La Reforma de Pensiones: avanzando hacia una vejez más digna
Javier Sepúlveda, Seremi de Economía, Fomento y Turismo, Región del Biobío,
A diciembre de 2024, Chile contaba con 3.397.314 personas pensionadas, cuyo monto promedio de la pensión recibida era de $365.730. Sin embargo, al analizar el origen de estos montos, queda en evidencia la fragilidad del sistema de pensiones: solo $205.082 de este monto provenía de las AFP, mientras que el resto ($160.648) correspondía a aportes del Estado a través de la Pensión Garantizada Universal (PGU) y el Pilar Solidario. Es decir, el 56% de la pensión promedio provenía del sistema de AFP, mientras que el 44% restante era financiado por todos los chilenos mediante políticas públicas.
La situación se vuelve aún más preocupante cuando observamos la brecha de género en las pensiones. En diciembre de 2024, había 2.069.014 mujeres pensionadas, en comparación con 1.328.038 hombres. No obstante, el monto promedio de la pensión de los hombres era de $446.670, mientras que el de las mujeres apenas alcanzaba los $313.800. En términos relativos, las mujeres reciben, en promedio, un 30% menos que los hombres.
Si desglosamos la situación, la brecha es aún mayor en la pensión autofinanciada: los hombres reciben $275.295 en promedio, mientras que las mujeres solo $160.018. Esto significa que las AFP aportan un 42% menos a la jubilación de las mujeres en comparación con los hombres. El Estado, aunque también refleja desigualdades, reduce esta brecha: el aporte estatal a la pensión de las mujeres es de $153.782, mientras que el de los hombres es de $171.376, marcando una diferencia de un 10%.
El sistema actual de pensiones no ha dado los frutos esperados y, sin el respaldo del Estado, la situación sería catastrófica. Sin la PGU y el Pilar Solidario, el promedio de la pensión en Chile sería de apenas $205.082. Para las mujeres, este monto sería aún menor: $160.018, mientras que los hombres recibirían $275.295. El promedio final de pensión para ellos alcanza los $446.670 gracias a las políticas públicas. Esto demuestra que el Estado es clave para mejorar las pensiones, especialmente para las mujeres, quienes se ven más afectadas por las desigualdades estructurales del sistema.
La reforma de pensiones aprobada recientemente por el Congreso es un paso fundamental para corregir estas injusticias. En primer lugar, fortalece la pensión autofinanciada al aumentar el porcentaje de cotización, incorporando un aporte obligatorio de los empleadores, quienes hasta ahora estaban ausentes en la financiación del sistema previsional. De esta manera, no solo se fortalece el ahorro previsional de cada trabajador y trabajadora, sino que también se corrige una injusticia histórica en la que los empleadores no contribuían directamente a las pensiones de sus trabajadores.