"Matthei tiene razón: el narcotráfico se está enraizando en la sociedad"
El director del Laboratorio de Democracia y Gobierno de la USS, respalda las denuncias de la alcaldesa de Providencia, advierte sobre la degradación institucional y subraya la insuficiente respuesta del gobierno de Gabriel Boric.
Luciana Lechuga
En el contexto de la preocupación expresada por la presidenciable Evelyn Matthei por la influencia del narcotráfico en la política chilena, Kenneth Bunker, profesor de la Facultad de Economía y Gobierno y director del Laboratorio de Democracia y Gobierno de la Universidad San Sebastián (USS), destaca que la alcaldesa de Providencia "tiene razón".
Según Bunker, la degradación de la institucionalidad política, jurídica y social en Chile, exacerbada tras el estallido social, ha permitido un aumento en la inmigración ilegal y, con ello, un mayor arraigo del narcotráfico. Aunque señala que los casos aún son relativamente pocos, advierte que este fenómeno presentará desafíos significativos en el futuro próximo y que Matthei "alumbra" un problema que podría causar estragos en los años venideros.
Al analizar la contingencia política, el profesor de la USS que el Gobierno ha adoptado una lógica electoral en lugar de una lógica de gobernar, lo que se evidencia en su incapacidad para manejar la crisis del narcotráfico y otros temas de preocupación ciudadana. Este fracaso, argumenta, no solo afecta la popularidad del Ejecutivo y el presidente Gabriel Boric, sino que también abre la puerta a propuestas políticas más radicales en futuras elecciones.
-¿Qué puede sacar el limpio y cuánto crédito da a la denuncia que hizo Evelyn Matthei esta semana sobre la influencia del narcotráfico en la política chilena y la relación que hizo del fenómeno con la extrema izquierda?
-Matthei tiene razón. Es verdad que en los últimos años Chile ha sufrido una degradación de su institucionalidad política y jurídica y social. De hecho, eso es parte de la repercusión que tuvo el estallido social, donde se trató de desmantelar el sistema. Y es precisamente a partir de ese caos donde surge la inmigración ilegal, que sabemos que está atada al narcotráfico, y naturalmente todo esto se va conectando con una política representativa. Entonces, me parece que pesar de que quizá no es tan obvio, y a pesar de que hay algunos casos que no son prominentes, el narcotráfico se está enraizando en la sociedad y va a presentar desafíos que son cada vez más importantes. Por lo mismo, me parece que es interesante la crítica de Matthei al alumbrar un tema que ciertamente va a causar estragos en los años que vienen.
-¿Cómo evalúa la reacción que tuvo el Gobierno?
-El Gobierno obviamente no reacciona bien a este punto, así como está teniendo dificultades para reaccionar a todo lo demás. Es un gobierno que ha fracasado, ha tenido muy pocos logros en lo que lleva de mandato y probablemente va a tener muy pocos logros en todo lo que queda. La lógica en este punto es que pasó de ser una lógica de gobernar a una lógica electoral. Es evidente que cualquier crítica que haga Matthei, como la principal candidata de la oposición, no va a ser tomada en el mejor de sus contextos, pero el problema es que estos cuatro años van a ser evaluados en la elección y si en el Gobierno no logra controlar la crisis que tiene, como el narcotráfico, serán ellos los que serán vistos como los responsables, no Matthei. Por lo demás, creo que al no tomar el asunto más en serio, y no tomar salidas transversales drásticas, abren la cancha para que las propuestas en la próxima elección sean más radicales.
-Según su experiencia, ¿qué tan profundo es este fenómeno en Chile y en Sudamérica?
-El fenómeno de la corrupción política y el narcotráfico es bastante extendido en América Latina. Obviamente esto pasa en los grandes países donde producen la droga, como México y Colombia, Brasil y Perú (los países andinos tienen mucho problema con esto) y Chileha estado muy protegido precisamente por su institucionalidad, pero con la crisis política y social que hubo a partir del estallido social, donde se trató de echar abajo de facto las instituciones políticas y jurídicas, eso se ha ido revirtiendo. Que Chile hoy día sea unos de los países que tiene menos problemas con esto no debiese ser un motivo de celebración, porque si nos comparamos con lo que ocurría hace diez o 20 años, ninguno de estos problemas existía. Entonces, hay que tomárselo en serio si es que nos queremos volver a subir a esa senda de que somos un país más fuerte que los demás. De lo contrario, se van a ir acrecentando los problemas.
-¿Cómo analiza el manejo de la crisis por los dichos del embajador chileno en España, Javier Velasco, de Convergencia Social, quien invitó a empresarios españoles a vender armas a Chile debido a la exclusión de Israel de la Feria Internacional del Aire y del Espacio (Fidae) en el contexto de la guerra en Gaza?
-Es muy problemático, no solo por lo que pasó esta vez, sino porque es una conducta reiterada. La posición del embajador debe ser defender los intereses de Chile dentro de una estructura de política exterior de Estado y esto ciertamente no ha sido el caso. El embajador es un amigo del presidente, no tiene experiencia previa en cargos de este tipo y tampoco tiene oficio público. Entonces, desde el comienzo, cuando se empezaron a presentar estos problemas se debió tomar una decisión más drástica. Me parece que es demasiado liviano llamar al embajador al orden y que tal como ha pasado con otros casos, como algunos ministros o subsecretarios que se les ha dado un perdonazo y se les ha dejado seguir, creo que termina perjudicando mucho más al Gobierno de lo que el presidente cree. Si hubieran tomado las medidas antes quizá no sería un gobierno tan poco popular.
-¿Se puede decir que es un síntoma dar dos o más oportunidades a supuestos amigos del presidente cuando cometen errores o "meten las patas"?
-Sí. Es un síntoma del Gobierno dar perdonazo a personas que son amigas o que están en línea con la visión personal presidente. Es poco serio, hace daño institucional. Le hace daño al Estado, a la credibilidad diplomática no tomar decisiones diplomáticas antes. Con eso obviamente pareciera que el Gobierno es siempre reactivo y no activo. Si es que el presidente Boric y su coalición fueran consistentes con lo que fueron como oposición, hubiesen sacado no solo al embajador, sino que a ministros y subsecretarios y otras personas asociadas al Gobierno a la primera. Es lo que hubiesen pedido si hubiese estado la derecha en el poder, y que no lo hagan ellos habla de la profundidad de su crisis política.
-¿En qué cree que va a terminar, electoralmente hablando, la disputa municipal, regional y presidencial entre Republicanos y Chile Vamos?
-La disputa entre Republicanos y Chile Vamos se va consolidando cada vez más. En un comienzo era solamente José Antonio Kast, que estaba descolgado de la elección de 2017. Luego fueron dos listas separadas. Después fueron dos partidos. En la última elección de consejeros regionales a Republicanos y a José Antonio Kast les fue muy bien. Tuvieron mayoría absoluta en la Convención Constitucional, lo que fue un gran logro no solo para la derecha, sino que para su propio partido, entonces ahí hay una fisura importante para la derecha. En términos de la elección es incierto todavía lo que puede pasar. Creo que Republicanos se va a medir en términos de popularidad local. Han tenido que construir un elenco a nivel de concejales, de consejeros regionales, que son menos visibles, entonces está por verse cuánto pesan realmente, pero lo que está en juego no son solo esos cargos que están disponibles ahora, sino cómo se apresta la negociación de parlamentarias y presidenciales del próximo año. Si las elecciones fueran hoy, día ganaría Evelyn Matthei con un segundo lugar de José Antonio Kast, pero si es que el oficialismo logra levantar una carta competitiva, que hoy día es (Michelle) Bachelet, si levanta una más realista -considerando que Bachelet probablemente no va a querer competir- entonces esa división podría incluso costarles la elección. Hay un tema de coordinación que tiene que ser resuelto en algún minuto dentro de la oposición.
-¿Cómo proyecta los resultados de los comicios que se avecinan este y el próximo año?
-Desde la ciencia política hay un marco analítico que se llama votante racional, que indica que las personas votan pensando en su bienestar y que a veces incluso pueden votar por opciones políticas contrarias si no se encuentran bien. Es el caso que hay hoy día: el país está pasando por una crisis económica que ha tenido una cola muy larga, hay una crisis de seguridad, hay problemas en términos de empleo y problemas en otras áreas. Hay muchas personas que sienten que este gobierno no lo ha hecho bien, eso lo sabemos por la popularidad del presidente y su gobierno, y por lo tanto son personas que podrían votar por la oposición. Estructuralmente, lo que se anticipa es que el gobierno va a perder muchos votos, especialmente en comparación al 2021, que se dio en un contexto de estallido social donde el péndulo estaba muy a la izquierda; hoy día ese péndulo va volviendo y debiese beneficiar a la derecha. Pero más allá de lo estructural creo que también a nivel puntual le va a ir bastante bien a la oposición.