Este 22 de marzo, en el marco del Día Mundial del Agua, la Organización de las Naciones Unidas nos invita a reflexionar sobre el papel que cumple el agua para asegurar la paz o desencadenar conflictos. Una propuesta muy atingente si pensamos en que uno de los elementos más afectados por el cambio climático es el recurso hídrico. Probablemente la carencia de lluvias es una de las consecuencias más evidentes, la cual ha acarreado problemas para la vida de las personas y para los diferentes ecosistemas. Se estima que la escasez de agua ha generado que dos mil millones de personas alrededor del mundo no cuenten con acceso a agua potable y se proyecta que estas cifras sigan en aumento.

Según un estudio realizado por el Banco Europeo de Inversiones, el 30% de los chilenos declara haber sufrido escasez de agua a raíz del desabastecimiento y conflictos por los recursos hídricos. En tanto, el 88% señaló que los efectos del cambio climático han impactado en su vida cotidiana. Estos números son un llamado a la acción, a generar y aplicar estrategias de mitigación y adaptación que respondan a esta realidad, pues el cambio climático y la carencia de agua juegan un papel central en todas las cuestiones ambientales.

Bajo este contexto, en este Día Mundial del Agua, la ONU ha planteado tres mensajes claves. El primero de ellos es que "el agua puede crear paz o desencadenar conflictos". El cambio climático, el aumento de la población y la crisis hídrica ejercen una enorme presión sobre la provisión de alimentos (la FAO estima que se necesitan entre 2 y 5 mil litros de agua para producir los alimentos diarios de una persona). Por eso, cooperando en materia de agua, podemos equilibrar las necesidades relativas al agua.

En segundo lugar, se plantea que "la prosperidad y la paz dependen del agua". La cooperación en temas hídricos es fundamental para la estabilidad de los países. Hay que recordar que solo el 0,5% del agua presente en la Tierra es agua dulce, utilizable y disponible, y el cambio climático está afectando peligrosamente ese suministro. Finalmente, la ONU indica que "el agua puede sacarnos de una crisis". Gran parte de nuestras actividades diarias se vinculan estrechamente con el recurso hídrico: la salud pública, los sistemas alimentarios y energéticos, la integridad ambiental, entre muchas otras, dependen directamente de una gestión adecuada del agua. Por ello, una correcta y equitativa administración de este elemento es clave para asegurar la estabilidad de los países.

Para el caso de Chile, la crisis hídrica no es un escenario nuevo, pero sin duda el cambio climático ha exacerbado sus consecuencias. Estos eventos nos han enseñado que la anticipación es fundamental para enfrentar esta problemática. Por ejemplo, contar con mejor infraestructura requiere tiempos de diseño, planificación y ejecución. Por tanto, el llamado es a la acción inmediata, porque tiempo es lo que menos tenemos. La mitigación y adaptación debiesen ser una prioridad a nivel gubernamental, donde los planes de gestión hídrica se ejecuten pensando no solo en el ahora, sino que respondiendo al largo plazo y considerando los escenarios más dramáticos. Hay que generar estrategias de mitigación y adaptación que permitan satisfacer la demanda de agua para las generaciones futuras, garantizando que el agua sea un motor para la paz y no para los conflictos.

En el Día Mundial del Agua 2024, la ONU nos llama a hacernos cargo de los desafíos que vivimos para promover un futuro más estable y próspero, en paz, y así evitar graves conflictos, sobre la base de que el agua es un derecho humano, intrínseco a todos los aspectos de la vida.

Por estos días conocimos el tercer informe de Evaluación de Desempeño Ambiental sobre Chile, realizado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), que nos sitúa como el país más destacado de América Latina en cuanto a acceso a agua potable y saneamiento en las zonas urbanas. El informe prioriza el manejo del agua como uno de los principales desafíos ambientales que tenemos y la mitad de sus 36 recomendaciones se refieren a su adecuada gestión para poder abordar la crisis hídrica que vivimos.

Entre varios relevantes aspectos, advierte que la incertidumbre por disponibilidad de agua superficial está presionando la demanda de agua subterránea en diversas regiones, superando los niveles sostenibles de suministro. Se suma a ello, un déficit en data para la comprensión integral del desafío. Además, destaca como problema muy importante, la calidad del agua potable y la limitada cobertura de alcantarillado y tratamiento de aguas residuales en los sistemas rurales.

La OCDE también nos propone acelerar el desarrollo de estándares secundarios para la calidad del agua; promover eficazmente la gobernanza a escala de cuenca; estimular la demanda, promover el desarrollo de la reutilización de aguas residuales; y explorar nuevas formas de financiamiento de inversiones relacionadas con el agua, adaptando, por ejemplo, bonos de sostenibilidad. Así, incentivaremos una mejor gestión del agua en las cuencas y financiaremos la gestión de los recursos hídricos.

Todas estas propuestas son viables, no por ello exentas de dificultades. Un problema inicial es asumir que los éxitos logrados en agua y saneamiento, que nos enorgullecen como país, no nos liberan de los nuevos desafíos. Y unirnos para abordarlos es quizás la tarea más compleja… y urgente.

Desde Essbio hemos adelantado camino y tenemos una estrategia que está en línea con el mensaje Agua para la Paz, de la ONU y las recomendaciones de la OCDE. Nuestra comprensión del contexto local y nuestra experiencia nos han motivado a impulsar transformaciones que, por ejemplo, aseguren la disponibilidad de agua futura; fortalezcan la resiliencia hídrica en las ciudades; permitan el acceso al bienestar del agua potable y saneamiento a personas que aún esperan en zonas urbanas y provean soluciones para el desarrollo de zonas rurales, manteniendo su autonomía de gestión. También a cuidar la naturaleza que nos acoge y cultivar la confianza entre todos los grupos de nuestra comunidad para colaborar en estos desafíos comunes.

Con esa misma mirada, nos unimos con las empresas sanitarias de Chile, que son parte de ANDESS, y los Ministerios de Obras Públicas y Medioambiente entorno a la iniciativa "El estado consciente del agua" para sensibilizar sobre la importancia del agua y su cuidado. Nuestra premisa es que el agua nos ha unido desde siempre como comunidad y con la naturaleza; nos ha unido al bienestar de todos y a nuestro futuro. Fortalecer esa vital unión es desde hoy nuestro compromiso, que buscaremos con decisión, inspirados por nuestro rol en la sociedad para ese futuro próspero y en paz que todos deseamos.

Garantizar la Seguridad Hídrica es quizás la tarea más relevante entre los desafíos adaptativos de nuestra era. Y es que obtener y mantener disponibilidad y acceso al agua, en cantidad y calidad suficientes para abastecer el consumo humano, el ecosistémico y la actividad económica expresan parte del mínimo civilizatorio que hoy ocupa a mandatarios y científicos en buena parte del mundo.

Prueba de este escenario global, el año 2022, durante la puesta en marcha del gobierno del presidente Gabriel Boric, tres importantes cuerpos legales en materia hídrica marcaron el inicio de su gestión: la promulgación de la Ley 21.435 del reformado Código de Aguas, la ejecución de la segunda modificación de la Ley 20.998 de Servicios Sanitarios Rurales y la implementación de la Ley 21.455 de Cambio Climático.

Así, incorporando esta nueva base normativa a sus lineamientos estratégicos, el Ministerio de Obras Públicas (MOP) ha venido desarrollando una serie de programas desde cada uno de los servicios vinculados al agua: Dirección General de Aguas (DGA), Dirección de Obras Hidráulicas (DOH), Superintendencia de Servicios Sanitarios (SISS) y la Dirección de Planeamiento (DIRPLAN). Entre sus líneas de acción destacan: el acceso del consumo humano al agua; la fiscalización de obras no autorizadas, la extracción ilegal de aguas y el monitoreo de extracciones efectivas; el monitoreo de caudales, precipitaciones y crecidas; el fortalecimiento de comités y cooperativas de agua potable rural; la planeación de inversiones en infraestructura hídrica; supervisión del acceso y saneamiento de agua potable rural; y la construcción de obra hidráulica en riego, aguas lluvias y manejo de cauces. Si bien todas estas acciones reportan avances importantes, el presente y el futuro nos obligan a incrementar esfuerzos.

Y hay buenas noticias. Para este 2024, el desarrollo de la seguridad hídrica regional tendrá un importante aliado en una nueva cartera de inversiones y proyectos bajo conducción del MOP, en lo que respecta a tres grandes áreas: infraestructura, gestión y emergencia hídrica. Entre las iniciativas más relevantes están: Plan Estratégico de Recursos Hídricos de la cuenca del Biobío; Plan de adaptación al Cambio Climático en servicios sanitarios rurales (segunda etapa); incremento de la Red Hidrométrica Regional para mejorar el monitoreo de eventos de crecida; Diseño de Laboratorio de Calidad del agua regional; creación de la Unidad regional de Riego de la DOH; Estudio del estado y la calidad de las aguas en las islas Santa María y Mocha; Prospección y mapeo de acuíferos en la provincia de Biobío; continuación del programa de capacitación técnica a comités y cooperativas de agua potable rural; gestión directa DOH-MOP de las iniciativas y proyectos de servicios sanitarios rurales; y nuevas inversiones para la infraestructura de evacuación de aguas lluvias y riego.

Si bien cada Dirección es responsable de los proyectos que ejecuta, creemos firmemente que es posible administrar la inversión y la cartera desde los territorios, con una visión regional y mancomunada, conectando energías, voluntades y capacidades locales, utilizando la experiencia de los servicios y la vocación pública de nuestros funcionarios.

En este sentido, para que exista una gestión eficaz que vaya en directo beneficio de los habitantes de nuestra región, nuestro Seremi Hugo Cautivo ha respaldado la conformación de la "Mesa del Agua MOP", la cual presidirá, y de la cual me ha encargado ser su Secretario Ejecutivo, para trabajar en conjunto y alinear los esfuerzos de cada servicio involucrado en el ciclo del agua, y desde donde se coordinarán los recursos profesionales y logísticos para el desarrollo articulado y exitoso de las iniciativas estratégicas mencionada, para caminar juntos hacia la seguridad hídrica.

Construir obras públicas es brindar seguridad y dignidad a todas y todos, y nuestro deber y compromiso es hacerlo bien.