La última gambeta de O' Rei rumbo a la eternidad
La solemnidad, la efusividad, el canto, el hijo y la madre marcaron la despedida de Pelé, el mejor futbolista de la historia.
Una despedida a la altura de un rey. Pelé ya descansa en paz. El mejor futbolista de la historia dio ayer su último paseo por las calles de Santos, gambeteando en medio de una multitud que cantó y lloró hasta la sepultura de su máximo ídolo.
Miles de personas quisieron despedirse del único que ha conquistado tres mundiales: Edson Arantes do Nascimento, O' Rey.
Eran las 10:00 de la mañana en Brasil cuando las puertas de Vila Belmiro se cerraron al público y la capilla ardiente de un día sobre el pasto del estadio del Santos, a la que acudieron 230.000 personas tras aguantar una fila kilométrica, se daba por clausurada.
En el centro del campo, sobre una carpa, el féretro abierto de Pelé, rodeado de familiares, amigos y autoridades.
El presidente de la FIFA, Gianni Infantino, acudió el lunes y ayer lo hizo el jefe de Estado de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, dos días después de asumir la Presidencia y acompañado de la primera dama, Rosângela da Silva. Ni rastro de las grandes estrellas brasileñas de la actualidad.
El Mandatario participó en una misa informal en recuerdo a "O Rei", fallecido el pasado jueves por un fallo multiorgánico como consecuencia del cáncer de colon que sufría desde 2021.
"La muerte llega para todo el mundo, para los reyes también", manifestó el sacerdote, quien pidió "la vida inmortal en el reino eterno" para el ex futbolista, quien puso a Brasil en el mapa a base de talento y goles.
Cortejo por santos
Finalizada la misa, ocho agentes de la Policía Militar de Sao Paulo, vestidos de forma impoluta, cargaron el ataúd de color negro con detalles plateados a los hombros. De fondo, un toque fúnebre de corneta y el sonido de algunos helicópteros.
Parecía el funeral de un gran líder político. En las gradas ondeaban pancartas gigantes enalteciendo al antiguo delantero, mientras los uniformados llevaban sus restos mortales hasta la parte superior de un camión de bomberos para iniciar el cortejo por Santos.
A la salida del Vila Belmiro, la solemnidad desapareció. En ese punto esperaban decenas de hinchas en efervescencia, equipados con tambores y unas gargantas afinadas. "1.000 goles, 1.000 goles, 1.000 goles", cantaban por los 1.091 que anotó con la camiseta albinegra, entre 1956 y 1974. Parecía una final de la Copa Libertadores. Pelé, por cierto, ganó dos de las tres que tiene el Santos.
El momento más conmovedor fue cuando el cortejo pasó por delante de la casa de la madre de Pelé, Celeste Arantes, que en noviembre pasado cumplió 100 años.
Su estado de salud es delicado y ayer estaba en cama. Los familiares dijeron al sacerdote que ofició la misa de Vila Belmiro que sabe "más o menos" de la muerte de su hijo.
En el balcón de la residencia esperaban parientes y amigos de Pelé, entre ellos su hermana, Maria Lúcia Nascimento. Cientos de hinchas también se arremolinaron alrededor de la casa bajo un calor asfixiante.
En el momento en el que el cortejo pasó por delante de la casa de Celeste, hubo una explosión de aplausos y vítores, que se entremezclaban con oraciones.
Entierro en la intimidad
Sobre las 14:00, el cortejo llegó a su destino: el Memorial Necrópolis Ecuménica, el cementerio vertical más alto del mundo, que parece un bloque de departamentos.
Allí, los bomberos bajaron el féretro del camión y los agentes de la policía lo volvieron a cargar a hombros hasta el interior del recinto, entre los acordes lánguidos de corneta y los vítores de la multitud que se conglomeraba afuera del recinto.
El entierro se produjo en la más estricta intimidad, aunque su nicho seguramente se abra al público próximamente para que Brasil pueda venerar el legado de su "rey" por siempre.