Cecilia Vicuña: el triunfo del arte inestable y efímero
La artista fue nombrada doctor honoris causa de la Universidad de Chile, tras exponer en el Museo Tate de Londres y la Bienal de Venecia. Once de sus 15 libros hasta hace unos años sólo contaban con ediciones en el extranjero.
Por Valeria Barahona
Escribir es como tejer. Exige cierto ritmo con las palabras, una coordinación en los giros, saber cuándo dejar un espacio en blanco y en qué momento es necesario un nudo, un punto aparte o un nuevo capítulo. Esta unión entre ambos oficios la logra con éxito la artista chilena Cecilia Vicuña, quien a comienzos de mes recibió una de las máximas distinciones académicas: doctor honoris causa de la Universidad de Chile, luego de, hace poco más de un año, ser la primera compatriota en ganar el León de Oro de la Bienal de Venecia, una de las muestras artísticas más importantes del mundo.
"El arte y la poesía son las armas de la humanidad despreciada, el único vínculo que nos queda con las calidades profundas del sentir-pensar humano, del percibir y tomar conciencia de nuestro ser en el tejido de la vida", afirmó la también escritora de 75 años al recibir la medalla de la Casa de Bello. "Me parece algo maravilloso, inesperado. Realmente nunca me hubiera imaginado que esto pudiera ser posible. Creo que refleja un cambio de actitud hacia la creación de las mujeres de parte de la universidad, no solamente por tener a la primera rectora mujer (Rosa Devés), que es una gran científica, sino por honrar a una poeta como yo, que ha sido censurada, marginada durante tantos años. Es un acto maravilloso", agregó.
La obra de vicuña
Con su característica sonrisa, la artista que ha plasmado la defensa de los derechos de las mujeres y del medio ambiente en decenas de exposiciones, intervenciones y alrededor de 30 libros, entre obra visual y poética, esta semana inauguró en el Museo Nacional de Bellas Artes (MNBA), en Santiago, la muestra "Soñar el agua. Una retrospectiva del futuro (1964 -)", en cuyo ingreso se ubica la instalación "Quipu menstrual (la sangre de los glaciares)", realizada con lanas naturales teñidas a mano en tonos rojos y terracotas.
La escritora, radicada en Estados Unidos desde la década de los '80, afirma que el quipu, es decir, el registro de contabilidad de las primeras civilizaciones andinas, formado por nudos en hilos de algodón -el Museo Precolombino, en el centro de Santiago, conserva algunos en excelente estado-"fue mi primera obra precaria", al no contar nada, "una cuerda vacía". Sin embargo, Vicuña agrega que "oraba haciendo un quipu, ofrendaba el deseo de recordar", porque "la ofrenda es el deseo, el cuerpo es metáfora nada más".
La búsqueda de lo inestable, lo efímero, la artista la lleva también a lo material, en solicitudes como la publicada en diversos medios de comunicación durante marzo, donde invitaba a la ciudadanía a ser parte de su retrospectiva llevando "basuritas" al MNBA de color rojo, o restos de plantas secas, hongos, ramas, semillas, minúsculas o medianas de todo tipo, "sobre todo de plantas nativas, endémicas de Chile", ya que los quipus y otras obras de la retrospectiva permanecerán en Santiago hasta comienzos de septiembre, para luego viajar a Buenos Aires y Sao Paulo.
La palabra es un hilo
La también ganadora del Premio Velásquez de las Artes Plásticas afirma en sus versos que "la palabra es un hilo y el hilo es lenguaje", ambas son "formas vibratorias en el espacio y el tiempo. /Actos de unión y separación. /La palabra es silencio y sonido. /El hilo, lleno y vacío", donde "la tejedora ve su fibra como la poeta su palabra. /El hilo siente la mano, como la palabra la lengua".
"La tejedora está leyendo y escribiendo a la vez /un texto que la comunidad sabe leer", mediante sus quipus y otras formas de anudar. "Un textil antiguo es un alfabeto de nudos, colores y direcciones que ya no podemos leer", sostiene Vicuña, en una suerte de argumentación sobre recuperar el lenguaje plástico de Los Andes.
La poeta de trenzas canosas, en una entrevista disponible en la página web del Ministerio de Relaciones Exteriores, señala además que "las obras de arte son para la divinidad y nosotros, los humanos, aprovechamos sus restos materiales", como los usados en sus quipus de 27 metros colgados hace unos meses en el Museo Tate Modern de Londres, una de las cuatro mayores galerías en Inglaterra.
La intervención titulada "Brain forest quipu" contaba además con música y videos, porque "la Tierra es un bosque de cerebros, y el quipu abarca todas sus interconexiones", dijo Vicuña en la inauguración.
La Bienal de Venecia, semanas antes de la exposición en Gran Bretaña, reconoció el trabajo de Vicuña como un "camino con precisión, humildad y obstinación, anticipándose a muchos debates recientes sobre la ecología y el feminismo, e imaginando nuevas mitologías personales y colectivas", condensados en la muestra "NAUfraga", hecha especialmente para la ciudad italiana con sogas y desechos encontrados en sus famosos canales, donde las construcciones se están hundiendo por el cambio climático. Allí, en un muelle, para celebrar puso un dibujo a gran escala de los ojos de su mamá.