Mejor Niñez y trabajadores confrontan miradas respecto a la evaluación del servicio a un año y medio de su inicio
La directora regional (s), Virginia Alvayay, indica que la evaluación es positiva. Los trabajadores, sin embargo, dicen que hay un colapso y que se requieren medidas.
Mejor Niñez comenzó a operar a partir de octubre de 2021. Su puesta en marcha se dio con la misión de reemplazar al Sename en materia de protección y garantizar así la el resguardo de niños, niñas y adolescentes amenazados o gravemente vulnerados en sus derechos. A casi un año y medio del hito, sin embargo, los cuestionamiento del nuevo modelo siguen, más aún a causa del último episodio que terminó con un menor de 17 años formalizado por un incendio en la Residencia Castellón de Concepción y otro joven de 16 años con graves quemaduras en su vía respiratoria.
En medio de estos cuestionamientos, la directora regional (s) del Servicio de Protección Especializada de la Niñez, Virginia Alvayay, precisa que todavía hay un período corto de implementación, sobre todo considerando la envergadura de las metas planteadas en este nuevo modelo. Pese a todo, destaca que la evaluación que hay a la fecha es positiva, tanto a nivel nacional como regional, lo que a su juicio queda demostrado en las cifras que maneja el organismo.
"Nosotros atendemos a unos 11.000 niños, niñas y adolescentes en Biobío bajo dos modalidades. De ellos, 9.500 están en programas ambulatorios y sólo 500 están bajo cuidado alternativo residencial, que en su gran mayoría dependen de organismos colaboradores, es decir, tenemos un porcentaje muy bajo de niños que están en residencias de administración directa. Además, hay casi 1.000 que se encuentran con familias de acogida", sostiene Alvayay.
Agrega que a más de un año de la implementación una de las cosas que mejor evalúan es que el servicio cuenta con una unidad especializada de transferencia técnica que ayuda a expandir capacidades de formación y conocimiento en todos los funcionarios. Las capacitaciones, dice, se han enfocado en temas como trauma complejo, ideación suicida o metodologías de intervención, "y eso ha significado que en la Región hemos desarrollado capacitaciones formales, sistemáticas y permanentes de los equipos. Eso antes no se hacía".
Respecto a lo que falta, la directora regional (s) cree que hay que aprovechar las oportunidades de mejora asociadas a la búsqueda de otras metodologías que requieran una atención más especializada o a tener los dispositivos de salud mental que se requieren en los planes de intervención. "Mejor Niñez no otorga servicios de salud, sólo es proteccional, por lo tanto es una oportunidad de mejora que contemos con esos dispositivos (...) Pero también hay que desarrollar más capacitación especializada, movilizar al intersector y estar abiertos a intervenir con otro tipo de metodologías", subraya.
En Biobío existen cinco residencias administradas de forma directa por Mejor Niñez: dos femeninas, dos masculinas y una de lactantes.
Realidad de los trabajadores
A nivel local, el servicio cuenta con cerca de 400 trabajadores, tanto en la dirección regional como en una de las cinco residencias, según indican las asociaciones de funcionarios. Desde el punto de vista gremial, la evaluación del nuevo modelo es negativa, lo cual además ha tenido un claro impacto en el quehacer de las personas responsables de proteger a los grupos vulnerables.
Julián Quezada, dirigente provincial de la Asociación Nacional de Funcionarios del Servicio Mejor Niñez (Anfusepna), advierte que el modelo de residencias comenzó mucho antes de octubre de 2021 y que hoy el problema está en que en un mismo centro tienen que convivir niños, niñas y adolescentes de distintos perfil, es decir, pacientes psiquiátricos, jóvenes que sólo requieren asistencialidad y aquellos que tienen problemáticas graves de consumo, "lo que hace que sean víctimas de sí mismos en un contexto en que el servicio no logra protegerlos".
"Además, hay un gran número de funcionarios que están con evaluación de enfermedad laboral. A propósito de las situaciones que han debido enfrentar, en algunos casos reiterados por agresiones de chicos, tenemos educadores de trato directo hasta directores de centros que han sido víctimas de agresiones. El servicio no ha logrado establecer protocolos de acción diferenciados respecto a las diferentes problemáticas", lamenta Quezada. El dirigente muestra también su preocupación por la dificultad que han tenido para encontrar familias de acogida y por la "peligrosidad" de que este mismo modelo se profundice en lactantes y preescolares.
El dirigente de la Asociación Nacional de Trabajadores de Protección (Antrap), Gustavo Salas, dice que hay trabajadores que han sido vulnerados, golpeados, estrangulados y abusados sexualmente. "Se suponía también que las residencias familiares se iban a abrir para niños vulnerados, en donde realmente se hiciera una separación de perfiles, pero actualmente tenemos casi cinco perfiles en una misma residencia (...) Si llevamos a los chicos a un sistema asistencial o de urgencia, tienen que esperar hasta cinco horas, y para recibir atención en salud mental tienen que esperar ocho horas. Es difícil trabajar así", cuestiona.
De acuerdo a Salas, en estos momentos las residencias están funcionando con un número alto de funcionarios de reemplazo, ya que el 95% o 98% de los trabajadores permanentes habría presentado licencia médica, según recalca.