Mujeres en ciencias: ¿retórica?
dra. M. Jacqueline Sepúlveda C., Ex-Vicerrectora Universidad de Concepción,
En Chile, durante la mayor parte del siglo XIX, las mujeres sólo podían asistir a la Escuela Primaria, a la Escuela Normal de Preceptoras y a Liceos Femeninos. Recién en 1877, con la firma del Decreto Amunátegui, las mujeres acceden a títulos universitarios, dejando atrás siglos de postergación intelectual.
Después de 145 años de la promulgación de este decreto, el ingreso de mujeres a la Universidad ha aumentado considerablemente, aunque éste se concentra en ciertas áreas del conocimiento. El Informe de Brechas de Género en Educación Superior, del Servicio de Información de Educación Superior, (SIES), mostró brechas positivas en Educación, Salud y Ciencias Sociales y una alta brecha negativa en Tecnología. Al respecto, el informe del Consejo Nacional de Educación (CNED), sobre Tendencias de Estadísticas de Educación Superior por sexo, indicó que, en el año 2020, la matrícula total de pregrado asociada a carreras en Ciencias, Tecnologías, Ingenierías y Matemáticas (STEM), representó un 18% del total de la matrícula del sistema, con una participación de un 78% hombres y un 22% mujeres.
La investigación y desarrollo científico-tecnológico se realiza fundamentalmente en Universidades, las cuales son lideradas por tres Rectoras del total de 30 instituciones del Consejo de Rectores de las Universidades Chilenas, CRUCH. A pesar de esta gran segregación vertical, se han logrado algunos avances, como la inclusión de la equidad de género en los nuevos criterios y estándares de calidad para la acreditación de Universidades. Sin embargo, según el Informe de participación por sexo del investigador/a principal de la Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo, ANID, un 39% de las postulaciones adjudicadas es liderada por mujeres y un 61% por varones.
Para avanzar en la participación de más mujeres en ciencia y no quedarse en la retórica discursiva, es necesario eliminar los estereotipos de género y garantizar igualdad de oportunidades durante todo el proceso formativo, lo que incluye; la formación en ciencia desde la edad temprana, fomento de la observación, cuestionamiento y experimentación, infraestructura adecuada en los establecimientos educacionales y profesores idóneos. Chile está al debe en esto; con una alta segregación horizontal y vertical de género en las Universidades y en los mercados de trabajo, desigualdades en el sistema educativo y una baja sostenida de matrículas en las carreras de Pedagogías, especialmente en Ciencias. Si no se corrigen estas tendencias, no se reducirán las brechas en ciencia y se frenará la vocación científica y el desarrollo y crecimiento del país.
Tengo la esperanza que el aumento de la inversión a un 1% del PIB en I+D, anunciada por el gobierno entrante, se acompañe de una visión sistémica, que fomente la vocación científica, genere igualdad de oportunidades en el sistema educacional y disminuya la brecha en STEM, áreas que están impulsando la revolución digital en el mundo y la generación de muchos de los empleos del futuro.