espectaculo@diarioelsur.cl
Regresar lo ausente. Traer a tierra lo que ha trascendido. Conectar con lo que no se ha vivido mediante la memoria. Ello es lo que emana de un relato y su vigor.
"Así como duele, también baila" nos muestra las posibilidades, y profundiza en la historia sobre la bailarina Bárbara Bañados, pero esta vez a través del cuerpo.
La obra vio la luz en espacio íntimo de práctica, en el Centro Cultural Vidactiva, con una temporada de tres funciones durante octubre. Muestra de proceso que permitió a la audiencia ser parte de la gestación de esta pieza autobiográfica que alberga el poder de retratar a la escena dancística.
Nos entrelaza con su pasado, pero también con las memorias de la danza chilena. Nos recuerda a Patricio Bunster, Paola Aste, Luis Eduardo Araneda y Jaime Jory, entre tantos otros. Nos remonta a sus antiguas funciones, a los trazados coreográficos de las propuestas, sus lesiones y la romantizada precarización, junto al dolor que esconde en ellas luego de tres décadas de interpretación.
Las heridas son el hilo que conectan estas vivencias. Ahí no sólo reside su inspiración, también la evidencia de un espacio profesional inestable, movido por la voluntad e insistencia del artista. El montaje, protagonizado por la misma Bárbara Bañados, demuestra que nuestra propia historia -lo testimonial- esconde la capacidad de convertirse en artefactos de memoria, y el potencial de activar el tejido de recuerdos de quienes observan, para así conmoverles.
En terreno inefable
En escena emerge una mixtura de técnicas que resulta refrescante. No se restringe a una creación de danza, pero vemos elementos del flying low y técnica moderna.
Una entrevista -presentada como monólogo- conduce la narrativa y recordamos el teatro, pero su desenlace rescata aspectos de la performance, con el dolor de las heridas como elemento catalizador. Ningún concepto la define, pero a la vez son todos parte de ella.
"Así como duele también baila" remueve de la clásica experiencia contemplativa: invita a romper la cuarta barrera y responder las preguntas de la intérprete para ser parte de esta conversación, e introducirte en su relato y sus memorias, trasladadas desde lo fonético a lo somático.
Los elementos escénicos son un espejo de la austeridad del arte escénico como profesión.
Las varillas emulan carpas, árboles y escenarios a través del imaginario y el juego con las sombras.
A su vez, la vestimenta y sus accesorios van delimitando las estadías de la obra, junto una iluminación marcada por una variedad de tonos -tanto cálidos como fríos- que marcan una atmósfera nostálgica y melancólica, con retazos de felicidad.
Estar con el público
Cada puesta en escena del presente montaje fue seguida de un conversatorio, en los cuales se plasmó el diálogo en torno a la danza, el quehacer artístico y el relato que reside en el montaje.
Ello, acompañado de un espacio posterior para continuar dialogando sobre la experiencia escénica en particular, lo cual reunió a personas de diversas edades y disciplinas.
Una modalidad recurrente del Centro Cultural Vidactiva, aspecto para destacar, y que ha permitido recuperar los espacios de intercambio y apreciación cultural, reviviendo en cierta manera la bohemia artística de la capital del Biobío.
De igual manera, abrir los procesos de creación de esta manera más íntima permite que las personas se involucren y conversen sobre ella, en este caso, en un clima más distendido.
Todo lo anterior también entrega la oportunidad a nuevas formas y experiencias, así como otra manera de entender un espectáculo artístico.
La bailarina penquista logra traer a escena a importantes coreógrafos, en un entrelazado de relatos.
