Hace algunos días, el 13 de octubre, se conmemoró el Día Internacional para la Reducción del Riesgo de Desastres designado por las Naciones Unidas. Este día ofrece una oportunidad de mirar hacia atrás, para recordar lo vivido, desastres que nos han impactado sobre aquellas personas que tristemente han fallecido en estos eventos, y toda la experiencia que hemos ganado y lo que hemos avanzado como sociedad en estos temas. También ofrece la oportunidad de pensar el futuro, y cómo podemos estar mejor preparados para enfrentar estos eventos. Desde esta perspectiva, creo relevante pensar sobre la reducción del riesgo desde las ciudades y en concretamente desde la vivienda.
Es crucial abordar las políticas y acciones para la reducción del riesgo de desastres en relación con la planificación y la gobernanza de las ciudades. Las ciudades concentran las pérdidas a causa de desastres, ya que reúnen población, bienes y servicios. Por lo tanto, considerar la gestión del riesgo de manera temprana y transversal en la forma en que hacemos ciudades contribuye a disminuir el número de personas afectadas, la mortalidad, los daños y pérdidas económicas causadas por este tipo de fenómenos.
Más aún, la vulnerabilidad frente a desastres de la población está generalmente correlacionada con el nivel socioeconómico de las personas. Las pérdidas tienden a concentrarse desproporcionadamente en función de la demografía, la pobreza y la falta de voz política de ciertas comunidades. En particular, las comunidades que viven en asentamientos informales suelen ser más vulnerables a los impactos de los desastres
Teniendo esto en cuenta, enfrentar el dramático aumento de familias que viven en campamentos en nuestro país adquiere aún más urgencia. En este contexto, es esencial que los programas habitacionales consideren desde sus inicios la gestión del riesgo de desastres. Así, el Plan de Emergencia Habitacional del Minvu, que busca abordar el déficit habitacional y apoyar a las familias más necesitadas a acceder a una vivienda de calidad, ofrece también la oportunidad de contribuir a la reducción del riesgo de desastres. Para poder reducir el riesgo de desastres, los programas habitacionales pueden ser una herramienta muy efectiva si consideran tempranamente la gestión del riesgo en todo el espectro de soluciones habitacionales, incluyendo la construcción de viviendas nuevas, programas de autoconstrucción, industrialización e incluso de regularización y entrega de títulos de dominio. Por el contrario, si la reducción del riesgo no se considera adecuadamente en todos los programas habitacionales, la exposición y vulnerabilidad frente a desastres de estas familias podía perpetuarse e incluso aumentar.
Espero que conmemorar el Día Internacional para la Reducción del Riesgo de Desastres sirva para reflexionar sobre estos temas y así avanzar hacia ciudades y comunidades más resilientes frente a los desastres.
