Lavandería 21 cumple nueve años de funcionamiento e inclusión laboral
El objetivo es capacitarlos en distintas áreas para que posteriormente sean contratados por empresas de la capital regional. Las autoridades afirman que aún se debe avanzar en garantizar la inclusión laboral de personas con discapacidad.
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En agosto de 2014 nació en Concepción una iniciativa pionera en materia de inclusión laboral en la región. Se trata de la Lavandería Industrial 21, empresa que prepara a jóvenes y adultos con síndrome de Down para el mundo laboral. Inició con diez trabajadores, y a lo largo de su trayectoria ha recibido alrededor de 30, quienes hoy tienen la oportunidad de ejercer un empleo en otras organizaciones.
Su noveno aniversario se celebró el 5 de septiembre con una Feria Laboral Inclusiva en las dependencias de la lavandería, que contó con la participación de autoridades regionales, los trabajadores y sus familias, y organismos que ahí colaboran.
Quienes conforman el proyecto señalan que aún quedan varios desafíos, como aumentar la capacidad operativa de la empresa, pero sobre todo fortalecer la fiscalización de la Ley de Inclusión Laboral -Ley 21.015- en la Región del Biobío, que hasta hoy sería deficiente, según lo precisó la presidenta del directorio, Maite Otondo. "Partimos dando la pelea por las personas en situación de discapacidad antes de que se promulgara la ley, empezamos con lo que nosotros sabíamos hacer, y mirando realidades internacionales", contó.
Opción de trabajo
Junto con las labores que desempeñan los 18 jóvenes y adultos con Síndrome de Down en la lavandería -tales como el lavado, secado, planchado y distribución de los textiles-, también se realizan capacitaciones para formarlos en distintas áreas. "Es un enclave, la idea es que como trabajadores vayan a la empresa abierta, no que permanezcan en la lavandería. De hecho, los socios fundadores están todos trabajando fuera", explicó la presidenta del directorio.
Para ello se usa el modelo de Empleo con Apoyo (EcA), que garantiza el seguimiento del trabajador cuando se traslada a una nueva empresa, que se realiza por alrededor de uno a dos años, hasta que logra alcanzar la autonomía en dicha organización. El arzobispo de Concepción, monseñor Fernando Chomalí, destacó que "estamos vinculados a todos ellos durante todo el año, y esperamos de aquí a cinco años tener 30 jóvenes trabajando en distintas esferas, y creo que hemos aprendido cómo se hace".
Considerando que además existe una lista de espera para jóvenes que buscan integrarse a la lavandería, se están efectuando una serie de mejoramientos de los espacios, entre estos uno que tiene relación con la simulación laboral, una modalidad bajo la cual se opera "para enseñarles una profesión. Por ejemplo, qué es lo que tiene que hacer un trabajador en una cafetería, y para eso se simula alguna de las actividades que hace un garzón, y ellos replican el modelo", detalló Maite Otondo.
Junto con ello se están ampliando otros espacios, específicamente bodegas, para guardar determinados insumos, como cubrecamas, y también se requiere un espacio que garantice el cumplimiento de los períodos de descanso y alimentación.
Inclusión laboral
Pese a que se han evidenciado buenos resultados durante estos nueve años, aún quedaría mucho por avanzar en materia de inclusión laboral en la región. Asimismo, muchas entidades ponen condiciones a la hora de contratar, "por ejemplo, que sea varón, que sea de acuerdo con un tipo o una variedad de discapacidad. Lo concreto es que muy pocas empresas, por ejemplo en lo que nos convoca, contrata a chicos con Síndrome de Down", cuestionó la presidenta del directorio.
María Ortiz, una de las funcionarias, quien forma parte del equipo de trabajo desde hace tres años, sostuvo que se trata de uno de los objetivos que esperan alcanzar de cara a los 10 años de funcionamiento. "Se preparan con mucha responsabilidad y exigencia. De repente nos piden 3 jóvenes, entonces ahí hay que ver quiénes están más capacitados", dijo.
Por ello, aseguran que se debe mejorar la regulación de la norma, considerando además el impacto que tiene para la dignidad y autonomía de los trabajadores. "La rentabilidad no es sólo económica; es social, mucho más amplia. Cuando estos jóvenes trabajan no sólo reciben un sueldo, sino que también crecen como personas, no solamente ellos sino que sus familias", agregó el arzobispo de Concepción.