Por Sebastián Grant Del Río
Segunda jornada de REC 2024, programada para desarrollarse durante todo este domingo, parte final de un festival cuya novena versión parecía algo apresurada en relación a su line up. En esta ocasión, encabezado por bandas algo ochentosas y noventeras, como los ingleses UB40 y argentinos A.N.I.M.A.L., pero también más presentes en un tiempo en que REC sigue mirando hacia días de un futuro pasado.
¿Será que el futuro debe mirar al pasado para construir parrillas "atractivas" para todos los públicos? Una pregunta frente a la cual cada uno y una tendrá su respuesta. La propia, esa que apunta a la banda o artista que cada uno desea apreciar en uno de los dos escenarios principales del evento que, desde 2015, es realizado en el Parque Bicentenario.
Este año REC cierra con Él Mató a un Policía Motorizado, banda argentina que desde acá no me canso de recomendar, escuchar y apreciar. Son actuales, aunque se formaron hace 15 años, son frescos y hacen de ciertos sonidos y acordes noise, minimalistas y emotivos, por ahí pasados por los surcos de Talking Heads y Radiohead; una razón para seguir creyendo en la buena música. En la emoción que llega a producir ésta, cuando nos detenemos a escuchar y sentir el cruce lírico y sonoro.
Es cuando nos exponemos frente a los tiempos que corren, algo vacíos, pero también intensos, rápidos y personalizados. No lo niego, no puedo, Los Motorizados me gustan. Quizás, algunos de quienes estén leyendo este texto -sí, usted- no conozcan a esta agrupación con un nombre inspirado en el diálogo de una película vista en la televisión (no hace falta otra lectura a lo que simplemente suena).
Eso es REC, su gracia y esencia. Lo podemos encontrar bueno, malo, más o menos, pero siempre vamos y lo comentamos. Lo pelamos y lo queremos. Por este festival han pasado más de 200 proyectos artísticos, varios de los cuales son trascendentes en el sonido local, nacional e internacional. Sin ir más lejos, el disco "Screamadelica" de Primal Scream, lanzado en 1991, resulta clave para comprender el entonces futuro de la música.
Ha habido de todo, también lluvias y vientos, como los del año pasado, que obligaron a cambiar la metódica festivalera y trasladar el primer día al Teatro Biobío, en un momento donde los riesgos no se pesaron. Como estos son tiempos en que gustan las cifras, la versión 2023 reunió algo así como 140 mil personas, número más bajo -por culpa del viento y la lluvia- en comparación a las 200 mil que se habló en 2022, para los días de Kula Shaker.
Todos y todas felices, especialmente las autoridades que ponen las lucas y los productores que arman el sistema. Razones para ello siempre habrá, más si consideramos las 40 mil personas de la primera versión con 14 bandas en escena.
El tiempo, el tiempo
El inexorable paso del tiempo hace que, también, empecemos a ver el próximo futuro, el que viene mañana, y cuya primera estación es celebrar los 10 años de REC. Queda tiempo, aunque no tanto, si la producción considera hacer un festival un paso más arriba.
Ese paso, no por la calidad de los proyectos considerados hasta ahora (muchos sí la tienen), sino por buscar (y ojalá tener) nombres de una cierta primera línea. Por ahí pensar en bandas post 2000 que hoy son referentes -apostaría por The Strokes, Pearl Jam, Arcade Fire, Gorillaz, Residente, Los Tres y Tame Impala, entre muchos nombres- para que pongan al REC en el centro de la movida musical global de un Concepción Creativo y Musical según la Unesco.
Claramente, la inversión debe ser más, el dinero aumentar, atraer más privados y que la política -llena de palabrerías interesadas por votos en campaña- no empañe lo bueno del festival. Finalmente, es tiempo de pensar a ésta como una ciudad atractiva, musical y turística de verdad.
Tampoco se trata de pensar en la gratuidad. Que el REC sea de acceso gratis no implique que el evento avance en logros, calidad artística y un line up sonado, donde compartan todos los públicos, audiencias y gustos. También los proyectos artísticos, pero sin tener que volver la mirada a los 80, 90 o por ahí.
Por supuesto, y no estoy descubriendo la pólvora, tener claridad en los nombres tipo octubre, después de cruzar fechas, festivales y conciertos. Acciones válidas, más cuando estamos lejos de todo. Incluso, empezar a soñar para concretar un número exclusivo -con vuelo directo a Concepción- sería óptimo, cuando es complejo tenerlo.
De ahí que los esfuerzos para los 10 años se pongan en la selección de nombres para encabezar el cartel -en general, hacia abajo anda todo bien- para que el Festival crezca en todo sentido, especialmente, musical, que la experiencia REC ya camina sola, sin que sea necesario reiterarlo tantas veces.
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