Patrimonio de Lota ahora es rescatado a través de sus sonidos
Los arquitectos Sofía Balbontín y Mathías Kleener estuvieron hasta el martes, tras dos semanas en la zona, como parte de un proyecto que apreció la comuna desde un inédito foco.
Internarse por los sonidos, ambientes derivados de ellos, como también del registro de imágenes del proyecto realizado en Lota; remite a una aventura como salida de la mente de Andrei Tarkovski, especialmente, de "Stalker", película que el director soviético filmó en 1979, siete años antes de morir a los 54 años.
Así, también, lo reconoce Sofía Balbontín quien, junto a su colega arquitecto Mathias Klenner; llevan las riendas del colectivo Espacios Resonantes, formalmente en actividad desde marzo de 2019. "Sí, totalmente, él es uno de nuestros referentes", confirma la arquitecta titulada en la Pontificia U. Católica de Chile en 2011.
Hasta el martes recién pasado, y luego de dos semanas de residencia, estuvo con quien también fuera su compañero de carrera en la PUC, realizando la parte en terreno de "Espacios resonantes", proyecto que tuvo como caso de estudio la Compañía Carbonífera e Industrial de Lota, con especial atención en las instalaciones de Enacar y Chiflón del Diablo.
Igual son patrimonios
La idea, explican, es poner en valor el legado industrial de Chile, en este caso, exploran el patrimonio moderno de la industrialización desde una perspectiva bien particular: la acústica y la sonoridad de sus espacios. "Algo poco convencional", anota Balbontín, en referencia a lo que se ha definido en el marco de un concepto pionero: la arquitectura aural.
"Este concepto se basa en la experiencia estética del sonido en el espacio, donde la arquitectura se entiende no sólo como una construcción física, sino como un ambiente sensorial, donde el sonido da vida y significado a lo que nos rodea", sostiene la profesional de 39 años quien desde 2020 tiene su residencia en Lisboa, Portugal.
Para ellos, señala, lo que llaman "Espacios resonantes" son puntos industriales que tienen una importancia patrimonial. "O sea, vemos en ellos un valor de esta naturaleza sin ser necesariamente considerados oficialmente como patrimonios", anota Balbontín.
- ¿Cómo se plantean, entonces?
- En estos espacios vemos un cierto valor patrimonial, al respecto hablamos mucho de la monumentalidad de estos espacios como un momento en el pasado reciente de estos lugares.
Con experiencias desde 2019 en países como España (Klenner reside en Barcelona desde 2018), Bélgica, Escocia, Alemania y Portugal, los líderes del colectivo -antes de plantearlo como tal- también realizaron experiencias de naturaleza sonora en Valdivia y Santiago, entre 2018 y 2019, respectivamente; para llegar ahora a tierras del Biobío.
"Estos espacios son parte del movimiento moderno de la arquitectura (desde 1900) como estilo, época y como una generación moderna que está en proceso para ser considerada patrimonio. Existen instituciones que trabajan en reconocerlos como tal pero están en un proceso", dice.
En su caso, sostiene, trabajan con la acústica y los sonidos de estos puntos. "A través de esta práctica queremos poner en valor estos espacios industriales y reconocerlos como patrimonios modernos", explica la integrante del colectivo que para este proyecto en particular contó con el apoyo financiero del Fondart del Ministerio de las Culturas (15 millones de pesos), proponiendo una metodología de investigación de carácter práctico, basada en experiencias sensoriales y subjetivas.
- Desde ahí la bajada a Lota.
- La idea de llegar a Lota ha estado siempre como un interés para nosotros como arquitectos y, en general, a los arquitectos les interesa Lota, porque es un caso emblemático que tiene mucha historia y este complemento industrial de empresas que quedaron abandonadas y en estado residual (Enacar cierra el 16 de abril de 1997). Sin embargo, arquitectónicamente son ricos e interesantes en cuanto al diseño que conservan.
A partir de aquello, sienten que estas infraestructuras se tornan en testigos mudos de la historia, cobrando una nueva dimensión a través de su "memoria acústica", formando parte de la identidad cultural del territorio chileno.
"La ex Mina del Carbón en Lota, representa un hito clave de la modernización e industrialización de Chile", señalan, aludiendo a que sus infraestructuras se transformaron en escenarios de este proceso de investigación que va más allá de lo visual, penetrando en las profundidades del sonido para redescubrir su esencia.
A través de una serie de composiciones con registros acústicos de los espacios estudiados, el proyecto apunta a interpretar la relación entre sonido y arquitectura a través de un concierto multicanal. El estreno está programado en marzo de 2025, en el Centro Cultural GAM; lo que coincidirá con el lanzamiento de un vinilo apoyado por la U. de las Américas.