Las horas perdidas mirando cómo se seca un radier
Juan Rodríguez esperaba vacunarse contra el Covid-19 cuando vio una escena que le hizo escribir "Recobrar el tiempo": dos obreros criticando el mandato del jefe de obra, una síntesis de la vida actual.
Por Amelia Carvallo
Esclavitud moderna disfrazada de realización personal, alienación y estructura de dominio del tiempo: el trabajo parece ser la causa de todos los males para Juan Rodríguez, autor de "Recobrar el tiempo" y pluma habitual del suplemento dominical Artes y Letras y la revista Santiago.
Juan Rodríguez estudió periodismo en la UC y también filosofía en la Universidad de Chile.Se graduó con una tesis sobre Heidegger, quien también se asoma en este ensayo al igual que Kant, Nietzsche, Žižek y Byung -Chul Han. Rodríguez también suma a otros autores de la literatura, la política, la historia y también da ejemplos desde el cine y la música.
Son 35 capítulos, algunos con nombres tan provocadores como "El chantaje del sueldo", "El insomnio de las luces" y "Júbilo".
-El título "Recobrar el tiempo", ¿es una alusión a Proust?
-En algún momento se iba a llamar "En ningún lugar existo", como la frase que le dice Rosa Luxemburgo a su pareja en una carta que cito. Es bonita, pero quizás un poco críptica y muy en primera persona. Su sentido, o yo la leí así, es que no existe porque se la pasa trabajando, porque no tiene tiempo para nada más. Si bien ella trabaja, o quizás habría que decir que labora contra el trabajo, contra el capitalismo, igual me pareció una buena descripción de la situación de los trabajadores, o del trabajo como expropiación del tiempo... del tiempo que somos. Pero había que buscar otro título. Y si el problema es que nos han quitado algo, que hemos perdido algo, bueno, entonces el asunto es recobrarlo. Recobrar el tiempo como lo hizo Proust en su libro. O quizás mientras escribía su libro; porque un libro así no sé si se puede escribir cuando uno trabaja.
En un vacunatorio
Cuenta Rodríguez -en el libro- que parte del prólogo lo escribió mientras esperaba su turno para vacunarse contra el Covid-19. Que aunque el germen de este ensayo se remonta más atrás, la escena que vio allí, de dos obreros hablando sobre el secado de un radier y el tiempo que pretendía el jefe que gastaran solo mirando cómo se secaba, era precisa.
Así lo anotó en "Recobrar el tiempo":"Estamos en un gimnasio, un galpón alto y extendido. Imagino que son dos obreros de la construcción (...) Uno le dice al otro:"Cuando hice el radier, quería que me quedara hasta que estuviera seco (...) me tendría que haber quedado hasta el otro día. Iba a estar seco como a las diez de la noche. ¿Me iba a quedar esperando ahí hasta las diez"
"Poco antes de eso oí que el mismo jefe quería que ese día, el de la vacunación, uno de los trabajadores volviera al trabajo. Eran las once de la mañana o tal vez era mediodía. El que escuchaba respondió: 'No, yo trabajo hasta las una.Tenemos derecho a medio día libre. Ahora está en la ley'".
"La escena, en ese momento de cuidado de la salud, en un recinto público, fue muy significativa: trabajadores reivindicando su derecho al tiempo. Creo que toda reflexión nace de la experiencia personal, incluso las que más alejadas parecen del yo. Nietzsche dice que importa menos qué se dice y más quién lo dice. Y como cuento en el libro, a mí no me gusta trabajar. Ese es el origen. Pero no basta, no me bastaba a mí. El trabajo es una realidad que nos toca a todos en todo momento, es lo que ordena nuestra vidas, parece un destino, una suerte de ley natural, es un deber que damos por hecho. Y si le vamos a hacer caso a los que dicen que una vida sin examen no vale la pena, pues por qué no examinar lo que me molesta y lo que nos determina a todos", añade.
-¿Cuál fue tu primer trabajo?
-No sé si contarlo como trabajo, porque fue solo un par de semanas, en La Serena, para juntar plata para las vacaciones: trabajé como empaquetador, no recuerdo el año, pero debo haber tenido 13 ó 14 años. Me iba muy mal intentando amarrar cajas.
-¿Y ya de adulto?
-Tuve una pequeña agencia de comunicaciones. Tenía que revisar prensa, redactar noticias. La plata la usaba para el día a día mientras estudiaba periodismo escrito en la Universidad Católica. Eso fue el año 2008.
-Cuando empezamos a comunicarnos por mail me fijé que pones en el pie de firma tus horarios de trabajo, ¿qué reacciones despierta esa advertencia?
-El correo al que me escribiste es el que uso para el trabajo, por eso pongo los horarios. Podría no incluirlos, pero este año decidí hacerlo, supongo que para tener alguna consecuencia con lo que escribí, con "Recobrar el tiempo". O quizás para intentar decirle al resto que antes y después de eso no trabajo; lo que por supuesto es mentira.
- Viste que digo horario de trabajo, y no laboral. Tú haces una diferencia entre ambas acciones
-Tienes razón. Eso sí, es mi horario de trabajo, no laboral: el tiempo que vendo para vivir. Escribir, escribir porque sí, cuidar a mi hija, lavar la loza… esas podrían ser labores.
-¿Qué haces cuando no haces nada?
-Hago algo: leo, salgo a caminar con mi pareja, vemos tele, pongo ropa en la lavadora, nos juntamos con amigos… En realidad nunca hago nada, me cuesta quedarme quieto, me empiezo a sentir culpable. Quiero reivindicar el lavado de la loza como hacer nada. Se parece mucho a la meditación, o a lo que supongo que es la meditación: estar en una labor repetitiva, con la mente solo en el presente, sin preocuparse de lo que harás luego o lo que estabas haciendo antes. Le leí esa idea a Mario Levrero y le encontré razón.