Tras la pista de la hermana que se fue para no volver
La mexicana Sylvia Aguilar llega a las librerías con "El libro de Aisha", novela autobiográfica en la que cuenta la vida de Patricia, su hermana mayor que se fue de casa y regresó con una burka en la cabeza.
Cuando tenía siete años, Sylvia dejó de ver a su hermana mayor Patricia, de 21 años, que partió a Inglaterra a estudiar una maestría. Tras cinco años sin saber de ella, regresó como "Aisha", convertida en musulmana y casada con Sayyib, un impenetrable hombre que la aleja de su familia para siempre.
Nacida en Sonora, la autora hoy dirige el Programa de Escritura Creativa de la Universidad de Texas. Empezó a publicar en el año 1999, y en 2007 fue parte del Laboratorio Fronterizo de Escritores Tijuana-San Diego. Actualmente coordina Casa Octavia, una residencia para escritoras en El Paso, Texas y colabora con los proyectos Kaja Negra y Enjambre Literario.
Mil años
Sylvia Aguilar cuenta que "El libro de Aisha" se aposaba en su cabeza desde hacía "mil años", tomando diferentes formas:"La primera versión era una novela aburrida, de señor decimonónico digo yo, con un narrador omnisciente que no terminaba de cuajarme".
En eso estaba, masticando su escritura, cuando se topó con una sentencia del argentino Ricardo Piglia: "Nunca nadie hizo buena literatura con historias familiares", y aunque la frase la desalentó, también le dio nuevos arrestos para no dejar de escribir la historia que tenía y "hacerle cara a Piglia", que quizás empujaba de ese modo a los cronistas de la vida familiar.
La frase de Piglia es uno de los cuatro epigrafes que abren esta edición, también hay un trozo de un poema de la uruguaya Cristina Peri Rossi, donde habla sobre la alternativa de ser "la que vivió para contarlo".
Ese poema, el de Peri Rossi, que Aguilar encontró hace muchos años, se quedó con ella para recordarle que le tocaba escribir sobre la pérdida de su hermana, que era importante y que valía la pena ponerlo en papel.
"Creo que antes de escribir me tocaba vivir y estar lista. Pasaron los años y tomaba la historia, la aventaba, me daba por vencida, luego la volvía a agarrar, la mandaba a concursos y todo me reafirmaba que el libro no estaba", cuenta la autora.
Fue el año 2017 cuando hizo un taller con su compatriota Cristina Rivera Garza. Luego el libro lo mandó a una convocatoria de Enjambre Literario y ellas, finalmente, decidieron publicarlo.
-Rivera Garza aviva mucho esto del registro, del archivo y del hacer de la literatura una unión de voces. Eso se ve en tu escritura, hay retazos de revistas, internet, lo que dicen quienes conocieron a tu hermana, muchas voces...
-Comparto esa visión y además agregaría que desde ahí nos construimos y hablamos. Quería que documentos y personas estuvieran a la par en importancia. Esa era la única manera de construir a este personaje que narra.
-La narradora habla de una especie de "terremoto de identidad" que la cruza, ¿cómo es eso?
-Vivo en El Paso, Texas, y siento que mi escritura es de aquí, de este lugar. Además, es la frontera con Ciudad Juárez, uno de los lugares más violentos de Latinoamérica. Habitar esta frontera me puso al límite en muchos sentidos, me enseñó el rol de una escritora en sociedad. Es una especie de expositora que asevera, explora y le dice a los lectores, esto es lo que hay, veamos cómo te conectas, cómo te hace reflexionar, qué te hace pensar. Puedo ser muy ingenua y pensar que cambiamos el mundo por un lector a la vez. Ylo soy, soy muy ingenua, pero necesito creer eso: que la literatura es un espacio de reflexión y de cambios permanentes.
Agenda sí, panfleto no
Sylvia dice que en su escritura y labor como editora busca crear espacios de reflexión.Que hay una agenda en lo que explora, pero no un panfleto.
"Me convencí que tenía que escribir este libro porque esa historia había dejado de ser mía, era de muchas mujeres: una madre que pierde a una hija, una hermana que no encuentra a la hermana, la mujer que se entrega. La gran lección que nos ha dado el feminismo es que lo personal es político. Si es importante para mí, a lo mejor puede remover a alguien más", resume Sylvia Aguilar.
-Cuéntame de Casa Octavia, tu otro proyecto.
-Nació cuando estaba haciendo mi tesis para la Maestría en Escritura Creativa.Era la traducción del libro de Maggie Nelson que se llama "Jane: un asesinato". Era el caso de una mujer, víctima de violencia de género a fines de los sesenta, en Michigan. Es un libro muy duro que para mí era importante traducir al español. No lo podía hacer en casa, removía muchas cosas, así que una amiga me adoptó un verano en su casa en Ciudad de México. Trabajé maravillosamente y me quedó esta idea de que sería fabuloso darle un hogar de escritura a alguien más. Yo vivía en la calle de Octavia, en El Paso, Texas. Llegó una amiga a escribir, luego otra, y de pronto como que dijimos esto podría ser un proyecto. Ahora está abierta (la casa) a las mujeres y a la comunidad LGBT. Por dos semanas ofrecemos comidas, café, pláticas, libros y ayuda para editar los libros. Ha sido un proyecto muy bonito, hemos formado una red de mujeres en Latinoamérica.
-¿Ahora estás escribiendo?
-Estoy reescribiendo un libro de la mexicana María Amparo Ruiz de Burton, precursora de la literatura chicana. Es de 1872 y lo publicó en inglés, estará dirigido a un público juvenil. También estoy trabajando en una novela con la frontera como eje y el tema de la labor femenina en lo doméstico. Es sobre una enfermera retirada de Ciudad Juárez que comienza a trabajar en El Paso, Texas, cuidando a gente mayor, cruzando casi a diario la frontera para cuidar a gente anciana. Es sobre lo que ocurre al cuidar a otras personas que no son familiares directos. Todo un mundo.
Amelia Carvallo