"Los primeros meses de este Gobierno muestran que la experiencia es necesaria en política"
A un mes del plebiscito, el líder provisorio de la agrupación evalúa el comportamiento de los distintos sectores luego del triunfo del Rechazo y habla de los principios que defenderá en el nuevo proceso constitucional.
Por Mauricio Ávila Cárdenas
Con bufanda amarilla, como se hizo frecuente durante el debate constituyente, el profesor de Literatura Cristián Warnken anunció la creación de un nuevo partido político, al alero del movimiento ciudadano al que este color le dio nombre. Este grupo lleno de rostros exconcertacionistas (Solead Alvear, Gutenberg Martínez, Fulvio Rossi, René Cortázar, Clemente Pérez, entre otros) decidió dar el paso siguiente tras su irrupción pública como "observador" del proceso constituyente, primero, y luego como férreos promotores del Rechazo. Ahora quieren entrar a tener peso en la arena política.
Lanzados ya al proceso de formalización del partido, que todavía no tiene nombre, el exconductor de "La Belleza del Pensar" y columnista explica que aquella frase expresada el día del anuncio, "somos continuadores de la Concertación", no cierra las puertas a las personas que se definen de centro pero están más inclinadas a la centroderecha. "Si bien nos reconocemos orgullosos del legado concertacionista, este partido-movimiento está abierto a todos los que suscriban su declaración de principios, que es mucho más amplia que el clivaje izquierda-derecha o centro. Invito a leer esa declaración", dice con énfasis. Esa declaración de siete puntos hace definiciones sobre su nuevo rol y la manera en la que esperan influir en el debate público.
-¿Por qué decidieron transformarse en partido político, si el origen del movimiento fue alejado de lo partidario y focalizado en un solo objetivo, que era el debate constituyente?
-No estaba en nuestros planes originales ser partido, pero las circunstancias nos empujaron a ello. Nos comprometimos ante los chilenos a, en caso de triunfar el Rechazo, ir por una nueva pero buena Constitución y, sin ser partido, corremos hoy el riesgo de no estar en la discusión de lo que viene y ser finalmente irrelevantes. Queremos aportar a esa discusión, porque Chile no soportaría otro fracaso constitucional.
-Pero la constitución de un partido implica una vigencia más allá del debate constitucional. ¿Cómo se proyectan en los años posteriores?
-Este partido nace con un objetivo principal y urgente, pero en su declaración de principios hay elementos que permiten pensar que podría jugar un rol en la construcción de una alternativa reformista y democrática para Chile. Eso habrá que pensarlo y discutirlo dentro del partido cuando se constituya como tal en los meses que vienen.
-¿Cómo se están organizando, qué le ofrecen al país, hacia dónde quieren crecer?
-Estamos siguiendo todos los pasos indicados por el Servel. Reunimos más de 150 firmas iniciales y una vez que se nos autorice, abriremos una inscripción para que muchos chilenos y chilenas entren a este hasta por ahora partido en formación.
-Hay muchas personas en Amarillos que antes militaron en partidos, que vienen con historia partidista y que incluso ocuparon puestos en el Gobierno o escaños parlamentarios, y muchos también que nunca vivieron esa experiencia. ¿Cómo piensan que será esta convivencia interna?
-Esa es justamente la riqueza de este grupo. Los primeros meses de este gobierno muestran que lo nuevo por sí solo no basta, que la experiencia es necesaria en política. Por otro lado, cuando no hay renovación viene el estancamiento. Han sido muy interesantes y estimulantes las conversaciones entre generaciones en el movimiento Amarillos y entre personas con historia política y ciudadanos sin esa experiencia.
-¿En qué se van a diferenciar de otros partidos? ¿Cuál será su base programática?
-Ya tenemos nuestra declaración de principios. Creo que es un texto que va a identificar a una gran mayoría de chilenos que buscan una alternativa democrática, reformista, de cambio tranquilo… Esperamos ser un partido distinto, que mantenga la frescura y vitalidad de un movimiento, donde impere la fraternidad y la cordialidad. En nuestro partido el tono es tan importante como el fondo; en un tiempo atolondrado y crispado, nuestro tono es mesurado, tolerante y paciente. "Solo con ardiente paciencia, conquistaremos las espléndidas ciudades", dijo un joven poeta del siglo XIX, Rimbaud. Reemplazar la política gritona, del espectáculo y las redes por una política de la escucha.
-¿Cómo evalúa la forma en la cual el mundo político está llevando adelante el nuevo proceso constitucional?
-Todavía es prematuro para emitir un juicio definitivo, pero estaremos alertas y esperamos que la clase política esté a la altura del mandato popular del 4 de septiembre y logre articular un gran acuerdo político nacional que sea la base de una nueva conversación constitucional que no repita los errores de la Convención.
-¿Cómo cree que debiera darse la conversación? ¿Debería involucrar algo que involucre a la fe pública de haber prometido algo que se deba cumplir?
-Todo lo que se prometió y se dijo antes del 4 de septiembre debe cumplirse. Nosotros nos estamos convirtiendo en partido para cumplir nuestra promesa. La derecha, por su lado, asumió compromisos que debe cumplir y quienes fueron derrotados deben hacer una reflexión autocrítica profunda para no volver a repetir los mismos errores.
-¿Qué le parece el debate de los "bordes"? ¿Debieran definirse a priori temas que no se van a discutir?
-Me quedo con lo que dijeron sobre los bordes el ex Presidente Ricardo Lagos y el Presidente Gabriel Boric. La fijación de bordes, fundados en un amplio acuerdo, no puede condicionar la discusión democrática pero sí evitar la tentación refundacional, de cualquier signo, que despierta la hoja en blanco.
-Entonces, ¿estos bordes no los entiende como una limitación a los temas que se pueden debatir? ¿Todos los temas deben estar en la mesa igual? Si es así, ¿para qué entonces están esos bordes?
-Mi opinión personal es que pretender partir desde cero es una actitud presuntuosa y absurda: los países tienen historia, Chile tiene tradición constitucional y republicana. Toda comunidad tiene bordes y reconocerlos es parte de lo que se trata crear una nueva Constitución. Todo se puede discutir y conversar, pero los países no son laboratorios de experimentación sujetos a mayorías circunstanciales.
-¿Cuáles cree usted que son las principales razones por las cuales el proyecto fue rechazado?
-El proyecto fue rechazado porque la Convención se desconectó del país real y privilegió en muchos puntos agendas identitaristas e indigenistas y un ánimo refundacional por sobre los temas que preocupan de verdad al pueblo chileno. El iluminismo de vanguardia se topó con el sentido común y el instinto político moderado de la mayoría del país.
-¿Qué pesó más en el triunfo del Rechazo, estos contenidos que usted señala o un día a día de la Convención que deslegitimó y ensució el proceso?
-La nueva izquierda ha privilegiado lo identitario en vez del "nosotros" más amplio. La agenda identitarista, indigenista, etcétera, traída desde la academia más el impulso refundacional fueron derrotados en todas las regiones del país; en comunas de alto porcentaje de población indígena y en comunas de bajos ingresos. Además, el discurso de la casta y la elite que tan fuertemente ha permeado en la izquierda, se desarma cuando el pueblo lo rechaza con la contundencia que lo hizo el 4 de septiembre.
-¿Cómo analiza la lectura que hizo el Gobierno del resultado del plebiscito?
-La derrota tiene también su dignidad y abre la posibilidad de una resurrección, dijo Camus. Esta es la derrota más profunda que ha sufrido la izquierda en décadas. Un terremoto político que pareciera que la elite de la izquierda más radical lo interpretara cono un mero temblor. Esto amerita una autocrítica de fondo. Es una derrota cultural, no solo política.
-¿Cómo analiza la lectura que hizo Chile Vamos del resultado del plebiscito?
-Los dirigentes más jóvenes de Chile Vamos me parece que han aprendido de anteriores y sucesivas derrotas y eso es una señal de esperanza. Tengo muy buena impresión de (Javier) Macaya, (Diego) Schalper y otros. De los sectores más extremos de la derecha, afortunadamente minoritarios, no puede esperarse mucho, como tampoco de los extremos de la izquierda. Ambos extremos se retroalimentan y se dan sentido mutuamente. Por eso es tan importante que los moderados de derecha, izquierda y centro lleguen pronto a acuerdos.
-¿Está cumpliendo la derecha sus promesas de campaña?
-Una derecha liberal y moderna, sí. Siento que están haciendo un esfuerzo significativo. Las últimas declaraciones de Macaya son muy impresionantes y valientes. Ojalá que primen esos liderazgos y no los que Vargas Llosa llamó una "derecha cavernaria".
-¿Cómo leen los amarillos el resultado del plebiscito?
-El resultado del 4 de septiembre muestra que hay una mayoría de chilenos y chilenas moderados, que quieren cambios y mejoras, pero no refundaciones, que expresaron silenciosamente su voluntad como respuesta al griterío vociferante y soberbio. Fue un "estallido" silencioso, hastiado de los excesos del octubrismo. Una mayoría que estaba huérfana, no representada.
-¿Qué opina del Pablo Iglesias, del Podemos española, y de su visita al país?
-Está en todo su derecho de venir a Chile y conversar con sus pares de acá. Es bueno que nos visiten líderes políticos de todos los sectores a conocer directamente lo que pasó en Chile el 4 de septiembre. A veces la prensa internacional ha entregado visiones simplistas o sesgadas, romantizaciones de lo que fue el proceso constituyente. Falta que en Europa se conozca mejor la realidad chilena.