El libro que Claudia Apablaza usó como válvula de escape
El ensayo y novela "Historia de mi lengua" pone el habla y la escritura en el centro de la vida. La autora empezó esta obra porque no podía enfocarse en "La siembra de nubes", su próxima publicación.
Por Amelia Carvallo A.
Con "La historia de mi lengua", Claudia Apablaza logró capear el síndrome de la página en blanco. Estaba en medio de la escritura de "La siembra de nubes" y no podía seguir, se sentía trabada. Así que dio vuelta la página y se centró en sus anotaciones autobiográficas y situaciones cotidianas en torno al habla y la lengua, todo a partir de un tratamiento dental. El cambio de foco funcionó como catalizador, un recurso para seguir adelante. Y así sacó dos obras: una sobre la lengua y otra sobre las nubes.
Apablaza es cofundadora de la editorial independiente "Los libros de la mujer rota" y antes publicó "Diario de las especies" (2008), "La tristeza de la no historia" (2010), "Todos piensan que soy un faquir" (2013) y "Diario de quedar embarazada" (2017).
Actualmente la autora vive en España y está a punto de terminar su doctorado. En estos días celebrará doble: su grado y "La Historia de mi lengua".
Lengua blanda
La "Historia de mi lengua" parte con un proverbio chino: "La lengua resiste porque es blanda; los dientes ceden porque son duros" y pasa a contarnos apuntes de su biografía en marzo de 2022, en Madrid donde vive, cuando llega al dentista para ponerse frenillos.
"Si bien es un libro de apuntes autobiográficos, hay mucho de ello que no está escrito en esa clave directa. Es decir, es una relectura de muchas cosas, momentos y eventos que han sucedido. Las fechas también son parte de esa relectura y reinterpretación. Es un libro en el que está todo mezclado, alterado, está inmerso en esa frontera que es la escritura, lo literario", cuenta.
-El "como se debe" y la "forma correcta" gatillan tu narración, ¿qué pudiste reflexionar sobre esos mandatos?
-El cuestionamiento al mandato es finalmente uno de los gatillantes de toda mi escritura. Si ese motor no existiera, no escribiría. O, tal vez escribiría, pero otro tipo de libros y no libros como este donde se indaga, por ejemplo, acerca de cómo la forma en que pones la lengua dentro de tu boca determina todos los aspectos de tu vida: el cómo hablas, comes, te relacionas con los otros, escribes, lees, tienes sexo.
-Dijiste que con este texto te reconciliaste con tu forma de escribir, háblame más sobre ese proceso
-Desde siempre estoy reconciliada, desde que publiqué mi primer libro de cuentos que se llamó "autoformato". Creo que este libro ("La historia de mi lengua") fue un exorcismo para escribir la novela que publicaré a mitad de año: "La siembra de nubes". Es un exorcismo en el que me saqué una vez más ese fantasma que llevo adentro y que me dice que no sé escribir, leer, que no sé hacer nada. Ese fantasma que evidentemente se llama patriarcado.
- A propósito de "La siembra de Nubes", ¿de qué se trata esa próxima novela tuya?
-Una mujer, científica, investigadora de las técnicas alternativas para generar lluvias, debe dejar el país para ir a una beca en Canadá y en el preámbulo del viaje se enfrenta a su pasado emocional y político. De eso se trata.
El origen
-¿Qué tan esenciales son tus lugares de origen y cómo crees que marcan tu habla?
-Son esenciales. Me crié en un pueblo, en San Francisco de Mostazal, también en Requínoa, en la sexta región, en el campo, en pueblos pequeños. Cuando vives lejos de la capital generas ese vacío, ese hueco, esa distancia, ese espacio en que estás en falta, ese lugar de no pertenencia. Desde ese lugar hablo y escribo.
-Tu vida en España también es un punto de inflexión en cuanto a tu habla y tu lengua. ¿Qué marcas te arroja tu estadía en Madrid?
-Al volver a vivir en España, digo volver a vivir porque ya había vivido entre 2006 y 2012, se reedita la experiencia de ir de un lugar pequeño a una gran capital. Vuelvo a vivir ese tránsito que viví en mi adolescencia cuando fui a estudiar a Santiago: volver a arrojarme a no pertenecer a un lugar, no saber abordarlo del todo desde el lenguaje, generar esa brecha, y volver a ponerlo en tensión en la escritura, en el habla, en el cotidiano, en la vida.
-Este texto también es un ejercicio de memoria, ¿cómo fue ese recordar episodios de tu vida?
-Es un ejercicio de memoria pero desde la escritura. Los episodios siempre están ahí en el recuerdo. Me enfrenté a escribirlos, que es tal vez más duro que recordarlos, porque quedan ahí, de una forma definida, inscritos. El recuerdo te permite hacer variaciones infinitas de un evento.
-También es un repaso por todos los libros que has publicado y las decisiones editoriales tomadas, ¿cómo fue ese tránsito?
-El germen de este libro es repensar desde qué lugar escribimos y hablamos a propósito de algo tan simple como el lugar físico de la lengua. O cómo es que puja nuestra lengua dentro de nuestra boca. ¿Dónde se ubica físicamente? ¿Empujando los dientes, empujando el paladar o ahí dentro en descanso en algún lugar? En esa pregunta está también la edición, que es importante porque si bien escribimos en solitario, luego nos debemos enfrentar a ese otro que es el editor o editora y las decisiones de dos personas frente a un texto. Es decir, la historia de dos lenguas.
-Finalmente, ¿hiciste fonoaudiología?
-Si bien eso es material extratextual y me gustaría decirte que no puedo responderlo, prefiero decirte que no, que no hice logopedia, pero sí continúo mi psicoanálisis.