Violencia escolar: la gran mancha del retorno presencial a clases
Si bien desde la Superintendencia de Educación dicen que la cantidad de denuncias ha bajado notoriamente en relación a 2019, el Colegio de Profesores del Biobío dice que lo que hoy se ve "sobrepasa cualquier cosa".
Por Nicolás Álvarez Arrau / nicolas.alvarez@diarioelsur.cl
Una serie de videos en los que se observan peleas entre escolares de la Región del Biobío se han subido a redes sociales estos últimos días. El material ha sido compartido por las comunidades y en las primeras semanas del retorno presencial a clases -tras dos años de estudio telemático a raíz de la pandemia- la alarma por el repentino incremento de violencia se tomó la agenda. En uno de los videos, incluso, es posible ver a estudiantes muy menores golpeándose unos a otros, bajo el lema virtual "los más vios del prekinder b" (sic) que un compañero, presumiblemente mucho mayor, elaboró con un equivocado sentido de gracia.
Como estas imágenes hay otras peores: rencillas afuera de los colegios y frente a la mirada morbosa de un público escolar que prefiere alentar y pedir "que les quiten las mochilas" a los combatientes para que la pelea sea más fácil, puñetazos al interior de una sala, o el filo de un cuchillo que es escondido rápido por los demás compañeros antes de que sea demasiado tarde para su dueño y la posible víctima. El desenlace es el mismo en todos los videos, ya que cuando asoma la barbarie nunca hay vencedores.
Apoderados y profesores de la zona dicen estar preocupados por lo que ocurre. Creen que la violencia de estas últimas semanas ha sufrido un aumento sin precedentes a causa de las externalidades generadas por el encierro de dos años y la falta de protocolos adecuados, lo que amenaza la convivencia escolar. Autoridades y parte de los expertos asociados a la materia, en tanto, discrepan y enfatizan que las peleas en los establecimientos educacionales son un fenómeno que ha presentado crecimientos preocupantes desde mucho antes de la pandemia.
Datos de la Superintendencia de Educación, por ejemplo, exponen que hasta el 21 de marzo pasado la entidad recibió 10 denuncias desde la Región del Biobío por maltratos a estudiantes y/o párvulos, de las cuales seis corresponden a maltratos entre alumnos. "Si comparamos estas cifras con el mismo período del año 2019, observamos que las denuncias bajaron 80,77%", recalcan desde la Superintendencia.
En la misma línea, Héctor Aguilera, seremi de Educación, plantea que, si bien los últimos acontecimientos registrados en comunas como Concepción, Talcahuano o Los Ángeles preocupan al Ministerio, "no ha habido un aumento, sino que ha habido situaciones de pública connotación, y eso ha tenido un impacto importante en la sociedad, pues de alguna manera las redes sociales también influyen (…) Eso no significa que no le pongamos cuidado, porque no queremos que esto siga creciendo". De hecho, la autoridad recién asumida indica que, de los más de 1.200 establecimientos educacionales que hay en Biobío, solo cinco o seis "han aparecido de manera espontánea (por casos de violencia) en diferentes lugares de la Región".
DISCREPANCIA DE APODERADOS
Frente a las estadísticas expuestas por las autoridades, el presidente de la Unión Comunal de Centros de Padres y Apoderados de Talcahuano, Sergio Álvarez, sostiene que estas pueden ser un poco engañosas, en el sentido de que hay casos que aún son analizados en etapas más internas y no han llegado a la última instancia. Por lo mismo, aventura que en unas dos semanas sí se verá un número más abultado de denuncias, lo que reflejaría el real panorama de los establecimientos de la Región.
"En unos 15 días deberíamos ver reflejado a nivel de Superintendencia. Si yo voy directamente, ellos me dirán que aún no me he entendido con mi comunidad ni he hecho el protocolo interno. Además, los centros de padres estamos tratando de hacer una labor de contención respecto a las denuncias, esperando que se ejecuten los protocolos y que las comunidades puedan reaccionar y activen las medidas que deban aplicar antes de ir a una instancia superior", remarca Álvarez.
Desde el Colegio de Profesores reconocen que siempre ha habido conflictos y peleas entre los estudiantes, pero recalcan que lo constatado en las primeras semanas de marzo "sobrepasa cualquier cosa, pues el nivel de agresividad que hemos visto desde el regreso presencial a clases es importante". El presidente regional del magisterio, Jorge Barriga, dice que este es un tema que nos solo se relaciona con el ámbito escolar, sino que con la sociedad en su conjunto, "que está más agresiva".
Respecto a los datos de la Superintendencia, Barriga puntualiza que "una cosa es lo que se denuncia y otra es lo que muchos apoderados o estudiantes prefieren callar, o sostenedores o directores que prefieren esconder estas cosas para no hacerse un mal prestigio (…) Yo converso continuamente con profesores y profesoras del territorio y todos hemos visto un alza significativa en la agresividad de los escolares".
FACTORES TRAS LA VIOLENCIA
Jorge Varela, director del Centro de Estudios en Bienestar y Convivencia Social de la Facultad de Psicología de la Universidad del Desarrollo, analiza con cuidado este asunto y advierte que desde su área no es posible hablar de criterios de normalidad o anormalidad. Lo que sí se puede reflexionar, dice, es que los dos años previos de pandemia produjeron mucha tensión emocional y muchos problemas de salud mental. "Mi hipótesis es que en esta nueva etapa de ajuste están apareciendo distintas manifestaciones de agresión, y una de estas es la agresión extrema en la violencia", enfatiza.
Según el profesional, Chile nunca se había caracterizado por tener serios problemas de violencia, sino que solo había experimentado fenómenos acotados y específicos que han obligado a intervenir de forma más focalizadas, "pero esta tensión emocional que creó la pandemia hoy la estamos conteniendo en estos espacios, poniendo normas, horarios y conviviendo con 30 ó 40 compañeros. Ahora, también pueden haber antecedentes más personales, familiares o comunitarios que van más allá de la sala de clases".
A diferencia de Varela, la psicóloga clínica de la Dirección de Apoyo a los Estudiantes de la Universidad Católica de la Santísima Concepción, Daniela Sáez, explica que primero hay que entender la violencia como un fenómeno multidimensional que se ha expresado desde mucho antes en los colegios o liceos.
"Hay un estudio del año 2013 asociado a los países latinoamericanos que ya mostraba que el 30% de los actores observaba mayores niveles de agresión entre pares al interior de las escuelas, sobre todo en poblaciones que son más discriminadas o que sufren procesos de exclusión", cuenta.
Para los expertos el paso que hay que dar en este momento pasa por una serie de elementos, como el fomento de la socialización y el establecimiento de un nuevo diseño de política educativa, específica y atingente a cada contexto y que incluya, por ejemplo, una educación socioemocional en todos los colegios. "Las escuelas se han convertido en espacios muy centrados en el conocimiento y la educación formal, pero acá vemos que aún existe una baja capacidad de gestión de las relaciones interpersonales, escenario que afecta negativamente la convivencia", reconoce Sáez.
MEDIDAS A ADOPTAR
Otro punto relevante, y en el cual coincide el Colegio de Profesores, tiene que ver con la necesidad de crear y validar en conjunto nuevos reglamentos de convivencia escolar, instrumentos que en este último tiempo fueron dejados de lado a raíz de la pandemia.
"Hay que actualizar los protocolos (…) Hay que entender el fondo y comprender por qué el alumno reacciona así, qué pasa con las familias. Muchas veces se dice que los estudiantes se educaban en los hogares y que aprendían los conocimientos en las escuelas, pero al parecer no es tan así. Hay protocolos para todas las eventualidades, pero tenemos que actualizarlos", insiste Jorge Barriga.
Desde la Seremi de Educación detallaron que a la fecha están diseñando instrumentos que se podrán a disposición de todos los establecimientos dentro de los próximos días, lo que responde a una propuesta local que fue enviada a la Subsecretaría de Educación y a la División de Educación General. La idea, acotan, es hacer aportes ligados a herramientas de reflexión para que eso se incorpore al plan de apoyo en la reconexión comunitaria y psicosocial de los estudiantes, a fin de generar cambios de actividades en los recintos para analizar cómo desarrollar una sana convivencia y mejorar el reencuentro en este contexto de vuelta a la presencialidad progresiva.
Ester Sáez, representante de los padres y apoderados del Comité Directivo Andalién Sur, advierte que más allá de originar medidas que a la postre estigmaticen a los niños o jóvenes, lo importante será estructurar planes que integren a los alumnos que han participado en eventos de violencia, siempre y cuando no se trate de casos muy extremos.
"Nosotros podemos ayudar cuando se trata de peleas menores, pero tenemos que participar todos y hacer un protocolo efectivo para todos los establecimientos", subraya.