Vagones llenos, presión desmedida y retrasos reiterados: relatos en hora punta de usuarios de Biotrén
Este vivencial y el relato de tres pasajeros dan cuenta de lo que son las mañanas y tardes para la gente que se traslada entre Coronel y Concepción. Valoran el servicio, pero saben que con el tiempo se vio presionado por el gran colapso de la ruta 160. Por lo mismo, piden generar alternativas que eviten la profundización de los eventos caóticos que ya experimentan.
Por Nicolás Álvarez Arrau
Cuento cerca de 50 asas entre puerta y puerta del Biotrén que va desde la estación Concepción a Coronel. Casi todos esos aparatos, de un naranjo lustroso, están sujetos por manos que se agarran con fuerza frente a movimientos repentinos que son generados por la fuerza natural de la máquina. Los vaivenes van acompañados de roces involuntarios y fuerzas de cuerpos pesados que chocan contra otros más débiles en medio de una horda de pasajeros que a eso de las 18 horas se agolpa con la única finalidad de buscar la mejor ubicación, la única alternativa de comodidad, para devolverse a casa. Es, en sentido figurado, "una lata de sardinas", y eso que lo peor sucede durante la madrugada.
Llega el tren esperado y abren las puertas. Cada pasajero se apresta a subir al vagón como si ese fuese el último vagón del día, como si después de eso no hubiese más que hacer en la vida. La experiencia se repite, al menos, hasta las 19:30 horas, según relatan algunos pasajeros. Claramente, es una horda que parece contaminada por la impaciencia, la desesperación, la misma que se deja ver en el Metro de Santiago en los instantes peak con imágenes que ningún penquista quisiera traer a la Región. Uno pocos se quedan atrás, esperan y ríen, queriendo encontrar miradas cómplices para poder soltar el disgusto camuflado y decir "qué está pasando" o "señor, señora, calma que hay espacio para todos". A esa hora de la tarde, milagrosamente, lo hay, aunque ya adentro la distancia entre persona y persona se diluye y no queda otra cosa más que navegar en redes sociales, cerrar los ojos o dejarse llevar por el paisaje que se proyecta a través de las ventanas quemadas por el sol. Todo mientras cuerpos ajenos se juntan por varios kilómetros de recorrido.
Experiencias arriba del biotrén
Uno de los que ríe es Erick Aravena. Con su mochila puesta en la espalda aguardó la presión de los demás pasajeros y subió tranquilo. Obviamente, le tocó irse de pie como a la mayoría, no había otra alternativa. Mientras el Biotrén cruza el río Biobío, cuenta que lo que vive diariamente es algo que se comenzó a notar recién dentro de este mes. "Las mañanas son mucho peores. Yo viajo desde Diagonal Biobío y siempre veo a gente que queda fuera, que no puede subir, incluso gente que es de la tercera edad. No veo respeto por ellos, porque el que se sube, se sube nomás. Así está la cosa ahora", relata el pasajero, quien aprovecha de bromear: "Irme sentado es imposible, tendría que haber un tren de segundo piso".
Al igual que otros pasajeros que hablan más adelante en este reportaje, Aravena está consciente de que la realidad que enfrenta a diario, en especial a las 7:30 horas, cuando se dispone tomar este medio de transporte para ir a su lugar de trabajo, tiene directa relación con el colapso de la ruta 160, un tema ampliamente cubierto y que todavía no tiene solución definitiva por parte de las autoridades comunales, regionales y nacionales. Gran parte de las personas que lo acompañan en el viaje, explica, son conductores que se cansaron de sufrir una o dos horas de taco y que optaron por el tren.
Casi al frente de él, aunque sentado por la gracia de aquel día, viaja Mario Ferreira. Reconoce que el servicio que presta Biotrén es bueno pese a todo, pero insiste en que últimamente han debido hacer frente a reiterados atrasos de 15 o 20 minutos a causa del exceso de usuarios que necesitan el servicio. El problema lo comenzó a notar luego del retorno a clases y se ha seguido extendiendo: "La semana pasada fue caótica, ya que hubo tres días en que se atrasaron en el servicio. Por eso creo que sería bueno que la empresa colocara unos dos servicios extra, ya que todo está muy colapsado", solicita.
Lo que más lamenta son las mañanas, momento del día en que cada vagón "va apretado completamente", incluso con riesgo de asfixia para el gentío y con la posibilidad de que "quede la crema" ante un accidente. Son tantas las personas que viajan a esas horas que ni siquiera es posible darse cuenta si en el tumulto hay niños o personas de la tercera edad o en situación de discapacidad, "porque los vagones van sumamente llenos, entonces no hay cómo saber. Yo, generalmente, me ubico en la puerta y trato de avisar cuando suben o bajan niños".
Y agrega Ferreira: "Uno que es viejo puede aguantar la presión de la muchedumbre, pero los niños son los más complicados, y eso lo he visto". De acuerdo a estimaciones de EFE, entre las líneas 1 y 2 Biotrén traslada de forma diaria más de 50 mil pasajeros, es decir, casi cinco veces la capacidad que tiene el estadio CAP de Talcahuano.
Retrasos más frecuentes
Mientras el Biotrén avanza hacia Coronel, una joven se mueve de un lado a otro. Busca abrir una ventana porque una de sus compañeras va mareada. La máquina sigue a un ritmo lento, pero efectivo, y en casi 40 minutos ya está por llegar a la última estación. De eso, muchos parecen ni darse cuenta, pues ya van sentados y ensimismados con los vaivenes o la primera tarde de otoño que se deja ver por los vidrios.
Pamela Chávez Quintana es una de las pasajeras que a esas alturas del viaje logró dar con un asiento. Al igual que Erick Aravena y Mario Ferreira, la usuaria acusa que en comparación al verano todo está mucho más caótico y que el Biotrén ha presentado fallas y retrasos que, a su juicio, sí se pueden entender. El problema, apunta, es que estos inconvenientes se registran de una forma mucho más frecuente, en especial con respecto al año pasado. "Los servicios se retrasan y colapsa más la gente, por eso siempre está lleno en las mañanas y en las tardes", cuenta.
Respecto a las demoras, coincide en que son de hasta 15 minutos, sólo en promedio, porque hay ocasiones en que se han sufrido retrasos de 26 minutos entre Concepción y Coronel. Este hecho puntual se experimentó durante la jornada del martes.
En las mañanas se ha visto afectada por constantes retrasos a su lugar de trabajo, un problema que sólo durante la semana experimentó tres veces seguidas: "Tengo la suerte de que me entienden en mi trabajo, pero ya da lata porque parece cuento del tío".
Hasta hace algunos meses, esta pasajera proveniente de Lota era una conductora más. "Los tacos terribles de una hora" en la ruta 160, como ella los describe, la obligaron este año a cambiar de medio de transporte. "Por ese lado, bien por Biotrén, pero sí hay que hacer un ajuste para aumentar los recorridos o la frecuencia, porque la gente que sube después del paradero 14 hacia Concepción no puede subir al tren de lo tan lleno que va, entonces tienen que esperar el siguiente y el siguiente, lo pasan súper mal", dice, y continúa con una situación que involucró a una señora que fue empujada por la presión de la muchedumbre: "La empujaron tanto que casi cae, pues terminó con el pie entre el Biotrén y la línea. La alcancé a agarrar, me enojé y grité para que la corten, que dejen de apretar porque las personas llegan y se tiran".
El viaje de la línea 2 de Biotrén termina en Coronel. Quedarán otros 40 y tantos minutos para volver a Concepción. Para suerte mía, eso sí, esta vez los pasaré sentados repitiendo una y otra vez una canción de Luis Eduardo Aute y con la convicción de que ya queda menos para ir a tomar once.
Yo viajo desde Diagonal Biobío y siempre veo a gente que queda fuera, que no puede subir, incluso gente que es de la tercera edad. No veo respeto por ellos, porque el que se sube, se sube nomás".
Erick Aravena, pasajero de Biotrén
Bien por Biotrén, pero sí hay que hacer un ajuste para aumentar los recorridos o la frecuencia, porque la gente que sube después del paradero 14 hacia Concepción no puede subir al tren".
Pamela Chávez, pasajera de Biotrén.
La semana pasada fue caótica, ya que hubo tres días en que se atrasaron en el servicio. Por eso creo que sería bueno que la empresa colocara unos dos servicios extra, ya que todo está muy colapsado".
Mario Ferreira,
pasajero de Biotrén