Denuncias por violencia en los colegios
Después de dos años en que debido a la pandemia de covid 19 predominó el sistema de clases a distancia, en marzo pasado la gran mayoría de los establecimientos educacionales volvieron a las actividades presenciales. Sin embargo, ha sido lamentable que junto con el regreso a la presencialidad haya un incremento notorio de los conflictos entre estudiantes, que en algunos casos han llegado a la violencia física.
En efecto, la Superintendencia de Educación dio a conocer que este año se incrementaron en un 56,2% las denuncias de maltrato físico o psicológico entre estudiantes, en comparación a las cifras registradas antes de la crisis sanitaria. La pandemia afectó la salud mental de los integrantes de las familias y todos los involucrados en el sistema educativo, al estar encerrados en cuarentenas, en situaciones inéditas. Otro informe, de la ONG Internacional Bullying Sin Fronteras indicó que en Chile, durante el 2020-2021, aumentaron en un 40% las denuncias por maltratos físicos y psicológicos, pasando de 3.760 casos a 5.934. Y en nuestra Región del Biobío, sólo en el primer mes de clases del presente año se registraron 83 denuncias por violencia al interior de los recintos de la zona, de las cuales 72 fueron por peleas entre alumnos y once por hechos de connotación sexual. La mayoría de las denuncias se generaron en Concepción, Talcahuano y Los Ángeles.
El matonaje escolar es una de las situaciones más dolorosas para los niños y sus familias, considerando que los menores muchas veces sufren en silencio el ataque. Lo más probable es que esto comience con colocar un sobrenombre, para pasar a las bromas mal intencionadas, mofarse de un compañero por diversos motivos, hasta llegar al acoso constante y finalmente a las agresiones físicas. En los últimos años también se ha pasado al ataque a través de las redes sociales. La Unesco ha estimado que dos de cada diez escolares son víctimas de bullying a nivel mundial y es una realidad que va en aumento. Es un maltrato que deja huellas físicas o psicológicas en los niños y jóvenes, que en casos extremos pueden llevarlos al suicidio.
El acoso es intimidación, persecución y agresión que sufren algunos escolares de parte de sus compañeros. La violencia escolar no es un fenómeno nuevo, pero lo cierto es que tras la pandemia y el encierro, se acentuó. Un estudio realizado hace unos años por el Instituto Nacional de la Juventud reveló que previo a la pandemia, el 84% de los estudiantes declaró que habían sido testigos de las prácticas de bullying en sus escuelas o liceos, lo que reveló que se trata de un problema que ya estaba más extendido de lo que se suponía. Un 61% señaló haber sido víctima de estos actos a través de maltratos verbales (insultos, burlas o amenazas) y el 79% de los entrevistados consideró que los amigos incentivan o presionan para hacer ataques a otros. El 83% de la población encuestada creía que estas manifestaciones contra sus compañeros les hacían sentirse admirados o validados en su grupo.
Los profesores dicen que también existe violencia cruzada, ya que algunos apoderados agreden a los docentes, verbal o físicamente, responsabilizándolos por el rendimiento conductual y académico de sus hijos. La violencia en la escuela es el reflejo de la sociedad. Se tiende a mirar el colegio como un mundo aparte, como si estuviera al margen de la comunidad, pero hay un entorno que hoy es más violento, en la casa, en el barrio, en las calles, y esto se refleja también en las escuelas.
Habría sido necesario que en la Región, antes de iniciar las clases, se hubiese realizado un diagnóstico y diálogo con las comunidades educativas, además de haber tenido un recibimiento gradual de los estudiantes. Pero a raíz de la emergencia sanitaria, las medidas se adoptaron sobre la marcha. También se envió a los colegios un documento de apoyo pedagógico para iniciar diálogos entre docentes y estudiantes, para un trabajo más armónico.
La Superintendencia de Educación dio a conocer que este año se incrementaron en un 56,2% las denuncias de maltrato físico o psicológico entre estudiantes, en comparación a antes de la crisis sanitaria.