Los complejos y repetidos efectos de las precipitaciones
Esta es una semana que será recordada en la Región del Biobío como una de las más difíciles de los últimos inviernos. Los habitantes de la zona debieron enfrentar uno de los más intensos sistemas frontales de los últimos años, que en solo tres días triplicó el agua caída en el año y puso a prueba a distintas comunas en situaciones de alto riesgo, además de dejar a su paso complejas consecuencias en términos de personas damnificadas, así como también daño a distintos rubros productivos y, mayormente, a infraestructura vial.
Desde distintos organismos encargados de hacer seguimiento a este tipo de temáticas se habían dado las alertas correspondientes. En el caso de la Dirección Meteorológica de Chile, desde hace varias semanas se ha advertido cuáles podrían ser las características del invierno que afectará a la zona. Acorde a esos mismo pronósticos, desde el Servicio Nacional de Prevención y Respuesta ante Desastres, Senapred, se mantiene un monitoreo constante, con el fin de planificar, coordinar y supervisar las tareas necesarias para advertir la ocurrencia de ciertos fenómenos y así evitar riesgo a la población.
Prueba de ello es la temprana alerta preventiva dada a conocer por el evento meteorológico que afectó la zona y que, con el paso de las horas, llevó a que la totalidad de la Región fuera decretada en alerta roja a pocas horas de iniciado el sistema frontal. Si los organismos a cargo de la prevención de desastres son operativos y cumplen con su labor, cabe preguntarse cuál es la razón de que los efectos fueran tan rápidos e implacables, en especial en las comunas donde se ha registrado mayor cantidad de damnificados y viviendas afectadas, como es el caso de Curanilahue y Arauco, ambas en la Provincia de Arauco.
Es importante tener presente que se trata de un fenómeno meteorológico que no es nuevo en la Región y que solo el año pasado provocó estragos en otros puntos correspondientes a la Provincia de Biobío, que esta vez también resultó afectada. La precipitaciones, intensas y en cortos periodos de tiempo, también originaron daños el invierno pasado, cuando sectores como Saltos del Laja y comunas cordilleranos tuvieron desbordes de ríos que arrasaron con viviendas y con locales comerciales.
Esta vez, la intensa lluvia comenzó el lunes, pero horas después ya era posible detectar los primeros efectos en puntos que han sufrido intensos daños en ocasiones pasadas. Es el caso de Curanilahue, que el año pasado también sufrió inundaciones, pero no en la envergadura de lo que sucedió esta vez, donde la comuna suma un total 3.003 personas damn ificadas y 2.000 viviendas con diversos daños, un saldo mayor mayor al ocurrido el año pasado. Así también sucede con la comuna de Arauco, que alcanza 5.166, la mayor cifra de la Región y que corresponde a la mitad de personas afectadas a nivel nacional.
Es importante preguntarse por qué situaciones de hace uno, diez o más años se volvieron a repetir durante estos días, con inundaciones en zonas que sufren el fenómeno de manera reiterada y remociones de masa en rutas que han quedado cortadas con anterioridad. El caso de la ruta de la Madera, por dar un ejemplo, es emblemático y esta vez suma la complicación de los incendios forestales ocurridos en 2023 en la misma zona y que serían un factor relevante en la gran cantidad de deslizamientos ocurridos en distintos tramos por la lluvia registrada.
Así como se ha logrado desarrollar un trabajo de prevención y constante monitoreo de posibles incendios forestales durante los meses de mayor riesgo, tal vez es tiempo de elaborar un plan de mayor amplitud destinado a identificar y abordar los puntos donde se repiten los estragos de las precipitaciones. Acciones claras, colaboración entre instituciones y una planificación territorial acorde a las condiciones climáticas y a las condiciones de los terrenos actuales de los terrenos locales son no solo necesarias, sino también urgentes.
Esto, acompañado de una buena comunicación de riesgo, sobre la que se ha discutido extensamente, pueden ser un aporte para mitigar los efectos de sistemas frontales que podrían ser más comunes en el futuro. El factor comunicacional requiere ser comprendido por todas las partes involucradas, así como también asumir las preocupaciones, creencias, conocimientos y prácticas necesarias para enfrentar las emergencias. Y si bien debe ser capaz de identificar y poder manejar desde un inicio los riesgos, también debe ir acompañada de un trabajo activo de las autoridades y políticas públicas.
Las comunas del Biobío, rurales y urbanas, requieren con urgencia realizar procesos de adaptación de su infraestructura, monitoreos y formas de entrega de la información, dada la falta de eficiencia de la conectividad digital en algunos puntos de la región, para evitar nuevos efectos daniños, que esta vez dejaron más de más 10 mil afectados en tres días, es decir, casi la totalidad de los damnificados a nivel nacional
Es importante preguntarse por qué situaciones de hace uno, diez o más años se volvieron a repetir durante estos días, con inundaciones en zonas que sufren el fenómeno de manera reiterada y remociones de masa en rutas que han quedado cortadas con anterioridad.