Especialistas diagnostican culpa, angustia y estrés entre afectados por incendios
Un 12% de los damnificados deberá recibir atención especializada a futuro, pero el resto presenta evoluciones acordes a lo esperado.
Por Estefany Cisternas Bastías
Ver el fuego acercarse, atestiguar las llamas consumiendo todo a su paso, perder un hogar e incluso a un ser amado; es impactante para una persona. Enfrentarse a un mega incendio no sólo culmina con pérdidas materiales, también tiene consecuencias emocionales y mentales.
Entre los habitantes de Santa Juana es sabido que cada cierto tiempo los incendios forestales afectarán a la localidad, pero nada los preparó para sobrellevar el impacto y el trauma de la catástrofe que ocurrió en febrero.
Ante la emergencia, el equipo psicológico de la comuna no dio abasto en la contención, por ello -tras el primer día de incendios- acudió en ayuda la Unidad de Psicotrauma del Servicio de Salud de Concepción (SSC), y ya se han entregado cerca de 600 atenciones.
El psiquiatra y jefe de la Unidad de Psicotrauma del Servicio, David Provoste, observó en terreno que un "gran porcentaje de la población tenía un impacto emocional intenso debido a la situación, y en la medida que han pasado los días eso se ha ido estabilizando".
También establecen que entre las víctimas de la catástrofe, al menos un 12% de ellos deberá continuar y recibir atención especializada a futuro. A pesar de todo, se reconoce una evolución comprensible en la recuperación de ellos.
Otra característica positiva y destacable es que incluso en estos difíciles momentos, se ha manifestado una resiliencia comunitaria, los vecinos ayudan a otros, se reúnen en beneficio de otros damnificados dando batalla a la adversidad.
La psicóloga de la Dirección de Administración de Salud (DAS) de la comuna, Javiera Muñoz, relató que en un principio se vio el pesimismo, pero "con el tiempo hemos visto a las personas más esperanzadas en recuperarse, y tiene que ver con cómo la comunidad se ha solidarizado con sus vecinos".
La asistencia -principalmente- ha estado orientada en la primera ayuda psicológica y de comprensión emocional, y debido a que la gran mayoría de los afectados pertenecen a zonas rurales, los profesionales deben ir personalmente a cada sector.
Emociones identificadas
Las atenciones se han centrado principalmente en los grupos más perjudicados: víctimas directas que resultaron quemadas por el fuego, familiares de aquellos que fallecieron, quienes perdieron sus viviendas, sus terrenos, cosechas y/o animales.
Además de la conmoción emocional, las personas están agotadas. Debieron movilizarse para salvar sus bienes y ayudar a los demás desde un comienzo, hay estrés y frustración, porque creen que sus esfuerzos no son suficientes.
Reconocen igualmente una angustia ante la privación de la rutina, debido a que "la gente que estaba acostumbrada a alimentar sus animales por las mañanas o regar su huerta por las tardes, y perdieron esa rutina que era un sustento económico para la gran mayoría", especificó la psicóloga Muñoz.
Las personas presentan alteraciones del sueño, están hiper vigilantes, sufren de ansiedad patológica, sienten miedo o tienen un estado de ánimo irritable. Al comienzo, gracias a la adrenalina, muchos no sintieron malestar físico, pero ahora sufren de tendinitis, lumbagos y contracciones musculares debido a la carga física que llevaron al prestar ayuda para salvar sus hogares.
En aquellos que tuvieron la fortuna de salvar sus hogares, se observó un sentimiento de culpa, al tener una casa, una cama y una ducha, sabiendo que otros están durmiendo bajo una carpa y que no tienen un baño.
Otros afectados
Desde la unidad también están preocupados del bienestar infantil, por ello se generó una alianza con el Departamento de Administración de Educación Municipal y se implementan estrategias con los docentes.
A ello se le incorpora tácticas para intervenir entre los funcionarios del hospital de Santa Juana y del municipio, quienes son consideradas víctimas terciarias de la catástrofe.
"Consideramos que estas atenciones son insuficientes, es mucha la gente necesitada aún, es un trabajo de contención inicial y hay que darle continuidad en el tiempo", sentencia el psiquiatra Provoste.