Lecciones desde el carbón: la mirada local frente al cierre de Codelco Ventanas
Jaime Tohá, ex presidente de Enacar, Martín Zilic, ex intendente del Biobío, y Jaime Ramírez, ex minero y dirigente sindical de Lota, llaman a fortalecer el diálogo, los planes de cierre y la unión de los trabajadores para que el proceso experimentado en el norte sea óptimo.
Por Nicolás Álvarez Arrau / nicolas.alvarez@diarioelsur.cl
"Me vino a mi cabeza el recuerdo de lo que nos pasó, que fue difícil y doloroso". Jaime Ramírez, emblemático dirigente del carbón, no escatima en describir su sentir a la hora de comparar la reciente situación de los trabajadores de Codelco Ventanas con los acontecimientos que él y sus cerca de 1.300 compañeros experimentaron el 16 de abril de 1997. Aquel miércoles el Presidente de la República de ese entonces, Eduardo Frei Ruiz-Tagle, anunció el cierre de las minas de carbón en Lota, luego de 150 años de funcionamiento. Aunque han pasado más de 25 años del histórico proceso de cierre, parte de los mineros -que debieron cambiar de forma obligada sus oficios-, traen igualmente al presente recuerdos que en la balanza del tiempo parecen ser más negativos. Sin duda, la reconversión laboral dispuesta por las autoridades no trajo los frutos esperados.
Si bien ambos conflictos no pueden ser comparables, ya sea por los motivos que detonaron cada acción o la característica propia de las empresas a cargo de los procesos productivos , durante la semana los dos eventos fueron confrontados. De hecho, hubo dirigentes movilizados en Quintero-Puchuncaví que indicaron que de no encontrar una solución óptima se convertirían en una especie de "Lota 2". Incluso, la ministra de Minería, Marcela Hernando, tuvo que salir al paso de los cuestionamientos para asegurar que el plan dispuesto para la fundición emplazada en la Región de Valparaíso evitará lo visto en otras partes y que Quintero "no se convertirá en un nuevo Lota, en una ciudad de peluqueros, no".
Desde la Región del Biobío tres actores clave en el cierre de las minas lotinas -y que vivieron en carne propia los embates de aquel instante- miran con atención lo que sucede en Valparaíso, razón por la que entregan lecciones que, sin duda, deben ser asumidas por los organismos públicos y privados que lideran la actual reconversión. Este jueves los trabajadores de Codelco depusieron el paro nacional tras una reunión con la empresa, instancia en la que se acordó la conformación de una mesa de trabajo para abordar el cierre paulatino de la fundición Ventanas. Al menos, las cosas en el norte parecen estar mejor.
Diálogo y planificación
Fue el exdiputado socialista Jaime Tohá quien estuvo a cargo de comunicar la noticia a los mineros de Lota cuando salían del pique tras el primer turno de trabajo, en ese convulsionado abril de 1997. Tohá era el presidente del directorio de la Empresa Nacional del Carbón (Enacar) y a más de dos décadas reconoce que aquel fue uno de los episodios más significativos de su trayectoria en el servicio público. "Lota era el símbolo de la historia industrial del Chile del siglo XIX, de manera que estas eran palabras mayores, pero lo hicimos con el pleno convencimiento de que era lo que correspondía", sostiene.
El diálogo se había extendido unos tres años con los trabajadores, por lo que había un camino recorrido, según recuerda. Aunque, contrario al parecer de Jaime Ramírez, Tohá celebra la mayor parte de los pasos dados: "Nunca en la historia económica del país había habido una negociación que haya entregado los beneficios que brindó esa relación con Lota y Enacar, en particular. Todos los niños, guaguas, e incluso los fetos que estaban en el vientre materno, quedaron con una beca hasta para terminar los estudios universitarios, de manera que hay jóvenes que hace no tanto tiempo concluyeron sus estudios gracias a ese acuerdo. También se garantizó vivienda y salud para todas las familias, fuera de otras regalías de carácter económico".
La gran caída, agrega, estuvo en la reconversión laboral, "en donde hubo voluntarismo, falta de experiencia y un cierto nivel de desconocimiento de la idiosincrasia del minero, y eso no funcionó bien, al margen de que hubo cosas muy rescatables como el centro de formación de Lota o el desarrollo del puerto de Coronel (…) El proceso de reconversión fue un proceso fallido y yo asumo con la corresponsabilidad de que aquello no funcionó bien".
En vista de todo este acontecer, Tohá pone sobre la mesa algunas lecciones para seguir fortaleciendo el proceso iniciado en Quintero-Puchuncaví. Por un lado, dice que es clave evitar que se rompa el diálogo alcanzado y, por otro, entender la situación como un tema mayor, pues de una u otra manera se involucrará una gran cantidad de recursos del Estado al indemnizar a los trabajadores, contratistas y a la pequeña minería que depende de esa fundición. En ese sentido, cree que este es un asunto que no se zanja de forma tan fácil, "y ya para eso hay que estar preparados y tener mucha entereza y lucidez".
Otro rostro relevante de ese momento fue Martín Zilic, intendente del Biobío entre 1994 y 2000. La exautoridad asegura que fueron "muchísimas las reuniones en Lota, pescadas, noches y madrugadas" para discutir con los trabajadores de una empresa que trabajaba con pérdidas económicas importantes y riesgo para sus colaboradores. "Cuando uno enfrenta este tipo de situaciones, lo más relevante es trabajar los consensos con los involucrados, porque el problema no es de números ni cuentas más o menos, de abogados o economistas, sino que de gente que entiende los problemas sociales, políticos, culturales, sentimentales o emocionales que hay detrás de cada una de estas obras humanas", dice Zilic.
El meollo de esta nueva trama está en lograr un nivel de convencimiento que deje satisfechos a los trabajadores, porque en este caso el cierre de Ventanas no se determina por algo en contra de ellos, según explica. Y en ese camino, advierte, será fundamental que las entidades que comandan el proceso sean capaces de estructurar un programa claro que considere metas a un plazo acotado, responsables definidos y objetivos medibles y evaluables en el tiempo para evitar posibles nuevos conflictos.
"Creo que hay que cerrar Ventanas, pero también hay que abrir otra. El tema es que ya el gobierno o Codelco debiese estar discutiendo dónde (…) Hay que partir ahora con ese tema para poner los mejores estándares mundiales, pues si este es un gobierno comprometido con el medioambiente hay que hacer esas acciones. Estos son asuntos complejos que requieren soluciones muy bien planificadas, estudiadas y consensuadas", insiste el médico, quien hoy se desempeña en la Universidad de Concepción.
Puntos de cuidado
Desde su experiencia en el Sindicato N° 1 de Enacar, Jaime Ramírez se suma al análisis de Zilic y Tohá para entregar pequeñas apreciaciones y lecciones de cara al escenario que ya enfrentan los cerca de 850 trabajadores directos e indirectos de Codelco Ventanas. A su juicio, la primera regla es que los trabajadores consoliden su unidad y dejen atrás las diferencias políticas, a fin de enfrentar en conjunto cualquier adversidad que pueda existir a futuro. A eso añade el rol del Ejecutivo, en el sentido de mantener su predisposición a conversar.
"Lo otro es que no hay que creer mucho en la reinserción laboral y capacitación, o que uno será un trabajador distinto, porque eso fracasó acá en Lota. Ellos no tienen que tomar ese punto, sino que ser reinsertados en el mismo tipo de empresa que dominan. No es la idea que se conviertan en peluqueros o taxistas, ya que eso es pan para hoy y hambre para mañana", dice Ramírez, a la vez que afirma que el sector privado también deberá tomar serias medidas en cuanto a la ejecución de procesos menos contaminantes.
"Las empresas privadas van a tener que invertir mucho más para instalarse en cualquier parte del país, y eso es una lección para los empresarios", concluye el minero que, a la postre, se transformó por sí solo en técnico de nivel superior en Administración Pública.