Zalo Reyes recibió el adiós de cientos de vecinos y fanáticos en Conchalí
El cantante fue velado en el gimnasio municipal de su comuna: hubo música, afiches, casetes y flores.
La fila para entrar al velorio de Zalo Reyes daba la vuelta a la manzana. Cientos de seguidores querían entrar al gimnasio municipal de Conchalí, su comuna de toda la vida, la que él llamaba "mi barrio" y de la que nunca quiso cambiarse a pesar de que tuvo oportunidades para hacerlo.
Eso fue lo que reconocieron también los vecinos de esa comuna del norte de Santiago, quienes se mezclaron con los fanáticos del cantante de "Con una lágrima en la garganta" y que llegó a la cima de su carrera en el Festival Internacional de Viña del Mar de 1983, en el que tuvo una entrada épica: aparentó una postura de millonario, con sombrero y abrigos como producto de su éxito, para luego gritar "¡No! ¡Yo no soy así! Yo sigo siendo el mismo, el de mi barrio".
Eso no era solo un discurso: fue lo que lo convirtió en un artista diferente que, como dijo a lo largo de su vida, "no me cambio ni de casa ni de barrio".
Finalmente, su casa terminó ubicada en una calle que como homenaje por esa lealtad tomó su nombre: pasaje Zalo Reyes, rebautizado así en 2018 bajo la administración municipal de otro cantante, el alcalde René de la Vega.
Un vecino más
Por eso gran parte de los que asistieron al velorio no lo llamaban Zalo, ni el cantante, ni el artista: hablaban del vecino que habían perdido.
"Yo lo conozco de muy chica. Era muy amigo de mi tía. Da pena que se vaya una persona tan cercana, porque igual terminamos siendo todos familia porque estuvimos tantos años juntos", dijo una mujer que era parte del barrio.
"Era un vecino más. Y así como él nos decía a nosotros también: que era cantante del pueblo y de su gente. Era único", añadió otro residente del sector donde vivía.
Una adulta mayor reconoció que a pesar de que el velorio comenzaría a las 12:30, "me vestí y vine acá a las 10 a esperarlo, como tiene que hacer una buena vecina, un buen vecino: despedirlo con el corazón".
Muchos residentes del triángulo de calles Dorsal, Independencia y Cañete visitaron a la familia del fallecido cantante; y también otros de Catorce de la Fama, Vivaceta, Barón de Juras Reales: su barrio extendido.
Afiches y casetes
Eran indistinguibles vecinos y admiradores. Todos llegaron con algún recuerdo alusivo al "Gorrión de Conchalí". Algún afiche sacado de revistas de los años 80, los casetes que sacó Zalo Reyes con su música durante esa misma época, fotos del cantante en diferentes tramos de su carrera, banderas sacadas de algún cajón de recuerdos de los años en que llenó el Teatro Casino Las Vegas (hoy Teatro Teletón), en el apogeo de su éxito.
También hubo muchas flores. De todo tipo: rosas, claveles, calas y unas pocas violetas, probablemente la que predominará hoy en su funeral, que se desarrollará en el Cementerio Católico de Santiago, y la que llenará su sepultura en fechas especiales como su cumpleaños, el aniversario de su deceso o cada 9 de noviembre, como decía una de sus canciones más populares: "Ramito de violetas".
Y claro que hubo música, como el mismo cantante había pedido para el momento en que llegara su adiós: un escenario se instaló en el gimnasio de Conchalí, por el que pasaron varios artistas para homenajearlo.
Canción del adiós
Fueron múltiples los éxitos de Zalo Reyes. Las ya mencionadas "Con una lágrima en la garganta" y "Ramito de violetas" se sumaron a "Una lágrima y un recuerdo", "María Teresa y Danilo", "Prisionera" y "Motivo y razón", entre muchas otras.
Sin embargo, como una muestra del compromiso que tenía con su gente, con sus cercanos, amigos, familia, vecinos, sus parientes revelaron ayer que más allá de todos esos temas que sonaron mucho en la radio, el ídolo de Conchalí quería que la recordaran por otra, una que escribió cuando era muy joven y grabó durante los años 80: "Cómo quiero a mi gente".