Abogado planificó el futuro de Chile mirando su ventana
"La paz china" (autoedición) de Nicolás Medina Cabrera nos arroja a una pesadilla del control social, ambientada en nuestro país, en las próximas décadas.
Por Cristóbal Gaete
¿Qué será de Chile en 20 años? Pocos nos atreveríamos a decirlo, pero el escritor chileno Nicolás Medina Cabrera si se atrevió a tentar un camino futuro en "La paz china" (autoedición), que proyecta una distopía donde nuestro país -y occidente- está bajo el control del gigante oriental.
Nicolás Medina es abogado, y cursó estudios de literatura creativa en Barcelona. Si bien solo ha publicado los cuentos "Cóndor rebobinado" (La Pollera, 2021), ha conseguido varias distinciones: Roberto Bolaño (2013), Pedro de Oña (2013), Juegos Literarios Gabriela Mistral (2011 y 2018) y Mejores Obras Literarias del MINCAP (2020). "La paz china" fue finalista de dos de estos concursos antes mencionados, Oña y Mistral el 2021.
En su carrera, Medina ha traducido a Jack London, Ambrose Bierce, Frederick Douglass y Philip Dick. Sin duda en su nuevo libro se siente la influencia de este último (que con sus novelas dio pie a adaptaciones cinematográficas tan icónicas como "Blade Runner", "Total Recall" y "Minority Report". La lógica de Medina es crear un futuro que parezca tan imposible como cercano. Y lo hace en un estilo literario que se aleja de la ciencia ficción dura.
A continuación, algunas líneas de la novela que muestran lo anterior: "La vieja me miró hacia arriba, entrecerrando los ojos risueños y arrugándose. Desde su risa desdentada salió un dardo pacificador. El dardito quedó colgando de mi hombro y me desmoroné lentamente".
Uno de los méritos de la novela es lo extraño de su lenguaje. Por ejemplo, para describir el amor, escribe: "Confusión mamífero evolutiva". Acerca del encuentro de esta voz narrativa tan particular, Medina señala que "fue azaroso. Pura chiripa. Me ponía a escuchar música de ambiente futurista y cerraba los ojos en una antigua oficina de Santiago centro. En invierno la noche caía justo al final de mi jornada laboral. Me quedaba frente al escritorio, solo, quieto, paladeando visiones de hipotéticos mañanas. De pronto abría los ojos y la ventana estaba salpicada de luces rojas, verdes y violetas".
"La paz china" lleva lejos su broma. Es cosa de ver los comentarios en contratapa, en la que firman el "Clon n° 2 de Noam Chomsky", "Britney Spears III" y el "cadáver criogenizado de Paulo Coelho". Este último afirma que "no es exagerado decir que Pedro Rodríguez merece la inmortalidad literaria". Además, se informa al interior que la novela inspira una serie en "Google TV-5D y arrasó en los premios Amazon-Spielberg del año 2061".
Pedro Rodríguez es el otro nombre que aparece en la portada, otro invento del delirio literario de Medina, porque es el protagonista y al mismo tiempo el escritor de esta "novela autobiográfica".
En "La paz china" Rodríguez tiene su propia solapa autoral, que inicia informando que es "jubilado forzosamente como burócrata obsoleto en la primera razzia de ajustes laborales, comenzó a ganarse la vida como anticuario ambulante". Gracias a ese rubro, se moviliza por distintas ciudades del país. La aventura cruza Valparaíso y el desierto nortino, convertido, para ese futuro imaginario, en una selva.
Un raro futuro
A Medina, este mañana le parece posible: "Esta novela la escribí entre 2014 y 2017. Ya entonces me reverberaba en la cabeza una idea triste: los latinoamericanos somos ciegos y no vemos nada hasta que nos revienta en las narices. El panóptico total está ahí, a la vuelta de la esquina. China será el primero en domar ese futuro porque avizoran, literalmente avizoran el porvenir, lo venidero, honran una tradición milenaria de tomar decisiones complejas ponderando cada factor posible".
En la distopía de Medina, la reflexión humanista no tiene cabida, mientras los habitantes siguen colgados (como ahora) de sus aparatos móviles. Consultado por cómo decidió qué rubros existirán más adelante, afirma que fue "con delirio intuitivo. Una modesta intuición que se basa en los avances tecnológicos que han trocado nuestras vidas cotidianas: las cámaras ubicuas, los teléfonos, la inteligencia artificial, el triunfo de lo sensorial por sobre lo razonado. El diseño farmacéutico venciendo nuestra voluntad".
Los medicamentos son claves en "La paz china". De visita en Valparaíso, Rodríguez se hace parte de una protesta que es disuelta con dardos erógenos y de distintos tipos de serotonina, que terminan con los manifestantes en una orgía. Medina profundiza:
"En el texto, las drogas suministradas por las autoridades chinas aseguran la existencia de unos súbditos chilenos aletargados y felices y exclusivamente preocupados del placer sensorial. Puede sonar a pura ciencia ficción, pero es una técnica probada de control social, de adormecer conciencias y/o de destrucción de un Estado. Ocurrió en China en el siglo XIX, cuando gran parte de su población vivía minimizada por el opio. Sucedió con la heroína y el crack en los barrios negros de EE.UU. Ocurre en Latinoamérica. Pero se puede dar otra vuelta de tuerca, porque un Estado maquiavélicamente sabio aspirará a tener el monopolio efectivo de las drogas", elucubra el autor.
Respecto a si considera nuevamente crear una identidad para sus futuros libros, promete que será "cada vez que pueda. El narrador de una ficción siempre es alguien distinto al autor, aún cuando quien escribe no lo sepa. Esto viene desde el Quijote: Cervantes no narra esa novela insuperable, sino Cide Hamete Benengeli, un alter ego, el personaje más importante de la novela. Por eso y otras cosas quiero seguir el ejemplo de Pessoa y sus heterónimos", confiesa Nicolás Medina.