Los Tres protagonizaron una primera "Revuelta" llena de rock en su natal Concepción
Tuvieron que pasar más de dos décadas para que el público que los vio y el que no los había visto nunca tuviera en acción a una sólida banda en el escenario.
Del histórico debut de Los Tres en el Festival de Viña del Mar, el 17 de febrero de 1996, vestidos con el uniforme de la Alianza Francesa e Instituto de Humanidades, respectivamente, hasta la "Revuelta" de la banda, oficializada ayer en la Plaza de la Independencia de Concepción, han pasado 27 años.
Y parecen nada desde lo musical, en tanto, el fiato y sintonía de los cuatro integrantes originales, los mismos que no tocaban juntos hace 23 años. Así lo demostraron con el set de 11 canciones despachadas en unos 40 minutos colmados de una energía y puesta en escena que sacó a relucir lo más rockero de cada uno (hubo una cueca, "La vida que yo he pasado" en el centro del show).
"Hojas de té", "Somos tontos, no pesados" y "Gato por liebre", en un opus de rock a la vena y cuerdas desatadas; hasta la potente "No sabes que desperdicio tengo en el alma"; corte con el que se despidieron invitando desde ya al concierto del Ester Roa el próximo año (6 de abril).
Álvaro Henríquez, que se vio en calma y feliz con sus compañeros de fila; se mostró agradecido del cariño de las 20 mil personas que colmaron el recinto central o miraban por las ventanas y terrazas de los edificios aledaños. Quizás un gesto que trajo el recuerdo de Los Beatles, la banda favorita del cantante de Los Tres, que el 30 de enero de 1969 subió a la azotea del sello Apple.
"Felices de empezar toda esta gira y toda esta aventura en Conce", saludó Henríquez, antes de iniciar los acordes de "Haz sensor ", en la ciudad natal, "una canción muy Conce", en sus palabras.
Como si fuera ayer
Frente a un público heterogéneo en edad, se vio a muchos estudiantes coreando las canciones, como también niños en los brazos y hombros de padres que crecieron escuchando a los creadores de "Déjate caer". Una recepción a la altura, coreada y aplaudida frente a un discurso sonoro sólido en sus bases, con esos arranques rockeros matizados por los tintes y el pulso de un Pancho Molina seguro y sólido en la batería. Al frente Ángel Parra quien -por momentos- se vio como un poseído por su instrumento, el que domina como pocos en la escena nacional. Titae, presto y seguro en el bajo, con acordes listos para sustentar una base rítmica certera y cuyos destiempos no alcanzaron a notarse.
Lo anterior para un repertorio que se viene ensayando desde agosto pasado, pero que ayer se percibió como si no hubiera existido una pausa temporal de 23 años. Cuatro personajes en un escenario que no tuvieron necesidad de recurrir a elementos extras para complementar la puesta en escena, más allá de la gráfica de fondo con ese llamado en confianza y cercano que están haciendo Álvaro, Ángel, Titae y Pancho para este regreso.
Literalmente una revuelta copada de energía, necesaria y que evidenció a un cuarteto de amigos nuevamente en sintonía y con ganas de rockear, tocar y a ver, si por ahí vienen temas nuevos.
El talento lírico de Henríquez no tiene que probar nada, aunque sí la voz que está cuidando, dándole espacios al público que feliz sigue y corea las letras.
Puntuales, a las 13.30 horas, el cuarteto original subió al escenario para interpretar este set de clásicos de hace más de dos décadas. Igualmente se sintieron frescos y vigentes en su condición de tal.
Un set de canciones que, sin duda, era necesario volver a escuchar por quienes las interpretaron juntos por más de 10 años, hasta la salida de Molina en el 2000. Necesario para ellos, también, dejando en una estela para el recuerdo los nombres de quienes fueron parte de la banda alguna vez. Ahora los originales vuelven sólidos a los escenarios. Lo que se empiece a escribir después de esta vuelta podría ser el arranque de una nueva etapa en los 50 con otra vibra.