"El 11 de septiembre de 1973 fue una tragedia. Tenía siete años cuando viví esa experiencia y alcancé a percibir la angustia de los adultos. Mi padre y algunos tíos estuvieron en la clandestinidad durante los primeros meses de la dictadura, pero también vi la llegada de los militares a la zona. También tengo recuerdos bien patentes sobre cómo se debatía sobre la desigualdad o la reforma agraria, y la alegría que tenían los mapuches que veían en ello la restitución de sus tierras. Conocí personas que fueron objeto de tortura, detenciones e incluso me tocó entrevistarlos hace 15 años para un informe del Museo de la Memoria. Fue trágico saber a mis 40 años cómo torturaban a los dirigentes campesinos mapuches de la época, que no estuvieron en el primer informe Rettig.

Hace 50 años hubo un golpe militar, una dictadura y muchos desaparecidos y torturados, pero eso nosotros lo vivimos hace 150 años, una tragedia que lideró el Estado chileno, su Ejército y sus actores políticos. Creo que los chilenos debieran ponerse en el contexto de que hace 150 años hacia acá nunca hemos podido abordar esa verdad y reparar el daño causado a nuestro pueblo. Los 50 años pueden servir para dimensionar lo que nos ha pasado a nosotros como pueblo mapuche, que vivimos una tragedia de ahí hacia adelante".

"La conmemoración de los 50 años del golpe de Estado en el escenario actual social y político nos permite visibilizar y valorar la promoción de los Derechos Humanos como un espacio de construcción de memoria histórica y colectiva en el contexto de una sociedad democrática y respetuosa de las diferencias. Nos invita a revisar nuestro pasado, a reconocer que en Chile se violaron los Derechos Humanos y que fue parte de nuestra historia, por lo que hoy la reflexión es con una mirada de futuro, que permita que las nuevas generaciones valoraren la democracia como la forma de construir sociedad, de relacionarnos, donde no sólo el Estado deba garantizar que nunca más se repetirán los hechos de violencia que se vivieron en dictadura, sino que la ciudadanía también tenga conciencia y comprensión de que todas las personas son merecedoras de respeto independientemente de tus convicciones.

Hoy, a 50 años, es la oportunidad para que la ciudadanía regional valore la importancia de la preservación de nuestra memoria histórica, el compromiso social con la tolerancia, la diversidad, la solidaridad, la participación y el respeto para avanzar hacia la institucionalización de la protección, respeto y promoción de los Derechos Humanos".

"A 50 años del golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973 vuelven a aparecer los fantasmas de una generación donde víctimas y victimarios aún se encuentran y desencuentran habitando un mismo país. El reencuentro se hace complejo mientras la herida de los 1.210 detenidos desparecidos sigue abierta y la terrible pregunta '¿dónde están?' aún no tiene respuesta. Para mirar al futuro se requiere un consenso nacional: la interrupción violenta de un gobierno elegido democráticamente no puede volver a ocurrir y nunca más se pueda matar, torturar y hacer desaparecer a chilenos y chilenas por pensar distinto.

La reflexión que podemos hacer hoy desde el campo de la educación y la cultura es que el país está en deuda con la memoria y también con la historia. No es posible que un sector de la población relativice las violaciones a los DD.HH. cometidas desde el momento mismo del golpe y negar hechos y acciones que están documentadas, hechos también ocurridos en nuestra Región y que además están acreditados judicialmente. Hemos fallado en educar para la democracia y también en educar en el respeto permanente e irrestricto a los DD.HH. Se requieren políticas públicas que fortalezcan estos principios. Es también necesario descentralizar la memoria para que en cada lugar del territorio nacional se reconozcan los crímenes cometidos y se genere una conciencia colectiva y transversal".

"Han pasado 50 años desde el golpe de Estado y conviene sentarse a reflexionar sobre lo que ha ocurrido antes, durante y después (...) Desde el punto de vista de nuestro Colegio Médico perdimos, lamentablemente, la tuición ética. Conozco, por ejemplo, a colegas que se les prohibió la práctica profesional tras haber sido acusados en el Tribunal de Ética por acoso sexual a pacientes, pero con la Constitución de aquella época volvieron a ejercer la medicina. Hoy no tenemos ninguna posibilidad de hacer sanciones reales a los médicos, sólo morales. Asimismo, nuestro Colegio tuvo actitudes de defensa de los colegas en torno a 1973, pero hubo médicos que apuntaron a otros médicos para que estos fueran sancionados, tomados presos, relegados, exiliados, torturados o muertos.

La gran lección que tenemos que aprender es que somos chilenos, hermanos, y que no puede ser que una ideología haga que tengamos que reventarle a otro su casa, su historia o su familia. Tener derecho a pensar diferente es una obligación ética y moral después de los gobiernos de Allende y Pinochet, y no puede ser que por pensar diferente alguien tenga que ser torturado o exiliado. Tenemos que tener claro que las normas tienen que ser cumplidas por las Fuerzas Armadas, que además están al servicio del poder civil y la paz, nunca al servicio de los regímenes totalitarios. Esto no puede ocurrir nunca más, ni en la izquierda ni en la derecha".

"Al cumplirse los 50 años del golpe de Estado en Chile, consideramos necesario en primer lugar reforzar el llamado a vivir una conmemoración centrada en las personas, reflexión, la paz social, la unidad y bien común. Sin duda, es una tarea difícil al tratarse de una fecha que tanto desencuentro y odiosidad ha generado históricamente, pero es importante insistir en que no podemos seguir reproduciendo las divisiones y violencia del pasado, especialmente cuando como país requerimos de unidad para construir una sociedad más justa y verdaderamente enfocada en el bien común. Lo anterior no puede ser a costa de desconocer la historia y su impacto en el presente. Por eso, recalcamos que lo ocurrido hace 50 años no puede repetirse, en particular porque la violación de los Derechos Humanos nunca será un medio legítimo para conseguir determinados fines, ni para imponer las ideas, ni como medio para promover demandas sociales o políticas de determinados grupos.

En esa misma línea, se debe abogar por el respeto a la dignidad de la persona desde la concepción hasta la muerte, lo que exige el cuidado y respeto irrestricto de los Derechos Humanos, así como verdad y justicia en los casos en que este principio fundamental no se cumplió. Las familias de las víctimas merecen justicia y saber dónde están sus seres queridos. Esperamos que esta fecha sea una oportunidad para que nuestro país avance en una verdadera reconciliación. Para ello, debemos seguir fomentando la vía del diálogo, convivencia y acuerdo social como principios fundamentales de una sociedad más fraterna y justa".

"Creo que la reflexión es que llevamos 50 años y que los gobiernos no han asumido la situación. Espero que de aquí en adelante sí se asuma lo que ocurrió a miles de personas que hoy esperan la verdad y la justicia. Lo que está faltando es el compromiso real de las autoridades de turno. Pienso que eso es lo que necesitamos todos y todas las que esperamos justicia verdadera. El gobierno presentó el Plan Nacional de Búsqueda y eso de verdad nos ilusiona mucho, por lo que esperamos trabajar de forma conjunta en la Región con respecto a lo que deseamos de esta iniciativa, que no sea un plan de búsqueda a largo plazo, sino que de verdad se permita trabajar y aclarar situaciones. Las Fuerzas Armadas deben entregar toda la información, porque esa es la única forma de que avancemos.

Como país a futuro espero educación, sobre todo a los jóvenes. Este debe ser un tema que tiene que estar en todos los niveles de la educación. Además, hay que tender a tener una ley contra el negacionismo. Esos hechos ocurrieron y todos tenemos derecho a reflexionar al respecto para que nunca más ocurran en el país".

"Desde la multigremial tenemos la convicción de que al cumplirse medio siglo de los dolorosos acontecimientos que concluyeron con el término del gobierno de la Unidad Popular, es necesario apoyarse en tres ejes para dar genuina significación a este hito y superar las cargas negativas que hasta hoy polarizan los debates y nos dificultan avanzar en una verdadera reconciliación. En primer lugar, condenar transversalmente -tanto en sus causas como efectos- el proceso que progresivamente fue quebrando la convivencia entre compatriotas y que concluyó con el golpe militar de 1973. En segundo orden, asumir los errores cometidos como sociedad y reconocer a las víctimas de este fracaso de la institucionalidad nacional. Por último, sin la intención de promover el olvido de lo ocurrido y de nuestra historia, liberarse de un excesivo anclaje a un lamentable momento en nuestra historia, que muchas veces pareciera nublar nuestra visión sobre las posibilidades de progreso que podemos tener como un país más unido.

Consideramos que es el momento propicio para dejar de mirar al pasado con lo que divide y mirar el futuro con lo que nos une y fortalecer como país el valor de la colaboración para el desarrollo de nuestra historia".