Paltas, nogales y olivos, las nuevas opciones que observa el sector agrícola frente al cambio climático
Desde Socabio indican que las condiciones actuales permiten pensar en la pronta llegada de la industria de la palta a la Región, evento que, según dicen, sumará externalidades positivas. Asimismo, investigadores llaman a poner atención a la baja productividad que podrían presentar las empresas del Biobío de cara a los próximos años.
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Una de las mayores afectaciones que ha traído el cambio climático a la Región del Biobío es el déficit de precipitaciones, sobre todo de carácter nival. Los empresarios agrícolas de la zona grafican que el hecho de tener menos nieve acumulada en la cordillera ha significado una merma sustantiva en el caudal de los ríos, escenario que trae aparejada una negativa situación en materia de capacidad de riego y el sano desarrollo de los cultivos y las praderas de secano, por nombrar parte de los impactos.
"Esto afecta la posibilidad de aumentar superficies de huertos y cultivos, como también la ganadería, especialmente la de carne, ya que una parte sustantiva de ella se desarrolla en áreas de secano. Por otro lado, el alza de las temperaturas, la menor cantidad de lluvias y el que tengamos mucho menos heladas incrementan el riesgo de tener más plagas y enfermedades en el ámbito de la botánica", sostienen.
Pese a todo, creen que las actuales condiciones climáticas también resultan benignas para poder introducir nuevas variedades de frutas y cultivos que originalmente prosperaron en la zona central. Aquí, asoman especies como nogales, olivos e, incluso, paltas, las mismas que han levantado la polémica en localidades de las regiones de Coquimbo, Valparaíso o Metropolitana a raíz de la escasez de agua que afecta a las comunidades aledañas.
"Nuestra Región fue muy importante en viñedos, pero también se producían cítricos, aceitunas, brevas e higos, incluso paltas y tunas, que son todas especies que luego se trasladaron al centro norte del país. Hoy, aquellos antiguos árboles, ya más que centenarios y que aún se encuentran en parques y quintas de fundos muy antiguos, están volviendo a fructificar, lo que por muchos años no hicieron", relata José Miguel Stegmeier, presidente de la Sociedad Agrícola Biobío (Socabio).
Respecto a los nogales, cuenta que en Biobío existen unas 40 empresas -medianas, en su mayoría- que se dedican a este rubro desde hace ya unos seis años, lo que convierte a esta industria en una de las primeras en aparecer en el actual contexto de crisis y en medio de un auge que cada vez se consolida. En promedio, cada agricultor posee hasta 30 hectáreas de estas plantaciones y, aunque la producción de la nuez resulta costosa, Stegmeier plantea que la calidad del producto que se obtiene en Biobío es mejor que la que se ofrece en mercados de Turquía o California, en Estados Unidos.
En cuanto a los olivos, revela que dicha industria se da a menor escala. "Los olivos se han ido plantando en la cordillera de la costa, como en sectores de Cabrero o Yumbel, y también hay huertos chicos en Nacimiento. La señal que da esto es que ya se puede poner olivos (…) Todavía no es una cuestión desarrollada, pero desde el punto de vista climático es una señal", sostiene el dirigente agrícola.
El silencioso camino de la palta
Le llaman el "oro verde", lo que no es para menos al observar su alto costo en el mercado. Más allá de eso, la palta y su masiva producción en la zona centro y centro norte del país viven momentos complejos debido a las acusaciones que involucran a dicha industria con la falta de agua para consumo humano. Quienes se muestran contrarios a estos cultivos indican que su extensión ha llevado a miles de familias y agricultores a prescindir del recurso hídrico, empeorando con ello su diario vivir y la agricultura de menor escala que practican.
Según el artículo "El aguacate que llega a Europa seca Chile" que diario El País de España publicó en marzo de 2019 -con base a información de Water Footprint Network-, un kilo de paltas necesitaría alrededor de dos mil litros de agua. Los defensores de la industria, en tanto, sostienen que cada kilo de este alimento requiere 427 litros, es decir, menos agua que la que necesitan otras plantaciones como arándano o maíz de grano.
Esta discusión se podría dar pronto en la Región del Biobío. Si bien a la fecha no existen empresas relacionadas a la palta instaladas en la zona, el presidente de Socabio asegura que sí habrá un interés mayor de las firmas por traer su trabajo más al sur. "El tema de la palta en el norte está complicado por la disponibilidad del agua, pero acá no tenemos mayor problema todavía (…) Creo que, efectivamente, cuando las empresas vean una oportunidad se van a trasladar", aventura.
Aunque todavía no hay acciones concretas en esta línea, el dirigente revela que sí ha mantenido conversaciones con agrónomos "que plantean que esta es una oportunidad real y que es algo que puede ocurrir".
Caída de la productividad
Los actores relacionados a la industria agro de la zona son enfáticos en recalcar que pese al cambio climático la zona no verá desaparecer a sus empresas. Dicen que frente a las actuales condiciones "Biobío puede hacer todo lo que quiera, es decir, estamos sumando más que restando". El punto está, agregan, en las condiciones de los mercados, las mismas que han dificultado el desarrollo de la remolacha azucarera.
"Lo que vaya desapareciendo será causado por factores de mercado y no por el cambio climático, ya que esto nos posibilitará más especies que se puedan sumar acá, panorama que no sucede en la zona central (…) Nosotros tenemos una ventaja comparativa importante porque tenemos los sistemas de riego instalados, pero hay que evitar la construcción de la carretera hídrica que proponen para llevar agua hacia el norte. Necesitamos el agua acá y hacer más embalses", precisa Stegmeier.
El investigador principal del Centro de Recursos Hídricos para la Agricultura y la Minería (Crhiam) y profesor titular de la Universidad del Desarrollo (UDD), Diego Rivera, sostiene que la crisis que vive la Región no se traducirá en pérdidas de cultivos. "Más bien podríamos ver disminuciones de productividad o producción, porque no creo que las cerezas, los arándanos o la remolacha se vayan", dice el profesional.
Con el paso de los años, comenta, es factible que estas áreas pierdan rentabilidad, situación que llevará a reajustar el tamaño de los cultivos y colocar otros menos riesgosos y que no necesariamente signifiquen ganar más dinero. En general, advierte, se trataría de "pérdidas no marginales" que van en el orden del 5% y 15%. "Como las ganancias de la agricultura son marginales, es posible que esa pérdida en productividad se coma el negocio. Hay un problema claro de efecto de cambio climático, pero también hay un efecto de mercado", insiste Rivera.
Por lo mismo, el experto llama a generar estrategias de corto plazo que se centren en una mejor información para los agricultores en materia de tecnología, desde la instalación de los sistemas de riego hasta la elección de las variedades o el control de enfermedades que puedan aportar profesionales nacionales. A eso suma datos que aporten en la línea de los impactos del cambio climático en la cadena de suministro.
Desde la Seremi de Agricultura, en tanto, plantean que la administración de Gabriel Boric presenta una serie de prioridades en materia agrícola. Parte de los puntos tiene que ver con otorgar una mirada más verde al tema de la seguridad y soberanía agrícola o hacer más eficaz al Ministerio a la hora de implementar soluciones, a través de la agroecología, las redes y los pactos regionales en el camino de la economía circular y soberanía alimentaria.
"Sabemos que el cambio climático ha afectado el tema de la escasez hídrica. El agua es fundamental para el medioambiente, para asegurar los caudales ecológicos, para el consumo humano, pero también para producir alimentos. Por eso se impulsará el uso eficiente del recurso, aspecto centrado en los pequeños agricultores. En este primer año se duplicarán los fondos destinados a la agricultura familiar campesina de los proyectos beneficiados por la Comisión Nacional de Riego (CNR)", comenta la seremi Pamela Yáñez.