Alberto Sartori, arquitecto de la Universidad de Chile, fue uno de los mejores docentes de arquitectura que ha tenido nuestro país, siendo reconocido el año 2000 como el mejor profesor del siglo XX con el premio "Sergio Larraín García-Moreno". En una de sus tantas correcciones, le comentaba a un estudiante, con la energía que lo caracterizaba, que la arquitectura, los edificios, no se unían simplemente con pasillos, sino que con buenos espacios. De alguna manera, la ciudad también.
Este año, en nuestra Región, se comenzó a trabajar en el proyecto City Lab Biobío, articulando al Gobierno Regional, al Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), a la Corporación Ciudades de la CChC y a tres universidades de la ciudad, en un laboratorio conjunto que tiene por objetivo analizar problemáticas en diferentes barrios del Gran Concepción y con ello proponer soluciones que puedan ser simuladas anticipando y evaluando escenarios de desarrollo urbano.
Como punto de partida se eligió una de las zonas más emblemáticas de la ciudad, con los barrios de Pedro de Valdivia Bajo, Aurora de Chile y Pedro del Río Zañartu, el Teatro Regional y el Parque Bicentenario. Este polígono presenta diversas problemáticas, pero, seguramente, una de las más significativas es la falta de continuidad urbana entre el centro de la ciudad y este borde de río a partir del corte que genera la línea del tren. Junto con ello, se proyecta el puente Chacabuco, que cortaría nuevamente este sistema de barrios, pero de manera transversal.
Las soluciones más convencionales para conectar zonas de la ciudad fragmentadas son autopistas, calles o pasarelas, dependiendo de la escala. En la filosofía de Sartori, estas podrían ser los pasillos. Y, efectivamente, conectan la ciudad. Sin embargo, esta lógica piensa sólo en la movilidad, pero no en la espacialidad, cuya condición debe ser ineludible para unificar zonas generando continuidad urbana por sobre conexiones.
En el caso específico de este polígono, hay que pensar en el concepto de continuidad, generando un polo de atracción a través del espacio público, equipamiento significativo que complemente el Teatro, valorar las ruinas de la exfábrica Caprice, entre otras estrategias programáticas que consoliden la relación del barrio con el río y, por consecuencia, con la ciudad. De alguna manera, no estar en "desventaja" urbana entre un lado y otro, o mejor aún, diluir el límite.
El hecho de que la ciudad de Concepción haya "negado" su relación histórica con el río y hayan sido justamente estas poblaciones las primeras en radicarse en el borde, permite proyectar una ciudad integrada entre vivienda social, equipamiento de relevancia como el Teatro, y un borde de río que debe ser activado, generando valor urbano y equidad socio-espacial.
Si este polígono logra convertir las problemáticas en oportunidades, consolidando una pieza de valor social y urbano, y logra garantizar una continuidad urbana con la ciudad a través de espacios de calidad por sobre conexiones vehiculares o peatonales, seguramente dejará de ser un borde o "periferia", y se generaría, al fin, un centro de atracción de carácter metropolitano.
Esta zona elegida por el City Lab reviste una serie de desafíos sociales, de movilidad, de desarrollo, pero sin duda el lograr estrategias que garanticen la continuidad de la ciudad, que no se logra con simples "pasillos", se hace fundamental para integrar en la ciudad una zona que siempre ha estado "detrás de la línea".