"La Caja Cuántica" invita a sumergirse en la física a través del arte
La muestra de la artista transdisciplinar Elisa Balmaceda contempla una experiencia inmersiva y una parte de divulgación del trabajo de Miro.
Ciertamente, la física cuántica no es una disciplina fácil de comprender.
Con amplias implicancias en nuestro día a día, un proyecto financiado por el programa Ciencia Pública del Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación dio vida a "La Caja Cuántica: Viaje a través de la Luz".
Es así que la artista transdisciplinar Elisa Balmaceda fue invitada por el Millenium Institute for Research in Optics (Miro) para realizar esta exposición que busca acercar la ciencia a la comunidad a través del arte.
Todo a través de un año de desarrollo, desde marzo del año pasado, donde -por lo menos- hasta junio de 2023 la artista se reunió y visitó los laboratorios de diversos científicos del Miro, centrándose en especialmente en el de la científica Carla Hermann.
Según recordó la artista, "luego vino el proceso de prototipado, experimentación con elementos ópticos, la luz y el espacio".
"Me gusta el concepto de la experiencia sensible, la idea de que hay una aproximación a estos fenómenos desde este otro lenguaje. Te acerca a la materialidad, la luz que tiene esta cualidad de ser algo invisible, y hacer visible el mundo y las cosas", señaló.
La muestra está abierta -con visitas guiadas- hasta el 4 de julio y de jueves a sábado, de 18 a 21 horas.
Espacios interactivos
La muestra artística está dividida en dos espacios, los cuales fueron montados por el propio taller del TBB, en solo dos semanas, con un amplio trabajo previo.
Precisamente, la exposición cuenta con dos estructuras hechas especialmente para ser albergadas por el teatro.
Con la dirección creativa de la propia Balmaceda, el apoyo arquitectónico de su hermano Luis y el desarrollo técnico de Benjamín Sepúlveda, "La Caja Cuántica: Viaje a través de la Luz" tiene un espacio que muestra el patrón de interferencia.
En una estructura de madera de siete caras, ubicada en el hall del TBB, una mesa de agua- con agua del río Biobío- genera ondas esféricas gracias a la vibración de un motor, luz y espejos.
A través de estos últimos es posible observar el fenómeno -a diversas escalas- dentro de la cámara y en su techo para ser vista desde fuera.
"Me parece que parte del valor de este proyecto y de traerlo a un espacio cultural como este, que se origina en un instituto de investigación científica es generar este diálogo interdisciplinario y generar transversalidad entre estos campos del saber y el conocimiento", valoró Balmaceda.
La otra estructura, ubicada en el espacio donde estaba la guardarropía, es un amplio espacio dedicado al entrelazamiento cuántico.
Aquí es donde un láseres dividido en haces paralelos que viajan y son redirigidos por diversos espejos y lentes hacia un punto al final del recorrido.
Además, uno de los haces de luz también atraviesa una estructura que contiene agua del Biobío y que, a su vez, es sostenida por arena del mismo. Todo para incorporar también elementos del entorno a la exposición, siempre con la idea de una experiencia inmersiva e interactiva.
Creciendo en la zona rural de Santiago y siendo cercana a diversos fenómenos físicos que suceden en estos lugares, eso fue forjando el interés de la artista por el cruce entre el arte, la ciencia y la tecnología.
"Esta propuesta abre el uso de este espacio (TBB) desde otro lenguaje más expositivo, que es diferente al de las artes escénicas y musicales", destacó.
Al otro lado de estas estructuras, también hay un espacio dedicado a la divulgación de la física cuántica.
Es aquí donde desde las estaciones "La revolución del pensar", "Es chicha y limoná", "Todo en todas partes al mismo tiempo", "Más enredado que pelea de pulpos" y "La máquina de la era cuántica", es posible adentrarse en principios de esta disciplina de forma lúdica e interactiva.