Dormir y despertar en una época de impaciencia
Constanza Michelson, escritora y psicoanalista, escribe sobre nuestra realidad más íntima en "Hacer la noche" (Paidós). Son las ideas que le aparecen cuando se apaga la luz y los ojos quedan abiertos.
Por Cristóbal Gaete
La oscuridad, esa otra parte del día, donde supuestamente descansamos, es el tema que atraviesa la compilación de ensayos "Hacer la noche" (Paidós) de Constanza Michelson, escritora, psicoanalista y columnista.
El pensamiento de Michelson va a contracorriente de las convenciones. En su ensayo enfrenta el problema de la salud mental, cuestionando la solución meramente farmacológica. Analiza también la falta de concentración y paciencia que sufrimos en estos tiempos, en los que pasamos de un WhatsApp a un Zoom y a una noticia de último minuto. Dice ella que tenemos menos concentración que un pez dorado y que por eso la ansiedad se convirtió en "el apuro de nada (...) en la inquietud del cuerpo por abolir la espera, es decir, la ausencia".
"Hacer la noche" está dividido en distintos apartados que diseccionan la experiencia nocturna: "Desvelos", "Velar" y "Modos de existencia". Mención aparte merece el último capítulo del libro, donde la escritora desarrolla una serie de listas, formatos dinámicos donde enumera libremente.
La edición cuenta, además con un epílogo del poeta Germán Carrasco, donde afirma que Constanza Michelson logra "evidenciar relaciones, descubrirlas, verlas donde nadie las ve (…) es un libro de terreno, no de poltrona; de ingreso hondo en la metáfora nocturna".
La escritora y periodista Catalina Mena sostiene desde la contratapa que "El lector no encontrará aquí un pronunciamiento definitivo, sino el flujo de un pensamiento en tránsito. En tiempos de crisis de sentido, Michelson avanza hacia un compromiso ético con su propia escritura. Sosteniendo la independencia crítica de su voz, intenta ofrecer una palabra nueva que abra paso a la esperanza".
Michelson publicó antes "50 sombras sobre Freud" (2015), "Neurótic@s" (2017) y "Hasta que valga la pena vivir" (2020), además de ser coautora de "Una falla en la lógica del universo" (2020).
Las siguientes preguntas se las hacemos por Zoom, donde, al escucharla, recordamos su manera de escribir, un pensamiento que prefiere el riesgo a responder sobre seguro.
-¿En qué nos convertimos cuando no dormimos?
-Hay una amiga que dice que dormir es casi un regalo de los dioses. Hay distintos tipos de insomnio. Hay uno que es la prolongación del día en la noche, que es un insomnio más neurótico y culposo, que nos convierte en seres que no podemos descansar. Pero hay otro insomnio que lo llamo catastrófico, del que la expresión más precisa es la que ocupa Fernando Pessoa sobre su insomnio: "No puedo leer, no puedo fumarme un cigarro, soy un cadáver despierto". Es una manera de vivir sin existir, que más allá del insomnio, que son estados de sinsentido.
-Varios de los problemas que enuncias en tus libros son agudizados por la pandemia. ¿Cómo saldremos de este tiempo?
-No tengo ni idea. Son tiempos inciertos, me parece que esa es la textura del mundo actual. Tiene una complejidad que tendemos a simplificar como mecanismo de defensa. Hay que hacer esfuerzos mayores con el lenguaje para dar con algo de esa complejidad, no entenderlo todo. De eso se trata, el lenguaje abierto nos abre posibilidades, nos hace responsables de nuestro acontecer, mientras que el lenguaje que esencializa en morales o en teologías, lo que hace es acotar la salida.
-¿Por qué eliges escribir ensayos?
-El ensayo es sólo un tipo de escritura.Cuando hablo de escritura no me refiero solo al gesto de escribir literalmente. Las personas estamos escribiendo cuando no estamos encerradas en estos estados de cadáver despiertos, donde no hay mañana, situaciones donde no hay perspectiva, muchos escritores lo han narrado. La escritura es un espacio de lo abierto, en el sentido que es una lectura, cómo pasa por nosotros eso que leemos, cómo pasa por nuestra singularidad una lectura. Es lo contrario a la neurosis, que cree que el pasado siempre escribe al futuro.
-¿Por qué te gustan las listas? ¿Cuál fue la última que hiciste?
- Me gustan porque así se piensa. Forzar, dar un hilo conductor a algo, también hace perder lo que hay de abierto en cada idea. Hay cosas que a veces tienen que ver, pero que dejarlas como fragmento es más parecido a la realidad, en la que el sentido lo puede colocar cada quien. La última que hice: la de útiles escolares. Pero la última que escribí trata muy bien de lo que narra el libro, pero no está en el libro: "Cuando no hay de qué afirmarse". Es mi listado de pensadores y pensadoras que proponen un pensamiento abierto.
-¿Cuánto has padecido tú misma? ¿Cuál es la relación con la experiencia de dormir?
- No voy a describir aquí mis padecimientos. Lo que podría decir es que sí hay algo que tiene que ver con mi escritura y el psicoanálisis. Dada mi primera biografía, lo que podía pasar sobre nosotros -sobre mí y mis hermanos- era que todo iba a salir mal. En algún punto yo me resistí a ser escrita por cualquier tipo de diagnóstico o categoría o vaticinio de "desafortunados". A mí me interesa ese espacio donde la escritura está por venir: el futuro no está escrito de antemano.
- Dime una reflexión de los pensadores que sigues.
- Está Úrsula K. Le Guin, que critica a Ernest Hemingway porque dice que la gente masculina es de frases cortas, puntos finales y escopetas. Y a mí precisamente me interesa la narración, lo contrario a los puntos finales.