todo el mundo se aprecie una crisis de la democracia liberal. Ella no se debe sólo a que falten grandes ideas, a que los líderes no sean personas especialmente cultas o carismáticas, sino también al evidente deterioro de la convivencia. Esos gritos, descalificaciones y faltas de respeto son una muestra de mala educación que no se queda en el terreno personal, porque enrarece el clima político. En esas circunstancias, los acuerdos se hacen muy difíciles, las discusiones se prolongan hasta el infinito y los ciudadanos quedan convencidos de que los políticos son unos señores bastante inútiles, ególatras y, además, peleadores. Ese es un terreno muy propicio para que surjan demagogos que prometen mejorar las cosas al costo de sacrificar buena parte de los logros de la democracia.

La decadencia de nuestras democracias está, entonces, muy estrechamente relacionada con la falta de una estética política. No hay que despreciar esas formas porque ellas, todavía más que las leyes, dan forma a nuestra convivencia pública. Ciertamente pueden cambiar, pero muy lentamente. Quien las desprecia olvida que hasta el contenido más valioso requiere una forma que lo contenga.

André Piettre, un economista francés muy culto, les decía a los jóvenes revolucionarios franceses de la década de los sesenta: política sí, pero "estética primero". La política es una planta que sólo crece bien en el campo de la civilización.

Joaquín García-Huidobro