Fin de la emergencia sanitaria
Hace unos días la Organización Mundial de la Salud declaró el fin de la emergencia de salud pública en el mundo, por la pandemia de covid 19. El doctor Tedros Adhanom Gebreyesus, director general de la OMS, aclaró que esto no significa que covid 19 haya dejado de ser una amenaza para la salud mundial y, por el contrario, sigue siendo una prioridad de salud pública global.
La declaración de que el coronavirus ya no constituye una emergencia de salud pública de importancia internacional implica que es el momento que cada país pase del modo de emergencia al manejo y control de la enfermedad junto con otras patologías de tipo infeccciosa, porque, el covid no ha terminado. El riesgo continúa. Por esa razón, los países, ni sus sistemas de salud, al igual que sus poblaciones, pueden bajar la guardia.
Recientemente se habían cumplido tres años desde que el coronavirus se propagó por el mundo a partir de febrero de 2020, y desde entonces ha habido más de 755 millones de casos de contagios y más de 6,8 millones de muertes en el orbe. En Chile, desde que se inició la pandemia, se han registrado 5,1 millones de contagiados, mientras el número total de fallecidos asciende a 64.197.
La OMS recomienda conservar lo ganado en términos de capacidad nacional y prepararse para eventos futuros, con el fin de evitar un ciclo de pánico y descuido. Integrar la vacunación contra la enfermedad en los programas de vacunación a lo largo del curso de vida, y mantener las medidas para aumentar la cobertura de la vacunación para todas las personas de los grupos de alta prioridad.
El mundo pasó de tener grandes interrogantes respecto a esta enfermedad desconocida hasta entonces, a adquirir experiencia, desarrollar la ciencia y la investigación hasta encontrar un mecanismo de inmunización. Durante este período se ha investigado y se han producido vacunas para el virus inicial y para las variantes que aparecieron posteriormente, que permiten tener ahora mayores certezas.
Chile se convirtió en uno de los líderes del proceso de inoculación a su población, y ya se ha retornado a la normalidad. Las vacunas permitieron que las duras restricciones que marcaron los dos primeros años se flexibilizaran, como el uso de mascarillas, evitar las reuniones sociales, e incluso pedir un pase para salir a comprar.
La mascarilla no sólo fue un elemento clave para la protección individual y colectiva, sino que se transformó en un símbolo de esa guerra contra la pandemia. El sector Salud tuvo que aprender de la nueva y desconocida enfermedad e ir desarrollando sobre la marcha campañas de promoción de conductas preventivas, manejo clínico del virus y rehabilitación de los pacientes que lo contrajeron.
No obstante hay que considerar que cada día el Ministerio de Salud informa sobre la aparición de entre cien y ciento cincuenta casos en Chile. Sin embargo, hay elementos positivos que quedaron del aprendizaje: las personas ya saben cuáles son los factores de contagio, algunos tienen la precaución de utilizar mascarillas cuando están con un cuadro viral para no contaminar, y la población adulta mayor y con enfermedades crónicas siguen manteniendo las medidas de prevención, tal como se puede observar en las calles, en los buses o en el comercio. Asimismo, es destacable que en los centros de salud se hace obligatorio el uso de la mascarilla y las personas han sido respetuosas de esa medida.
El fin de la emergencia sanitaria no implica que la pandemia haya finalizado, sino que sigue su curso, transitando a quedarse como otra afección viral de carácter endémico como la gripe, que produce enfermedad y riesgo de morir, especialmente en grupos de mayor vulnerabilidad como son los adultos mayores y quienes tienen padecimientos crónicos o que debilitan la respuesta de defensa inmunitaria. Y en ese sentido, el uso de la mascarilla en ciertas circunstancias es necesaria.
El fin de la emergencia sanitaria no implica que la pandemia haya finalizado, sino que sigue su curso, transitando a quedarse como otra afección viral de carácter endémico como la gripe.