La campaña electoral que se acerca
Dentro de diez días comenzará el periodo de campaña electoral para las elecciones regionales del 26 y 27 de octubre, que traerán no sólo cuatro cargos a elegir por la ciudadanía, como son gobernador regional, consejeros regionales, alcaldes y concejales, sino también una gran cantidad de postulantes debido a que se trata de funciones estrechamente ligadas a áreas administrativas de menor tamaño.
Hasta esta semana, el Servicio Electoral contaba con 1.774 candidaturas aprobadas para su postulación en las elecciones, las que se distribuyen en siete aspirantes a gobernador regional y 236 a consejeros regionales en las cinco circunscripciones para un total de 28 escaños, además de 150 candidaturas a alcaldías y 1.351 cartas que optarán por las 214 concejalías en las 33 comunas de la Región .
Esta vez los comicios suman una gran cantidad de aspirantes en todos los niveles y un gran ejemplo es la capital regional, Concepción, donde ocho postulantes buscan el sillón alcaldicio y 89 van por los diez cupos del concejo municipal penquista. La variedad y cantidad de opciones se repite en una gran cantidad de comunas, ya que al menos 16 de las 33 que conforman la Región del Biobío contarán con cinco o más aspirantes ya confirmados.
Es posible prever, entonces, que la competencia por los distintos cargos será intensa y, en muchos casos, compleja para el electorado, ya que la necesidad de marcar diferencias o presencia podría llevar a asumir compromisos u ofrecer metas poco afortunadas por parte de los postulantes.
Hay que recordar que después de 11 procesos electorales en los últimos cuatro años ya está claro que es posible prometer lo que se sabe que no se podrá cumplir y fundar las propuestas en base a eslóganes, más que en ideas fundamentadas y concretas.
El primero de estos fenómenos es muy común y queda de manifiesto cuando, por ejemplo, un a persona que aspira a llegar a la alcaldía compromete realizar "reformas estructurales" a la actividad económica local o alguien que busca ser gobernador regional afirma que se asegurará que las inversiones públicas de todas las carteras tengan un foco en particular.
El tema central es que en ambos casos se trata de proposiciones que se alejan de las atribuciones con que cuentan tanto los municipios como los gobiernos regionales y, por consiguiente, no son más que palabras vanas que suelen asociarse a intentos por ganar popularidad apelando a activar determinadas emociones en la ciudadanía y que podrían tener un efecto favorable ala hora de que acudan alas urnas.
No se trata de cuestionar las ideas y proyectos que cada candidatura legítimamente tiene el derecho a plantear, sino más bien de exigir que estas propuestas estén fundadas en el marco legal vigente y no en supuestos que pasan más por el voluntarismo propio del periodo eleccionario que por datos concretos. Este es un punto importante considerando la crisis de legitimidad que afecta a la actividad política y que se arrastra desde hace algunos años, ya que quienes se sienten llamados a ejercer estos roles deben ser conscientes de la responsabilidad de sus dichos y promesas.
Si bien esta malas prácticas están lejos de ser algo nuevo en la arena política, siempre existe la expectativa de que se evite de parte de los nuevos o antiguos postulantes. El incumplimiento de la agenda presentada a la opinión pública es uno de los principales factores que determinan la desilusión del electorado y está probado que, pese a la dinámica de acuerdos políticos y a la percepción optimista de los distintos sectores en carrera, los votantes siempre demuestran su descontento con aquellos que cayeron en falta durante su desempeño.
Sobre la utilización de eslóganes, es evidente que se trata de una herramienta válida, que se utiliza en toda campaña política e{ incluso, durante los períodos de gestión cuando ya se logró acceder al cargo. Sin embargo, la crítica en particular apunta a que muchos candidatos suelen quedarse sencillamente en eso: no hay datos, referencias ni investigación seria detrás de algunas de las afirmaciones, sino solo declaraciones de intenciones y ciertas ideas sobre las cuales se generan supuestas "verdades reveladas".
El gran problema con el abuso de la fórmula del eslogan es que estos suelen mostrar solo una parte de las realidades, intentando anular toda fórmula de cuestionamiento, lo que no da pie a la complejidad y los matices que priman a la hora de caracterizar determinados fenómenos sociales y políticos.
Ad portas del inicio de un nuevo período de campaña electoral, es muy importante que quienes aspiran a representar a comunas y a la región entera reflexionen respecto de la forma en que plantearán sus ideas, cómo enfrentarán el necesario debate de miradas propio de una democracia y sobre todo hasta dónde están dispuestos a prometer, cuál es el límite ético, para llegar a obtener el cargo al que aspiran.
Hay que recordar que después de 11 procesos electorales en los últimos cuatro años ya está claro que es posible prometer lo que se sabe que no se podrá cumplir y fundar las propuestas en base a eslóganes, más que en ideas fundamentadas y concretas.