Mercado Central: a 10 años de un incendio que recién se calma
A días de cumplirse una década de la tragedia que obligó el traslado de los comerciantes, las autoridades recién se encuentran y avanzan de manera más decidida en la recuperación del emblemático espacio penquista consumido por las llamas.
Por Nicolás Álvarez Arrau / nicolas.alvarez@diarioelsur.cl
La construcción del que fuera el Mercado Central de Concepción se remonta a la década de 1940. Fue obra de los arquitectos Tibor Weiner y Ricardo Müller, en el marco del proceso de reconstrucción del terremoto de 1939. En 3.600 metros cuadrados, albergó a comerciantes dedicados a la venta de frutas, verduras, carnes, mariscos y pescados. La ropa, las flores, las mascotas y los electrodomésticos también se sumaron con el tiempo. Y para qué hablar de las cocinerías. Hay quienes, en tanto, recordarán de una forma más entrañable la promoción de completos y leche con plátano que en algún momento llegó a costar sólo $1.000, o incluso menos. Aquel espacio, céntrico en toda la extensión de la palabra, se transformó en un lugar de encuentro imborrable, pero hoy no queda más que una gigante estructura desnuda, el esqueleto de un elefante que a pesar de los años sigue inalterable para recordar algo al transeúnte que diariamente lo observa.
Esa misma vista estropeada sigue ahí desde la mañana del 28 de abril de 2013, hace casi diez años, cuando las llamas consumieron gran parte del establecimiento. Pese a la conmoción que causó el evento, las autoridades de la época no supieron sacar adelante el proceso de reconstrucción del edificio y reincorporarlo al quehacer penquista. Enredos aquí, enredos allá, fue posible, más de tres años después de la emergencia, poner en marcha un mercado provisorio de dos pisos para que 169 recintos tuviesen un lugar fijo en donde ofertar sus productos y servicios, pero a casi siete cuadras de distancia y en un extremo de la ciudad. En principio, se esperaba que este nuevo espacio funcionara temporalmente mientras se encontraba una solución definitiva, de hecho, la idea era que sólo estuviese operativo hasta octubre de 2019. A la fecha, sin embargo, el panorama sigue siendo el mismo, aunque las autoridades parecen mostrar mucha más voluntad para retomar el camino de la reconstrucción.
A nada de cumplir una década del incendio, y a casi siete años de la puesta en marcha del "Mercado del Gran Concepción" ubicado al costado del Gobierno Regional, parte de los antiguos locatarios que todavía se mantienen firmes al paso del tiempo -tanto accionistas como arrendatarios- recuerdan con EL SUR el día de la emergencia, sus infortunios y las recetas que les han permitido sobrevivir en un contexto marcado por la escasa presencia de público y bajas ventas.
Realidad de los locatarios
Son las 12:15 horas del miércoles 19 de abril y el primer piso del mercado provisorio está notoriamente vacío, sobre todo si se compara con el movimiento de público que había en el viejo mercado. Es un lugar un poco oscuro y parece estar lleno de callejones metálicos que dan salida a todas partes. El poco movimiento que hay proviene de tiendas que a esa hora son atendidas por sus propios dueños: verdulerías, abarrotes, artesanías. Se observan muchas otras puertas, pero están cerradas. Varias son usadas como bodegas, según atestiguan algunos comerciantes, los pocos de la planta baja que quisieron hablar con la prensa.
Arriba hay más movimiento, en las cocinerías. Aunque los asientos y mesas están completamente vacíos -son las 12:30 horas-, la música tropical y las empleadas de esos negocios generan un bullicio a tono al momento de ver a un posible cliente. Algo de vida representa eso. Víctor Irribarra, accionista del mercado antiguo y encargado del local "Donde Vitoco", negocio dedicado a la venta de platos marinos, recuerda que el día del incendio fue traumático y que hasta el día de hoy lo pone nervioso escuchar la sirena de un carro bomba. "Lo pasamos mal en todo sentido, emocional y económicamente", dice.
Si bien su estadía en el nuevo espacio no ha sido negativa del todo, más bien por un tema de trayectoria que ya cruza los 40 años, reconoce que el cambio sigue significando una etapa difícil para muchos de sus colegas que ven una caída notable en las ventas. "En el viejo mercado teníamos ventas en la mañana, al mediodía y en la tarde, pero acá es sólo al mediodía, entonces hay que aprovechar bien eso. Las ventas han bajado en un 70% respecto a lo que teníamos allá y hay rubros que, además, no funcionaron, como las carnicerías o rotiserías (...) Nosotros estamos haciendo patria", precisa el comerciante.
Irribarra agrega que la estructura que los alberga en la actualidad no está hecha para resistir más años, pues ya están colapsando algunas cañerías y desagües, algo de lo que sí se ha hecho cargo el municipio, asegura. Sobre su futuro, desconoce muchas cosas. Sí sabe que existe un punto de encuentro entre las autoridades para construir un nuevo edificio, uno definitivo, pero carece de claridad acerca de las condiciones que tendrán los accionistas como él. "Yo espero volver a mi espacio, aunque sé que antes de eso pasarán unos buenos años", comenta.
Marisol Loyola, encargada junto a su marido de "La picá de los Lagos", recuerda que era domingo cuando la llamaron por teléfono para decirle que su única fuente de trabajo se estaba quemando. Desde aquel instante nota diferencias enormes y asegura que nunca su negocio volvió a ser lo mismo. "Allá solíamos vender todo el día. En la mañana eran los picarones, los caldillos, luego los almuerzos y la once, era algo de todo el día. Lo que nos falta acá es mucha publicidad, porque pese a los años que llevamos hay un montón de gente que no tiene la menor idea de que el mercado está en este lugar. La Municipalidad no dice ni una cosa", reclama la emprendedora, quien como pudo debió aferrarse a las redes sociales para hacerse de una herramienta que le ayudase a promocionar sus platos. Facebook, en su caso, fue fundamental.
En estos últimos años, una de las cosas que más cuestiona es la falta de compromiso de las autoridades y la falta de información respecto a los procesos que se avecinan. "Vemos que no hay nada. Sé que hay reuniones con autoridades y entiendo que en marzo iban a empezar a limpiar, pero no sé a qué marzo se refieren porque no vemos nada. Seguimos esperando y acá no llega mucho público y todos tenemos que intentar agarrar al cliente y pelear, o de lo contrario no se vende. Me gustaría poder volver al centro", plantea Loyola.
Cuenta también que una vez que se instalaron en la nueva estructura hubo varios compromisos de las autoridades que apuntaban a una mejor publicidad para dar a conocer el mercado provisorio, además de poner a disposición taxibuses gratuitos que vinieran desde el centro penquista para facilitar la llegada de los comensales, "pero eso tampoco se cumplió".