Esfuerzos conjuntos para abordar la violencia escolar
Durante estos días hemos sido testigos de una serie de hechos violentos protagonizados por escolares de enseñanza básica y media, que generan preocupación y que dan cuenta de lo que pareciera ser un inesperado aumento en la agresividad al interior de las aulas.
Desde situaciones como peleas, riñas, golpes aislados, hasta lesiones con armas blancas y amenazas, especialmente de índole sexual, todas ellas abren una realidad que en menos de un mes del regreso presencial a clases parece estar mostrando un problema latente, para la cual no había preparación tras dos años de encierro y cuidados por la pandemia.
En la última semana, los acontecimientos se han precipitado a una velocidad mayor, que es posible apreciar especialmente en las redes sociales, donde a través de una simple búsqueda nos puede arrojar decenas de publicaciones de videos con los momentos exactos en que adolescentes y también niños, se enfrentan a vista y paciencia de sus propios compañeros, con profesores que intentan detener los golpes y que en algunos casos lo logran y en otros son arrastrados por la situación.
La búsqueda de explicaciones se ha intensificado y especialistas han expuesto que después de dos años de permanencia mayoritaria en el hogar y con una escasa posibilidad de socializar con pares, parece ser que quienes se llevaron la mayor cantidad de efectos son los más jóvenes, quienes con menos experiencia en la convivencia cotidiana con otros distintos a sus familias, no han logrado desarrollar las normas mínimas para aquello o, al menos, practicarlas.
Pero no se trata de la única causa probable, porque fenómenos tan complejos como estos suelen ser multifactoriales. A la falta de socialización se une, innegablemente, el estrés de la permanencia en el hogar, donde los golpes anímicos y económicos que han soportado y soportan todavía algunas familias no han sido todavía medidos. Por último, y no menos importante, es el deterioro de la convivencia a nivel país, donde en algunos casos los debates de ideas han dado pie a discusiones llenas de agresividad y falta de respeto por el otro, que pese a que plantee una visión diferente, sigue siendo parte de la misma sociedad.
Ejemplos de estos dos últimos factores sobran, pero más allá de los diagnósticos siempre es importante centrarse en la proyección de posibles caminos que llevan a las soluciones, que no serán fáciles, pero que se deben asumir de forma conjunta. El apoyo a la salud mental es una de las primeras vías, considerando que este periodo de pandemia ha sido considerado por algunos como equivalente a vivir una enorme catástrofe o una guerra, que cuando comienza a disminuir deja inevitables secuelas por el intenso estrés y los altos niveles de frustración.
En un segundo paso, también es clave generar formas de intervenir en estos hechos de violencia, donde los profesores e integrantes de la comunidad escolar deben asumir roles para los cuales no necesariamente están preparados. De hecho, desde la Superintendencia de Educación se dijo que es fundamental que los protocolos de actuación en situaciones como las descritas "estén actualizados y sean conocidos por todos los miembros de la comunidad educativa, de manera que conozcan los procedimientos que se aplicarán ante distintas situaciones".
En tanto, desde el Ministerio de Educación se ha señalado que se harán cargo de la situación acompañando a las comunidades, primero con el protocolo presentado en que se flexibiliza la jornada escolar completa y además con la presentación del plan de activación de aprendizajes, cuyo componente fundamental será el aprendizaje socioemocional y comunitario.
Este plan, cuentan desde la cartera, apunta a una política integral que lo primero que debería permitir es que las escuelas reencuentren el factor comunitario. Para ello, el Mineduc pretende poner a disposición algunos recursos de política, orientación y materiales, entre otros, que permitan a los establecimientos y profesores reconectarse con sus estudiantes.
Los especialistas han agregado que es recomendable que los padres y las familias de los menores se involucren, para lograr que se aborde la estrategia de manera conjunta y no dar mensajes distintos. Esto, además de enfocarse especialmente en lo formativo más que en el castigo, porque los escolares deben seguir con su formación.
El trabajo conjunto con objetivos reconocidos por todos quienes intervienen en esta situación, es decir, familias, comunidad escolar y autoridades, es esencial para trabajar en este tema a tiempo, para que este esperado regreso a las clases presenciales pueda ser vivido al 100% por niños y adolescentes que requieren retomar la experiencia de una manera sana y segura.
El apoyo a la salud mental es una de las primeras vías, considerando que este periodo de pandemia ha sido considerado por algunos como equivalente a vivir una enorme catástrofe o una guerra.