Academia de danza coronelina aporta con sus pasos clásicos
Fueron 68 las niñas, entre los 2 y 17 años las que presentaron "Mi pequeña Cascanueces", montaje que estará el próximo 6 de enero en Arauco.
La emoción en el rostro y las palabras de Carolina Enríquez, directora y fundadora de la academia que lleva su nombre en Coronel hace 11 años; también dicen el orgullo de una labor hecha a conciencia, y que fue recibida con sonados aplausos el sábado último, en la Casa de la Cultura de Coronel.
El escenario se transformó en un mundo de fantasía de la mano de "Mi pequeña Cascanueces", presentación que en 80 minutos convocó a un número de 68 bailarinas entre los 2 y 17 años, oriundas de Coronel y Arauco.
Con una preparación de cinco meses, considerando las prácticas coreográficas, el montaje fue inspirado en "El Cascanueces", obra de Iván Vsévolozhsky y Marius Petita, con música de Chaikovski (1892).
"Pero su modificación en nuestra versión tiene relación directa con las edades de nuestras alumnas y con que hoy nuestra escuela cuenta con un número en mayoría de mujeres", apunta bailarina coronelina, quien siempre se ha interesado en entregar educación cultural al espectador primerizo del ballet. "Que logre entender el lenguaje corporal de nuestras bailarinas, a través de una narración que oriente la imaginación de éste", acota Enríquez.
Además del nombre que le dio a la propuesta, "Mi pequeña Cascanueces", esta adaptación cruzó la danza clásica con urbana, en un conjunto también inspirado en las costumbres alemanas de los días de Navidad.
"Preparo niñas hace años y a todas les puedo haber enseñado el mismo baile, hay coreografías que se van repitiendo y ninguna lo baila igual que la anterior. Es difícil explicar como muchas personas pueden estar en un escenario bailando lo mismo y al mismo tiempo -suponiendo que los tiempos están perfectos- pero aún así, ninguna lo está bailando igual que la otra. Cada cuerpo está actuando en base a la personalidad de la otra y ver aquello es maravilloso", explica quien abrió la academia en marzo de 2012.
Seguir creciendo
Caracteriza más como una zona cercana a las expresiones tradicionales folclóricas, a sus 35 años Carolina Enríquez ha logrado sumar en la comunidad el gusto por la danza clásica al frente de un espacio hoy de gran arraigo.
Ello, a partir de un trabajo integral con niños y niñas de la cuenca del carbón, y que dio cuenta ahora de una propuesta adaptada para los tres niveles con los que cuenta: Baby ballet (2 a 5 años), ballet infantil (6 a 8 años) y ballet juvenil (9 a 17 años). "Se combinan distintas dificultades técnicas, pero siempre buscando la expresividad emocional", resume.
- Y, efectivamente, logrando un lugar en la comuna…
- Nuestra escuela es un espacio de fomento al desarrollo de la formación artística integral de los niños y niñas de Coronel. En ese sentido, es un centro de formación artística y valórica que tiene como finalidad acercar el arte de la danza clásica a comunas más periféricas dentro del Biobío, para así entregar a los más pequeños la posibilidad de crecer y desarrollarse dentro de un círculo disciplinario de élite, como lo es la danza clásica.
Una proyección que, además de Coronel y Arauco, se ha asentado actualmente en Santa Juana con algunos talleres, que Enríquez se ha propuesto con perseverancia. "Un valor que tratamos de inculcar, como también la constancia, el liderazgo, el respeto por el prójimo, la inclusión, la empatía, el trabajo en equipo, el compromiso y la importancia de apoyo de una familia en el desarrollo de un artista", sostiene esta coronelina con formación en danza clásica en la U. Mayor (tres semestres) y Uniacc (cuatro), en Santiago, entre 2006 y 2010.
- Y en lo personal, ¿qué significa esta academia?
- Esta escuela de danza (autogestionada) es mi más grande anhelo desde pequeña, por tanto, es esencial hacerla crecer cada año y llegar a más comunas donde el arte aún sea una carencia. Tenemos una deuda inmensa como país en formación artística de niños y niñas de sectores vulnerables. Mi lucha es llegar al máximo posible en el largo plazo y convertir la disciplina en un arte para todos, y no sólo para algunos.