"¿Qué más mundo que un edificio, que una calle?"
La autora y editora de, entre otros, el libro "Sara Moncada" publicó "Aproximación de un anillo", versos como cuchillos sobre el significado de un matrimonio y las ruinas de este.
Por Valeria Barahona
Muchas niñas latinoamericanas nacidas hasta los 90 jugaron, probablemente, a envolverse en cualquier trapo blanco y ponerse un anillo de alambre. En la adolescencia, frente al espejo se probaron el vestido de la mamá o una cercana. Llegada la adultez, tiraron flores a sus amigas, cuestionaron la monogamia, experimentaron amar a más de una persona, pero saben exactamente cómo lucirán al dar un hipotético "sí" a quien prometa felicidad y resguardo por toda esta vida, ya que "un ramo de flores proviene de la mano de la mano de una novia. /Echa raíces desde la infancia /¿por qué lanzarlo al vacío después de un sí?", cuestiona la poeta y editora Cecilia Gajardo en su más reciente poemario, "Aproximación de un anillo", donde explica "después de un sí llega un despojo. /Inmediato. /El sí dentro de un no".
"Merezco que me golpees con las flores", sigue la licenciada en Literatura creativa también autora de "Piel de verano" y "Talca", para luego afirmar, con reconocidos aires a Gabriela Mistral ("Desolación") y Anne Carson ("La belleza del marido"), que "le tengo celos a la muerte /estar viva no capta tu interés. /Me dices: /Estás viva por torpeza. /Eres tan inepta que no sabes morir", porque, poemas más adelante, "el entusiasmo se apagó /con la última cuenta de agua /que no pudimos pagar".
Gajardo cuenta que estos cuadros se deben a que "veo mucho cine y uno de los ejercicios que hago es estar con una libretita. Siempre me quedo pegada en tres o cuatro imágenes, ni siquiera escenas, sino que imágenes y las voy alargando (mediante la escritura), pero desde mi concepción de la imagen, que quizás no tiene que ver con la película. Entonces sí, estoy segura que lo que escribo es muy visual porque en rigor lo estoy viendo".
-Tienes un anillo de matrimonio en tu mano izquierda.
-(Ríe) anoche soñé con un anillo, qué heavy. No, este anillo mi papá se lo regaló a mi mamá y ella a mí, porque mi papá murió hace años y mi mamá perdió casi todos los anillos que le dio porque es kinesióloga, entonces trabaja con las manos, deja los anillos en cualquier parte, así que este (lo muestra) fue como "el último que me queda, así que te lo regalo. Y yo "gracias, porque es algo como de mi papá". Es algo simbólico y lo uso. Es dorado, un color que no me gusta mucho, parece como de casada, pero estoy divorciada.
-Y toda la energía la volcaste en estos poemas, porque la hablante lírica es una novia que sufre un montón, incluso dice "les enseñaron que es mejor usar esposas /a que un anillo se aproxime".
-Sí. Creo que dentro de los matrimonios o concubinatos en América hay mucha negligencia. Pienso que siempre hay un tema con la madre, súper ligado al hombre, al hijo como protegido y yo creo que los hombres, esto es como muy heterosexual, reflejan hasta el último día de sus vidas esa especie de castración que hace la madre, la reflejan con la pareja. Es una observación que tengo porque he conocido muchas familias que sólo tienen hijos hombres y es un patrón que se repite. A esto se añade el cliché de que el país es machista, así como Latinoamérica, las mujeres también son machistas: creo que eso interfiere mucho en una relación donde ambos viven en un mismo lugar, un mismo espacio. Desde ahí que también me interesa no solo el amor, las relaciones, sino que cómo se manejan dos personas bajo de un mismo techo, qué es lo que pasa en los espacios interiores.
"Me acuerdo cuando estaba muy de moda la serie 'Game of Thrones' y no puedo con las series o películas que crean mundos ¿por qué inventan mundos si dentro de una pieza pasan demasiadas cosas? ¿Qué más mundo que una pieza? ¿Qué más mundo que un edificio, que una calle? O sea, tenemos infinito por escribir", agrega la autora.
Gajardo, a su vez, trabajó con el cronista Roberto en su último libro, "Diario de hospital", que gira sobre una internación prolongada a causa de un trasplante. Por esto, la poeta agrega sobre la técnica que "no le creo a nadie, a nadie, a nadie que escriba y diga, 'acá no hay nada (autobiográfico)'. No, imposible. O sea, desde el hecho de ocupar una palabra ya es identidad, la elección del lenguaje son tus ojos, es tu fijación. Hay muchas historias contadas de distintas maneras, por ejemplo, 'Sara Moncada' es un libro que dolió mucho escribir, con la madre narcisa, el cliché de los psiquiatras y psicólogos 'tengo problemas en la vida por problemas con mi madre', pero los clichés existen porque es cierto, estamos súper marcados por la crianza, la infancia es es la patria".
-La clínica Sara Moncada funcionó 70 años en Providencia. ¿Esa casona existe todavía? Incluso salió en City Tour, está el capítulo en YouTube.
-A veces paso, pero como que construyeron otra cosa al lado y ya no funciona como clínica (desde 2017), fue muy impresionante ver eso porque sentí como que habían destruido parte de lo que escribí, porque efectivamente mi madre estuvo internada ahí y casi se muere. Hice de cuidadora, enfermera, pasé mucho tiempo ahí y muchos años después escribí algo sobre ese espacio cerrado y como que me lo destruyeron.
-Escribiste un lugar que ya no está.
-Y después dije ay, la huevá bacán, porque hay como un registro de algo que funcionó. Negligentemente porque era una clínica de cirugía estética, igual quedaron cagadas. Y también de maternidad, era como una clínica como femenina, iban puras mujeres y eso igual es súper raro. Por eso pasé años pensando en escribir sobre eso, pero "¿cómo vas a escribir sobre una clínica? Es muy extraño", hasta que una noche me senté y lo escribí en dos días. Salió (el manuscrito) y te juro que no lo edité, revisé un par de veces y ya, es mi único libro que ha funcionado de esa manera. Se lo mandé a Roberto Merino ("Todo Santiago") y a Matías Rivas ("Referencias personales"), me dijeron que lo iban a publicar por (la editorial) Carlos Porter (conocida en los años 90 por publicar "Sentado en la cuneta", de Claudio Bertoni, y "El teniente Bello y otras pérdidas", de Francisco Mouat) y pregunté ¿todavía existe? Ellos respondieron "no, pero que exista de nuevo": fui la primera mujer que publicó ahí, en un catálogo con Juan Luis Martínez ("La nueva novela") varios poetas viejos.