La reconstrucción tras el frente de mal tiempo
Con frecuencia se señala que Chile tiene una relación forzada con los desastres naturales. Los temporales, terremotos y tsunamis nos han golpeado por años, lo que ha dejado valiosas lecciones para estar preparados, enfrentar y sobrellevar los daños provocados por la fuerza de la naturaleza.
Hace unas semanas el Servicio Nacional de Prevención y Respuesta ante Desastres (Senapred, ex Onemi) emitió una alerta preventiva por lluvias, fuerte viento y posibles aluviones en la zona centro sur, incluyendo las regiones de O'Higgins, Maule, Ñuble y Biobío. Se pretendía con ello que la ciudadanía y las autoridades estuvieran preparadas ante los aguaceros de este invierno, pero fue demasiada el agua caída y dejó una vez más en evidencia las dificultades que tienen algunas comunas para encauzar las aguas de sus ríos y esteros, con el fin de evitar las inundaciones.
Los balances por lo que se considera "las mayores lluvias en 30 años", revelan cuantiosas pérdidas y se habla en forma preliminar de unos 720 millones de dólares, sólo en el agro. Los daños superarían por amplio margen a los generados por los aguaceros de junio, siendo los cultivos frutícolas, vitivinícolas y hortícolas, los más afectados. A eso, hay que sumar la pérdida de infraestructura de caminos y puentes, junto con la destrucción de viviendas particulares, que dejaron en la calle a muchas familias.
Según el presidente de la Sociedad Nacional de Agricultura, Antonio Walker, los recientes temporales dejaron en el agro el doble de daños que el sistema frontal de junio, ya que se destruyó maquinaria e infraestructura agrícola, energética e hídrica de las regiones, lo que generó gran preocupación, faltando poco tiempo para el inicio de la temporada de riego en septiembre. En nuestra Región del Biobío, se vieron afectados principalmente sembradíos de trigo, alfalfa y avena; en Ñuble, huertos de avellanos y arándanos, e incluso hubo sectores que fueron arrastrados por la crecida de ríos.
También se contabilizan en 20 mil las viviendas afectadas con diversos tipos de daños, mientras que en carreteras, puentes e infraestructura afectada por socavones de tierra, se calculan pérdidas por unos 150 millones de dólares.
El seremi de Obras Públicas, Hugo Cautivo, ha señalado que en la Región del Biobío ya ha habido un 86% de rehabilitación de los caminos y puentes que afectaron la conectividad con comunidades alejadas. Dentro del próximo mes se avanzará en la reparación de daños que hubo en Alto Biobío, Santa Bárbara y Antuco, que se afectaron debido a las riadas que bajaron desde la cordillera.
Es evidente que en nuestra región cada invierno caen abundantes lluvias, con fuertes rachas de viento. Así ha ocurrido siempre. Por ello, son importantes los operativos de invierno y la eliminación de riesgos potenciales que deben hacer los municipios y los distintos servicios públicos, previo a la temporada de lluvias y luego las mantenciones necesarias. Cuando ello no ocurre, la ciudadanía sufre las consecuencias.
Las ciudades deben aprender a convivir con sus ríos, manteniendo limpios y expeditos los cauces, para que el agua fluya sin mayores problemas durante los períodos de lluvias abundantes.
Junto con la labor que le corresponde a los servicios públicos en la limpieza de ríos y canales, así como rejillas de aguas lluvias en las ciudades, es necesario también que la ciudadanía entienda que en cada hogar deben realizar previamente una operación invierno, para limpiar sus canaletas y desagües. Y quienes viven en las márgenes de ríos y esteros deben tomar conciencia de que no deben lanzar basuras, desperdicios ni escombros al cauce, porque serán ellos los primeros damnificados al momento de la crecida, tal como quedó demostrado en los últimos frentes climáticos que afectaron a la zona centro sur del país.
El seremi de Obras Públicas, Hugo Cautivo, ha señalado que en la Región del Biobío ya ha habido un 86% de rehabilitación de los caminos y puentes que afectaron la conectividad con comunidades alejadas.