Envejecimiento de la población
Chile envejece a tasas aceleradas, fenómeno que tiene repercusiones de salud, económicas y sociales que exigirán revisar la forma en la que hemos construido el país y cómo lo haremos en el futuro.
Esta semana se dio a conocer l último reporte del Observatorio del Envejecimiento de la Pontificia Universidad Católica y la Compañía de Seguros Confuturo analiza la calidad de vida y el aumento exponencial de las personas de más de 80 años en Chile. Hace tres décadas, solo un 11% de la población mayor tenía más de 80 años, actualmente equivale a un 16,4%, y para el 2050 se espera que ascienda a un 28%. Este es un fenómeno que conlleva importantes desafíos, especialmente en relación al bienestar de la cuarta edad.
Si bien hay un aumento en la esperanza de vida, es necesario preguntarse cómo están envejeciendo los chilenos, cuáles son las percepciones en torno a su salud, necesidades materiales y sociales, entre otros aspectos que afectan su bienestar. La población de más de 80 años tiene menores ingresos económicos, mayor presencia de enfermedades crónicas y menor calidad de vida.
La fuerza laboral ha envejecido en la última década, llegando previo a la pandemia a registrar un 50% de trabajadores con edad igual o superior a los 41,2 años, cifra superior a las de países como Uruguay y Argentina, y muy lejos de Brasil, Bolivia o Colombia. Se estima que la población mayor siga aumentando en el país, ya que para el 2050 se proyecta que las personas sobre 60 años serán el 32,1%, casi un tercio de los chilenos, lo que plantea una serie de desafíos que debe abordar la sociedad, que van desde los incentivos a la inserción laboral a cómo se construyen las ciudades, la calidad de la infraestructura urbana y la integración a otros espacios de la vida cotidiana.
Según precisa el reporte, siete de cada diez personas mayores de 80 presentan factores de riesgo o enfermedades crónicas como presión alta, hipertensión, artritis, osteoartritis o reumatismo. El mayor temor de la cuarta edad es la dependencia y, pese a que pueden influir muchos factores, el deterioro en la salud es determinante.
La salud mental también es primordial en dichos esfuerzos preventivos, la sensación de soledad y las relaciones interpersonales influyen en la percepción de satisfacción vital. A pesar de que el 70,9% de la población de más de 80 años vive acompañada, el 42,4% manifiesta tener sentimientos de soledad e incluso falta de comprensión por parte de sus cercanos.
El cambio demográfico obliga a repensar las políticas públicas. Hay expertos que dicen que el país no está preparado para enfrentar este cambio en la pirámide etaria, si se observan indicadores como las pensiones o el acceso a la salud. Asimismo, hay que preocuparse de que las ciudades sean amigables con esta población que envejece y que enfrenta mayores dificultades, como veredas y calzadas en mal estado, que muchas veces son causantes de caídas y accidentes, falta de adaptabilidad en el transporte público, la infraestructura de paraderos, lo que dificulta su día a día.
Consideremos que durante el período más crítico de la pandemia de covid 19, este segmento fue uno de los más afectados, en especial por las cuarentenas, por lo que esas personas se sintieron poco acompañadas.
Asimismo, la crisis de la pandemia y la alta inmigración hicieron aumentar la cantidad de personas que viven y duermen en la calle, a la entrada de las galerías, bajo las marquesinas, debajo de los puentes o pasos sobre nivel, en los quioscos de las plazas o en los accesos a las iglesias. Un informe reveló que del total de personas mayores en situación de calle en nuestro país, el mayor porcentaje se encuentra en la Región Metropolitana (42%), Valparaíso (11%) y Región del Biobío (8%). Generalmente se encuentran más solas, con menos redes, sin oportunidades laborales y con problemas de salud.
El cambio demográfico obliga a repensar las políticas públicas. Hay expertos que dicen que el país no está preparado para enfrentar este cambio en la pirámide etaria, sobre todo en pensiones y salud.