El avance de la corrupción
Un reciente estudio de la empresa de investigación de mercados y de opinión pública Ipsos ha revelado que tres de cada cuatro personas (75%) creen que hay mucha corrupción en Chile, mientras el 71% de los consultados piensa que hay un alto nivel de corrupción en el Estado. Además, el 52% confía poco o nada en la labor de las instituciones encargadas de combatir la corrupción, frente a un 23% que confía en ellas.
Por años, Chile fue reconocida como un país alejado de los excesos y la corrupción, sin embargo, esa imagen se ha ido perdiendo progresivamente, mientras se conocen hechos delictivos en gran parte de la sociedad. Empresarios que se coludieron para ganar más dinero con los medicamentos, con el papel higiénico o que estafan al Fisco; políticos que fueron financiados por poderes económicos; instituciones de las Fuerzas Armadas que cometieron fraudes con recursos públicos; fundaciones que recibieron dineros públicos a cambio de favores políticos; alcaldes que utilizan los recursos municipales como un botín para favorecer a su entorno político, y los más recientes casos Audios y Monsalve, del que cada día aparecen más aristas.
La corrupción es un fenómeno que ataca de preferencia a los países latinoamericanos y a las democracias jóvenes, y que genera un impacto negativo en el desarrollo, por la desconfianza en el sistema institucional y por el mal uso de recursos, en vez de utilizarlos en áreas deficitarias.
La corrupción, que se caracteriza por el uso de bienes, servicios, recursos públicos y normas legales para favorecer intereses privados, es percibida por las personas como un fenómeno preocupante. Las encuestas ofrecen una mirada global a las tendencias en materia de percepción de este fenómeno, así como también de sus denuncias concretas, evaluando las instituciones y el actuar de instrumentos de política y de gobierno en el control de la misma. El tráfico de influencias, los pagos ilícitos y el mal uso de recursos fiscales son, por lo general, los casos más mencionados por la gente, ya sea para ganar una licitación, acelerar un trámite o influir para la entrega de algún permiso.
Los tres casos de corrupción más conocidos o recordados por los chilenos son en caso Hermosilla (77%), caso Penta (75%) y caso Convenios (72%). El primero de ellos es mencionado como el que más ha dañado la confianza de la ciudadanía en las instituciones públicas y privadas. También existe desconfianza sobre las prácticas de las empresas privadas. Los principales cuestionamientos se refieren a que no son transparentes con sus resultados económicos, sus ganancias o en los precios de sus productos y las condiciones de servicio. A su vez, las entidades más mencionadas como probas y confiables son la PDI y las Fuerzas Armadas.
Es preocupante también que el informe de Ipsos, la tercera empresa de investigación de mercado más grande del mundo, señala que la mitad de las personas consultadas no confía en la labor que realizan las instituciones encargadas de combatir la corrupción en Chile, lo que es un agravante importante para la crisis de confianza. El problema no se presenta sólo a nivel de las instituciones, sino también a nivel personal. Hace unos años se conoció que 437 mil chilenos mintieron para obtener un bono estatal para la clase media, entre los cuales había unos 37 mil funcionarios públicos.
La corrupción se va instalando en el país y ya parece que nada nuevo nos asombra. Carcome las instituciones y la confianza de la gente, porque es una especie de cáncer que ataca los fundamentos de la sociedad y la democracia. Esto crea el terreno perfecto para el crecimiento del crimen organizado, que se aprovecha de la falta de control y respuesta efectiva del Estado. Reforzar las instituciones y recuperar la confianza ciudadana no es sólo una tarea importante, sino urgente, porque sólo así recuperaremos la seguridad.
La encuesta Ipsos revela que tres de cada cuatro personas (75%) creen que hay mucha corrupción en Chile. Además, el 52% confía poco o nada en la labor de las instituciones encargadas de combatirla.