"Hubo excesos tras el 11 de septiembre y nadie lo va a negar"
Arteaga, hoy de 78 años, fue una pieza fundamental del gobierno militar en la ciudad entre 1979 y 1988. Pese a que reconoce abusos en dictadura, precisa que las responsabilidades son individuales y que "jamás hubo una política de Estado contra los DD.HH.".
"Yo partí en la política cuando ingresé a la Universidad Católica de Santiago. Soy abogado y me incorporé desde el primer año, porque tuve la oportunidad de conocer Jaime Guzmán, que en esa época era profesor de derecho constitucional. Siempre le he tenido una admiración muy grande, un cariño y recuerdo imborrable. A él lo conocí bastante e, incluso, fuimos amigos, y aprendí mucho porque era un pedagogo, un gran formador de juventudes.
En esa época se estaba formando recién el movimiento gremialismo de la Universidad Católica, que fue la semilla de lo que es hoy la Unión Demócrata Independiente (UDI). Ingresé en 1967 y estuve dedicado, fuera de los estudios, a consolidar mi acción gremial dentro de la universidad y trabajar por despolitizar absolutamente a los órganos intermedios del Estado, procurar que ellos persiguieran su fin último, que era darle satisfacción a sus miembros y buscar el bien común. En definitiva, el movimiento gremial salió como una acción que no estaba con los partidos políticos dominantes.
Luego vino el pronunciamiento militar, o golpe, como le dice usted, y allí fuimos llamados para formar la Secretaría Nacional de la Juventud. Empecé a generar toda una acción política y también estuve en la Universidad del Norte, en Antofagasta, hasta que me llevó el alcalde de Valdivia, en 1976. Estuve hasta 1979 como secretario y abogado municipal, y becado un año en Madrid, España, por el programa de las Naciones Unidas PNUD para estudiar administración local y desarrollo comunitario. Ese mismo año fui nombrado alcalde de Concepción".
Aquel 11 de septiembre
"El 11 de septiembre de 1973 estaba en la universidad, en mi examen de grado. Recuerdo que teníamos una marcha junto a estudiantes de la FECh con el propósito de que el gobierno de Allende terminara. Pero la noche previa fue bastante inquieta, porque estaba el presagio de que podían haber problemas con el MIR y la gente de izquierda. No dormí bien. Como a las seis de la mañana golpean la puerta de mi casa que estaba en calle Toledo, casi al llegar a Pedro de Valdivia, Providencia. Era Sergio Onofre Jarpa, quien vivía al lado mío. Me dice 'Claudio, necesito que me saque de aquí si puede' y partimos a las seis con diez minutos de la mañana en mi auto. Yo le pregunté cuál era el problema, a lo que respondió que hay un problema muy serio, porque en estos momentos hay un golpe militar y que no puede estar aquí, ya que estábamos al lado de los cubanos, y que por razones de seguridad había que salir. Lo dejé en la casa de Gustavo Alessandri. Uno de sus hijos que estaba en Valparaíso, que luego fue almirante, lo llamó y le dijo que se cuidara, que saliera de donde estaba, porque venía esto.
Yo regresé a mi casa muy complicado (...) Como estábamos muy preocupados por los cubanos que teníamos al lado, salimos a mirar a la esquina y vimos que había varios autos que paraban frente al colegio desde donde se bajaba gente para trepar los muros. Nos dimos cuenta que eran personas que se estaban exiliando. Llegaron unos dos o tres Fiat 125, de estos que usaba la escolta presidencial, por lo que pensamos que era gente importante. Pasaban hacia el colegio Saint George's, que en esa época creo que era de los mormones, cuyo patio daba hacia una casa de la Embajada de Cuba. Todo eso nos preocupó y algunos le avisaron al alcalde de Providencia, Alfredo Alcaíno, quien mandó un camión municipal de basura que fue cruzado en la calle Los Estanques para que no entrara ni saliera gente hacia la embajada.
De repente, vimos una camioneta de color blanco que andaba con gente atrás y que salió tratando de empujar y correr el camión. El alcalde estaba junto a un grupo de personas y nosotros nos acercamos para ver qué estaba pasando, debimos ser una 15 o 20 personas. Los cubanos nos dijeron que tenían inmunidad diplomático, pero el alcalde les dijo que acá no pasa nadie porque estamos en un golpe militar. Dos o res tipos salieron de atrás, andaban con metralleta y dispararon una ráfaga al aire, arriba de todos nosotros, y pasaron por encima y arrancaron. Después con el tiempo supimos que iba Pascal Allende. Luego supimos que una de las personas que pasó era Isabel Allende. Ese fue mi 11 de septiembre.
Nunca es justificable. Obviamente, eso fue conducido por un gobierno como el de Salvador Allende, que fue extraordinariamente negativo para los intereses de Chile, para su desarrollo y la gente, y por la situación que había llegado a un estado tan brutal desde el punto de vista social, económico, político y de seguridad (...) La situación era un caos gigantesco, y a mí me tocó vivir toda esa época, por lo que no me pueden contar cuentos. Lo que llegó fue una reacción esperable, aunque no estaba asegurado lo que iba a ocurrir, un hecho de esa naturaleza, pero sí era esperable porque el país no aguantaba más.
Usted ahora me pregunta si yo justifico esto como lo hizo el diputado Jorge Alessandri (UDI). Yo no justifico estas cosas, obviamente, pero las entiendo como un el resultado de una situación caótica que había en el país, y que lo que ocurrió fue porque el país iba a una revolución, quizá con qué resultados. Y si usted me pregunta si estoy de acuerdo con el pronunciamiento militar, obvio que estoy de acuerdo con lo que ocurrió, pero con el contexto que antes comenté.
Yo soy abogado, de tal manera que tengo una visión distinta a la de las personas que no son abogadas, es decir, desde el punto de vista jurídico en cuanto a las responsabilidades; las responsabilidades son individuales en materia penal. Obviamente, hubo excesos (tras el 11 de septiembre de 1973), y nadie lo va a negar, y hubo personas que fueron no sólo violentadas en sus Derechos Humanos, sino que personas que padecieron situaciones muy serias y graves. Todo ello ocurrió de contextos. Yo no justifico en absoluto la violencia, bajo ningún aspecto, pero entiendo que en algún momento hubo enfrentamientos muy severos de lado y lado. Obviamente que esto produjo más situaciones de violencia en un momento determinado del país. Lamentablemente, hubo excesos de quienes cometieron los excesos, y ellos llevaron sus responsabilidades individuales, de tal manera de que los que han ingresado a cumplir sus penas es por lo que provocaron, salvo cuestiones en donde hay diferencias muy grandes desde el punto de vista jurídico. Si uno estudia el caso del secuestro permanente, todos sabemos que no hay tal secuestro permanente. Hubo una serie de figuras legales que se aplicaron y que creo son bastante dudosas.
Hay una responsabilidad del mando porque así está establecido en el código de justicia militar, pero son responsabilidades, a mi modo de ver, de la organización propiamente tal, de la parte administrativa interna y de la cuestión disciplinaria. Creo que aquí no hubo una política de Estado destinada a llevar adelante una acción contra los Derechos Humanos, jamás. Eso no lo vi nunca, al menos en el período en que trabajé en el Gobierno Militar. Aquí hubo y hay situaciones jurídicas que son, a lo menos, controvertibles.
-¿Pero acaso los hechos y números no dicen lo contrario? Por ejemplo, más de mil detenidos desaparecidos. ¿Eso no habla de una responsabilidad mayor?
-No lo sé. No le puedo decir eso, porque no tengo antecedentes anteriores. Lo que sabemos es a través del tiempo. En la primera época hubo enfrentamientos y hubo muertes de lado y lado, porque mataron carabineros, personal militar, hubo bombas que generaron daños y mataron también personas, y hubo una respuesta mayor por la capacidad de armas de los militares, de los carabineros, por supuesto que sí. Los cubanos acá tenían milicia y gente armada y estaban formando a mucha gente (...) La violencia era de lado y lado, no sólo fue una violencia del gobierno, ni menos una violencia institucionalizada. Ahora, los militares son preparados para la guerra, que es distinta a la del mundo civil, de tal forma que ese es un elemento que hay que tener en cuenta.
A la cabeza del municipio penquista
"Yo el mundo municipal lo conocía bastante. Ingresé acá (a Concepción) cuando tenía unos 34 años. A mí me nombraron, me preguntaron si quería venirme a Concepción y lo pensé poco. Dije 'bueno', aunque tenía expectativas de otra naturaleza, de ir a trabajar al sector privado. Opté por el sector público por vocación y por vocación política. Fueron nueve años de alcalde y para mí fue una experiencia muy importante. Además, en lo personal, me permitió conocer a mi mujer y tengo cuatro hijos y nietos penquistas.
Siempre estos cargos son complejos cuando uno no tiene muchos recursos. La Municipalidad, sin embargo, no tenía muchos recursos y la época en que asumimos era muy compleja a nivel nacional desde el punto de vista económico, de tal manera que era una acción muy restringida desde los ingresos y la administración (...) Pero se hicieron muchas cosas importantes en la ciudad, como la forestación completa del cerro Caracol, la pavimentación de calles en las poblaciones, o el cambio de la arborización del centro.
Como alcalde, además nunca recibí alguna amenaza, pese a que yo era un alcalde de terreno que salía mucho a las poblaciones (...) Y diría que durante el período que yo estuve en el cargo, fuera de las cuestiones de carácter noticioso, nunca en mi caso personal tuve conocimiento de situaciones de fuerza de las que conocimos después todos los chilenos, llámese personas desaparecidas o tortura, ese tipo de cuestiones más violentas. Nunca tuve información que me condujera a pensar que existían este tipo de cuestiones. Por terceros supe que mataron a tal y tal persona, pero eran corrillos, nada oficial, Créame (...) Nosotros estábamos abocados en nuestras cuestiones por una vía civil, sí con un buen vinculo con los militares. Hubo una gran autonomía de parte del gobierno militar, es decir, no tengo recuerdo de peticiones o imposiciones.
Uno siempre piensa que pudo haber hecho las cosas mejor. Ese es un sentimiento que toda persona de bien debe llevar. Eso sí, de las cosas que yo hice no hay ningún arrepentimiento, porque lo que hicimos como civiles en el gobierno militar fue, a mi modo ver, una gran obra que permitió llevar adelante el desarrollo del país y mejorar condiciones sociales, culturales y económicas. Ningún historiador serio y responsable puede negar que allí se fundaron las bases sólidas que permitieron elevar las condiciones del país".
Escenario nacional y falta de diálogo
"La situación actual está bastante compleja, porque hay una división muy fuerte en la sociedad chilena. Hay una polarización tremenda que se ve gatillada por fuertes embates de parte del actual gobierno, pero también de gobiernos anteriores. No hay vocación de diálogo mayor entre las fuerzas políticas. La visiones ideológicas son diferentes, entonces es difícil lograr un diálogo permanente y fecundo. Creo que hay que buscar el diálogo, algo que le ha faltado a la clase política, pues hay exceso de confrontaciones que no permiten ejecutar los proyectos que el país necesita.
El escenario está muy complicado, pero espero y confío en que en algún momento salgamos de estas situaciones tan difíciles, y que la oposición y el oficialismo se pongan de acuerdo. Creo que (en el caso de la UDI) hay que mejorar las condiciones de voluntad de diálogo, buscar la posibilidad de dialogar con los adversarios políticos. Eso hay que intentarlo y no sólo tener unidad dentro del propio sector. Hay que buscar puentes".