Un arduo trabajo triestamental para abogar por asegurar la equidad, erradicar la violencia y discriminación por razones de sexo o género de forma integrada con toda la comunidad universitaria, para la formación de personas con conciencia de los problemas de género en la sociedad ha sido el camino que desde 2018 ha impulsado la Universidad del Bío-Bío, lo que la ha llevado a crear la Dirección General de Géneros y Equidad (Dirgegen), el 8 de marzo de 2021, posicionándose como referente local y nacional, con claros desafíos en esta materia.

Las demandas feministas visibilizaron la existencia de sexismo en los espacios de convivencia universitaria y en la educación en general, como también la presencia de situaciones de acoso y violencia sexual instaladas en una cultura patriarcal histórica.

Lo anterior nos compromete en la promoción de un trato igualitario de género y sexo dentro de la Universidad a través de políticas transversales al quehacer institucional, y a atender de manera oportuna y efectiva las situaciones de acoso, discriminación y violencia de género en el contexto universitario. Con ese fin, hemos organizado nuestro trabajo en cuatro líneas estratégicas: colaboración interdisciplinaria en casos de discriminación, acoso y violencia por razones de sexo o género; diagnóstico y seguimiento de políticas de género y equidad; políticas institucionales de género y equidad; y transversalización de género y equidad.

Un desafío actual de la UBB es cumplir con lo indicado en la ley 21.369, que regula el acoso sexual, la violencia y la discriminación de género en el ámbito de la educación superior, en la cual se mandata a las instituciones de educación superior de disponer de una política integral de género, en las cual se estipulen los modelos de prevención y de investigación, así como la sanción del acoso sexual, la violencia y la discriminación de género y de protección y reparación a las víctimas.

Luego de una consulta a la comunidad UBB en las regiones del Biobío y de Ñuble, hemos dado a conocer el diagnóstico que identifica las actividades, procesos o interacciones institucionales, regulares o esporádicas, que generen o incrementen el riesgo de acoso sexual, violencia y discriminación de género. De ello se evidencian nodos críticos sobre los cuales trabajar en la construcción de la política, lo que nos abre una importante posibilidad de generar cambios contundentes en la cultura universitaria, que impregnen las acciones y prácticas que es imprescindible generar para avanzar en la construcción de espacios seguros para todas las personas que formamos parte de la Universidad del Bío-Bío, y por consiguiente, trascender y contribuir a generar una cultura en la cual las personas seamos respetadas.

Hace unos días el Presidente, Gabriel Boric, señaló en una entrevista que el mandatario saliente, Sebastián Piñera, le había comentado en relación a la disponibilidad de agua potable, que existían serias probabilidades de restricciones para algunas comunas de la Región Metropolitana.

Como si esta condición no existiera ya en muchas otras comunas del país, y con realidades muy opuestas, donde los camiones aljibe son símbolo de sobrevivencia e indignidad. Un escenario que invita a tomar medidas urgentes para adaptarnos a esta realidad, que se ha instalado a pesar de las advertencias desde el mundo científico, que por más de tres décadas viene alertando sobre la mala gestión del recurso hídrico y su sobreexplotación.

Al parecer, a pesar de llevar más de 15 años de sequía, Chile no ha sido capaz de generar una gobernanza de cuencas participativa, equitativa, adaptativa y moderna. Por el contrario, hoy permanece una administración centralista intacta, politizada y basada en derechos de uso de carácter individual.

Solo cambia el clima, y con ello sigue disminuyendo la disponibilidad de agua. Sin embargo, el cambio climático no puede ser nuestro paño de lágrimas que explique todo: hoy necesitamos una gestión de cuencas, que facilite las decisiones autónomas y locales, basadas en las aptitudes del territorio y que naturalmente respeten la institucionalidad país.

Esto implica no solo mirar el agua como parte de un proceso productivo, sino que dentro de un ecosistema proveedor como lo es la cuenca hidrográfica, donde sus cerros, bosques, lagunas, humedales, esteros y otros, además de su biodiversidad, deben ser parte del análisis para la sustentabilidad del territorio.

Este enfoque mejora la relación de gestión del agua de un país, con una administración de cuencas dinámica y atenta a las circunstancias ambientales, sociales y económicas. También aborda la seguridad hídrica identificando múltiples beneficios y criterios, reconociendo además las relaciones ecofuncionales que los hacen posible.

Hoy la demanda de agua en Chile ha superado la oferta de las aguas superficiales, no solo en términos de cantidad, sino también de calidad adecuada para diversos usos. Todo esto en un contexto donde los tratamientos de agua potable, deben ser cada día más eficientes.

Por ello hoy se mira con atención las aguas subterráneas, pero no pueden tener una administración similar a las aguas superficiales. Muchos espacios, como pequeñas lagunas, humedales, bosques pantanosos, o riberas inundables, han sido modificados, rellenados o convertidos en zonas de agricultura o agrosilvicultura, transformadas así en zonas emisoras de gases de efecto invernadero, dejando de lado su función natural como infiltradoras de agua.

Por todo ello las aguas subterráneas requieren ser estudiadas, para conocer su volumen disponible y planificar una gestión que considere, por ejemplo, que sus tiempos de renovación pueden durar años, y más aún en el caso de los acuíferos confinados, razón por la que intervenirlos puede ser catastrófico.

El déficit de agua es un problema real que hace años afecta a miles de compatriotas de otras zonas. Una realidad que, a pocos días de haber celebrado el Día Mundial del Agua y dada la relación del recurso con la vida, nos invita a meditar que todos los días son el "Día del Agua".

Desde el Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación, a través de las cinco macrozonas, son variados, sus principales ejes transversales, impulsados por el Ministro Dr. Flavio Salazar y la Subsecretaria Dra. Carolina Gainza, apuntan a la descentralización, contar con más investigadoras en las distintas áreas del conocimiento, así como impulsar a que más niñas, adolescentes y niños se acerquen a la ciencia y que esta ciencia sea un motor de soluciones para las diversas problemáticas que tiene cada región, e incluso cada una de las comunas de nuestro país.

La descentralización, no solo consiste en que las regiones tengan más atribuciones y autonomía, también será importante la descentralización desde las capitales regionales a las otras comunas que son parte de ella. En el caso de la Macrozona Centro Sur de CyT, integrada por la regiones de O´Higgins, Maule, Ñuble y Biobío, será relevante ir fortaleciendo a cada una de ellas, en los distintos ámbitos de las capacidades locales ya instaladas, en conversación con las comunidades y sectores de desarrollo económico. Atraer y mantener talento en las regiones, fortaleciendo centros de I+D existentes o iniciando nuevas áreas del conocimiento, es parte importante de descentralizar.

Empoderar a más mujeres y niñas en ciencias, no solo en las áreas de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas, sino también desde las humanidades será una tarea importante. Actualmente, solo un 30% de las iniciativas de I+D realizadas en nuestro país son lideradas por mujeres; apenas un 10% de los premios nacionales en ciencias, han sido otorgados a investigadoras. Este paradigma debe cambiar, acortar la brecha, no solo en aumentar el número de proyectos liderados por mujeres, sino también que tengamos a más investigadoras en cargos de dirección en las distintas instituciones de I+D. Solo así podremos tener a más investigadoras que cumplan un modelo para inspirar a que más niñas se interesen por ser científicas en las distintas áreas del conocimiento. Será necesario acompañar y trabajar en conjunto desde la niñez, a través de diversas iniciativas como talleres, acercar y visibilizar el rol de las científicas en las distintas instancias de nuestro sistema educativo.

También, visibilizar y apoyar el rol que han tenido y tienen las ciencias sociales, humanidades y artes en el desarrollo científico de nuestro país. Muchas veces poco reconocido, y rara vez entendido cuando hablamos de ciencia, que por lo general se asocia a tecnología y laboratorios. El aspecto social y artístico, debe estar presente en las iniciativas de I+D, dando respuestas a preguntas tales como: ¿Cómo acercar y comunicar el conocimiento generado a la sociedad? ¿Cuáles son las necesidades sociales? ¿Qué impacto tendrá la I+D sobre las comunidades? ¿Cómo apoyamos y a la vez protegemos y respetamos el conocimiento ancestral de las diversas comunidades que habitan en la macrozona y el país? Para esto desde la Seremi de Ciencia de la Macrozona Centro Sur trabajaremos abriendo espacios, promoviendo la participación y el diálogo, articulando el ecosistema CTCI y potenciando las iniciativas.

La ciencia y tecnología pueden ofrecer muchas soluciones a nuestra vida diaria, a nivel de las diversas comunas que componen la macrozona. Trabajar de manera interdisciplinaria e intersectorialmente nos permitirá resolver estos problemas.