Desafíos y obligaciones para una industria regional en crisis
Autoridades, trabajadores y una académica analizan la compleja situación que ya experimentaron -o atraviesan- parte de las empresas y plantas locales, entre ellas Claro Vicuña Valenzuela, Horcones II, Fanaloza o Huachipato. La economía abierta y de libre mercado en la que participa Chile y la lenta modernización de procesos y tecnologización son algunos de los factores que complejizan el tema.
Por Nicolás Álvarez Arrau / nicolas.alvarez@diarioelsur.cl
El Índice de Competitividad Regional (ICR) 2020 de la Subdere -documento publicado en 2021- indicaba que a 2018 Biobío se ubicaba como la región número 11 en materia de competitividad, es decir, dos puestos más abajo de los que tenía en 2014 y a sólo cuatro plazas del territorio peor ubicado en la lista (La Araucanía). En marzo de 2022, previo a la asunción de Gabriel Boric a la Presidencia, gremios y especialistas de la zona deslizaban a través de estas páginas la importancia de atender flancos estratégicos para que Biobío retomase el camino económico y de liderazgo que en algún momento la caracterizó frente al resto de sus pares. Desde ese instante, sin embargo, pareciera que las dificultades se acentuaron. Por nombrar algunos ejemplos: la quiebra de la constructora Claro Vicuña Valenzuela en octubre pasado y el cierre del aserradero Horcones II de Arauco a fines de julio. En agosto, en tanto, se conoció el fin de la línea de producción de la histórica Fanaloza, lo que a la fecha ha dejado a unos 140 trabajadores a la deriva en Penco. Para rematar hay que mencionar la compleja situación que experimenta la compañía acerera Huachipato, que ha sucumbido a una competencia desleal por parte de China, según recalcan sus propios representantes.
Todos estos son sólo ejemplos que llevan a autoridades, académicos y dirigentes locales a plantear que la Región, definitivamente, vio trastocada su competitividad característica, así como la identidad y el valor que estas firmas aportaban en sus lugares de asentamiento. Recalcan que hay una afectación en lo económico y en lo laboral, que la industria regional no es la de antes y que urgen acciones para revertir este mal panorama que, en algunos casos y pese a todo, no se veía venir. Por lo mismo, entregan las claves y detallan -cada uno desde su área- los desafíos que se requieren para que la industria del Biobío no colapse y vuelva a ser pujante. El rol que pueda asumir el Estado y su velocidad en las acciones son de suma importancia.
Acontecimientos del último año
En el último año las noticias para la industria y la empresa regional han sido lamentables. Durante la segunda quincena de octubre de 2022, Claro Vicuña Valenzuela pidió su quiebra, acción con la que desmovilizó 30 obras -entre ellas la etapa final del puente Bicentenario- y despidió a más de 2.500 trabajadores. En su momento, la compañía local apuntó a la burocracia de los mandantes públicos, en especial el MOP, para gestionar pagos, fracasando los intentos de solución extrajudiciales. Desde la firma aseguraron que "esta es la más dolorosa y significativa decisión adoptada por la empresa, por su amplia y reconocida trayectoria, así como también por el gran impacto que esto provoca en sus colaboradores, proveedores, subcontratos, clientes y comunidad".
Claro Vicuña sucumbió por los cambios estructurales que enfrenta la industria de la construcción post pandemia. Esta situación ha sido advertida también por la Cámara Chilena de la Construcción (CChC) Concepción, que informa que en lo que va de año se han perdido 13 mil ocupados y que todavía se estima que al primer trimestre de 2024 la ocupación total del sector construcción bordee los 45 mil, "muy lejano de los 65 mil de inicios del año 2022".
"Lo más triste detrás de estos números es que en estos dos años habremos perdido 20 mil puestos de trabajo. Esto pone en riesgo toda la cadena de la construcción, pues ataca directamente el corazón de nuestro rubro donde perdemos personas capacitadas y con oficios muy especializados. La crisis es grave y necesitamos que el Gobierno apoye las actividades productivas intensas en mano de obra como la nuestra y que esto sea de manera urgente, antes de que nuevas empresas quiebren y se siga deteriorando nuestro sector", dice Bernardo Suazo, presidente del gremio en Concepción.
Esa es sólo una muestra. Poco más de nueve meses después, la empresa Arauco dio cuenta del cierre del aserradero Horcones II. Construido en 1999 y con operaciones iniciadas en el año 2000, Horcones II especializó su producción en rollizo delgado y en abastecer de materia prima la elaboración de pallets, pero debió finiquitar actividades a raíz de una compleja situación que afecta al negocio nacional de la madera, principalmente a causa de problemas de abastecimiento de las plantas, el aumento de costos por la violencia rural y la menor disponibilidad de materia prima por el robo de madera y los últimos incendios. En la oportunidad se informó que 121 trabajadores quedaron en situación de cesantía.
De vuelta en la Provincia de Concepción, específicamente en Penco, Fanaloza comunicó semanas atrás que pondría fin a su línea de producción en la comuna. Más de 140 trabajadores de la planta perdieron su trabajo y con ello también se perdió una historia que nació en 1899 con la fabricación de productos de baño y cocina y que con los años dio identidad y valor a la ciudad costera. A semanas del cierre, Rodrigo Larenas, presidente del sindicato de trabajadores Cerámicos Fanaloza, comenta que "este es un golpe bastante fuerte, en el sentido de que hay mucha gente que tenía toda su vida trabajando acá en la planta. Son unas 140 personas desvinculadas, aunque en marzo ya se habían ido como 85 (...) Si bien yo no tengo tantos años en la empresa, logré entender el valor histórico que Fanaloza tiene para la comuna de Penco, porque se trataba de una empresa ícono, una de las pocas que quedaban en la zona y la Región. Además de lo industrial, entregaba un valor patrimonial que hoy se pierde".