Ocupación laboral en Biobío
Hace pocos días el Observatorio Laboral Biobío expuso su más reciente informe denominado Termómetro Laboral, el que realiza un monitoreo del mercado, con especial énfasis en los aspectos de ocupación, desempleo, fuerza de trabajo y calidad del empleo. Este análisis se realiza en torno a los datos del trimestre septiembre-noviembre 2021 que entregó hace unas semanas el Instituto Nacional de Estadísticas (INE).
La iniciativa se encuentra integrada a la red de Observatorios Laborales desarrollada por el Servicio Nacional de Capacitación y Empleo a nivel nacional, pero a nivel regional es ejecutada por la Universidad del Bío-Bío y cuenta con el apoyo de BanOTIC. La misión de la entidad es producir conocimiento sobre las brechas existentes entre oferta y demanda de ocupaciones en el mercado del trabajo, y avanzar hacia la anticipación de las brechas futuras.
Se trata de un análisis necesario en la Región, sobre todo por la interpretación local que se da a las estadísticas y porque, además, el organismo posiciona dentro de sus objetivos la intención de mejorar la empleabilidad de los trabajadores y productividad, por medio de información que apoye la pertinencia de la formación que se está entregando, y el vínculo entre vacantes de empleo y buscadores de empleo.
Previo a la entrega del informe Termómetro Laboral, se dio a conocer que las Oficinas Municipales de Información Laboral, OMIL, de la Región del Biobío habían superado las 11 mil vinculaciones, una cantidad que es solo comparable con la Región Metropolitana y que, sin duda, es parte de las acciones coordinadas que se pueden realizar con organismos de Gobierno, como el Sence, en pos de la disminución del desempleo generado por los dos últimos años de pandemia.
Las OMIL son parte de los principales usuarios de la información provista por el Observatorio Laboral, además de instituciones de Gobierno, instituciones dedicadas a la educación y formación, así como también a los propios estudiantes, trabajadores y empresarios de la zona.
Esta vez el reporte, correspondiente a enero de 2022, informó que la ocupación de la Región del Biobío alcanzó el 48% durante el período de análisis, correspondiente a 2021, lo que significa en la práctica que hay 48.653 personas que han logrado tener un cupo laboral respecto de la cifra que había en el mismo trimestre del año 2020.
Al hacer un acercamiento en los sectores económicos, se observa que la mayoría ha logrado repuntar en comparación a lo vivido en 2020, a excepción de servicios sociales y personales, administración pública, actividades financieras, profesionales, científicas y técnicas, y electricidad, gas, agua y gestión de desechos, que experimentaron mermas. Dentro de los rubros con las elevaciones más significativas están actividades de servicios administrativos e inmobiliarias, minería, hoteles y restaurantes e información y comunicaciones.
Sin duda, el comportamiento registrado por construcción y comercio a nivel regional es lo más destacable, ya que ambos sectores que reúnen a parte importante de los ocupados y que en un año lograron alzas de 20% y 18% respectivamente, indudablemente resultado de las mejores condiciones sanitarias y la posibilidad de retomar la actividad. No obstante, todavía hay un déficit que se profundiza al comparar el periodo de 2021 con septiembre-noviembre 2019, donde solo se presentan variaciones positivas las áreas de información y comunicaciones (14%), construcción (9%) e industria manufacturera (4%).
Aunque los indicadores son alentadores, desde el propio Observatorio Laboral definen un punto considerado clave para apalancar la ocupación y retomar o acercarse a los niveles de la prepandemia, que superan en cinco puntos los actuales registros. Estos tienen relación con la necesaria generación de políticas y estrategias que apunten a fortalecer el trabajo de las mujeres, ya que en el trimestre mencionado la tasa de ocupación femenina llegó 38,1%, es decir, casi 21 puntos porcentuales menos que la de los hombres.
Según los especialistas, es prioritario resolver algunos problemas de orden estructural, de tal manera de permitir que las mujeres puedan participar de la fuerza de trabajo y buscar empleo. Dentro de ellas especificó que el asumir ciertas labores que fueron gatilladas por las necesidades de la vida cotidiana durante la pandemia y que se dejan sentir especialmente en el empleo femenino, incluso frenando la proyección de la reactivación económica en general.
Al comparar las estadísticas del trimestre septiembre-noviembre de los tres últimos años, la evidencia es notoria. Si en 2019 la ocupación masculina alcanzaba el 62,2%, al año siguiente bajó a un 55,2%, y el año pasado inició una incipiente recuperación al llegar a un 59%.
En el otro lado de la moneda, la ocupación femenina siempre se ha mantenido en rangos menores a la de los hombres, pero sus índices no demuestran una recuperación tan activa como la de ellos. Así es que en 2019 el indicador llegaba a un 43,6%, cayendo ocho puntos en 2020 hasta llegar a un 35,3% y recuperando el año pasado poco menos de tres puntos, con un 38,1%.
Es necesario considerar que la reactivación laboral y económica requiere más de un componente en la fuerza de trabajo para alcanzar o mejorar a los niveles prepandemia y que el retroceso femenino en este ámbito se puede revertir, siempre y cuando exista la voluntad y el compromiso no solo de los entes estatales, sino también del mundo empresarial para priorizarlos.
Aunque los indicadores son alentadores, desde el propio Observatorio Laboral definen un punto considerado clave para apalancar la ocupación y retomar o acercarse a los niveles de la prepandemia, que superan en cinco puntos los actuales registros.