"Recuerdo mis años en Concepción como de dulce y agraz"
En el marco de la primera Feria Internacional del Libro Biobío 2022, el reconocido poeta mapuche recuerda sus años penquistas, sus inicios en la escritura y diversos aspectos de su vida.
Si hay un concepto que ha sido transversal en toda su obra, es la memoria. Y es que para el Premio Nacional de Literatura 2020, Elicura Chihuailaf (69), ese es el núcleo de su trabajo.
Convertido en el primer mapuche que logra la máxima distinción de las letras nacionales, el poeta ha buscado siempre dar voz a su pueblo y ser un puente con la sociedad chilena.
Nacido en la localidad de Quechurehue, en la comuna de Cunco y donde continúa viviendo, los inicios de su aventura en la escritura se pueden remontar al internado del Liceo de Hombres de Temuco, cuando tenía solo 15 años.
"Siempre recuerdo en el segundo piso, en la sala de estudios, mirando la calle, avenida Balmaceda llena de castaños. Me preguntaba qué estaría haciendo en ese instante en el campo y así me encontré escribiendo, en una hoja de papel, una conversación conmigo mismo", asegura el poeta.
Es precisamente esta "memoria" la que viene de sus primeros días en su comunidad, una donde vivía junto a sus hermanos y hermanas compartiendo una ruca, en medio de una familia numerosa donde su abuelo era el lonko.
En la cosmovisión mapuche, el ser humano es parte de la naturaleza, como los animales y los ríos, no es el centro. Sus historias de niñez en torno al fuego, los cantos, cuentos, adivinanzas y consejos, todo se expresa en la pluma de Chihuailaf.
"La vida gira en torno a la conversación, si uno observa la naturaleza, es una conversación. Se trata de hacer memoria y tener el cuidado de indagar en ella, sabiendo que lo que uno dice es -fundamentalmente- una conversación entre el espíritu y el corazón", señala el también oralitor, es decir, quien expresa en la escritura la oralidad de su cultura.
DE DULCE Y AGRAZ
Regresando a Concepción para la primera Feria Internacional del Libro Biobío, en el marco de la Escuela de Verano UdeC 2022, lo cierto es que el poeta tiene una relación bastante estrecha con la ciudad.
Y es que de 1972 a 1980, de forma interrumpida, el escritor residió en la ciudad para cursar estudios de pedagogía en Biología en la Universidad de Concepción, a la cual llegó motivado por su hermano, quien era profesor en la Universidad de Chile de Temuco.
De acuerdo al poeta, "recuerdo esos años como de dulce y agraz. Primero estudié dos años y luego vino el Golpe. Yo vivía en una de las cabinas (cerca de la Laguna de los Patos), así que vivía en 'pleno campo' podríamos decir, ahí en la ciudad".
"El ruido típico de la ciudad casi no se escuchaba. Allí había cisnes, pudués, muchos pájaros y hartas flores. Eso era muy hermoso. Fueron dos años de canto, de un mundo mejor, donde existía la posibilidad de dialogar y conversar con la chilenidad profunda, que siempre me ha interesado", rememora el autor de "Recado confidencial a los chilenos" (1999), una de sus más célebres obras.
Luego del golpe, las cosas cambiaron y el vate debió abandonar la casa de estudios penquista. Pasados unos años, Chihuailaf pudo retornar a la zona para estudiar obstetricia, carrera de la que es titulado y que -según confiesa- "estudié porque era corta y muy hermosa".
Otro lugar que también recuerda con cariño, es Quirihue, lugar donde realizó su internado. "Después no ejercí. La escritura había ganado su espacio en mi quehacer, mi espíritu y mi corazón", asegura.
Este segundo período, estuvo marcado por diversas residencias, momentos de congelar la carrera y también una época donde debía preocuparse de la familia que había formado. "(Estuve) yendo y viniendo. Había problemas económicos y de otros tipos", recuerda.
Según el oralitor, "insistí en estudiar una carrera, porque sabía que era importante hacerlo. No solo por retribuir el sacrificio de los padres, sino que también porque entrega una formación -aunque haya reparos- que no se encuentra en otro lado".
Es precisamente mientras estudia en la UdeC -en 1977- que publica "El invierno y su imagen", su primera obra.
-Es durante estos años (en 1977) que lanza "El invierno y su imagen", que es su primera publicación…
-Claro, fue una publicación muy sencilla, hecha en hoja de roneo y tipeada por uns amigos que también hacían propagando, en ese entonces, contra el régimen (de Pinochet). Por ahí encontraron poemas míos que había olvidado y a ellos les gustó. Cuando volví me preguntaron si eran míos y si tenía más, dije que sí y decidieron destinar unas cuantas resmas para sacar un cuadernillo.
-Gran parte del valor de su trabajo, junto a su propia producción literaria, viene de su vínculo con la educación…
-Provengo de una familia de profesores y profesoras, en todas las áreas. Siempre sentí cercanía con ese mundo y comprendí que era el mejor espacio para intentar tener esta posibilidad de diálogo entre los pueblos nativos y el Chile profundo. Como los jóvenes están siempre llenos de sueños y ternura, acepté toda invitación durante décadas. Ahora lo continúo de forma virtual.
-Actualmente, ¿en qué cree que están las letras en Chile?
-Veo que hay una gran diversidad, están siempre vigorosas. Creo que con el diálogo entre naciones y culturas, incluso con esta lección que nos dejó la pandemia, el mundo es una aldea, ya no es una metáfora. Todo eso contribuye a la escritura aquí y en todo el mundo. Se entiende como parte de lo más profundo del ser humano, en la dualidad que somos, positivo y negativo. A través de la escritura, danza, pintura, canto y música. Me declaro un músico frustrado. Todo es palabra poética, no es solo verso. Todo nutre a la escritura y poesía.
-No puedo dejar de preguntarle el porqué se considera un músico frustrado…
-Siempre me gustó la música, provengo de una familia de músicos. Me sigue gustando tocar instrumentos nuestros, como el lolkiñ, que es una trutruca pequeña que en vez de soplar se aspira, y la misma trutruca. Me habría gustado aprender guitarra clásica, pero mi padre nunca encontró un profesor que me enseñara. En el campo imposible. He tenido la posibilidad de compartir con muchos músicos chilenos.
-Regresa a la zona en medio de la Filb 2022, ¿cuál es la importancia que le da al evento?
-Es una posibilidad de conversación de quienes nos dedicamos a este aspecto del quehacer espiritual-humano. Las ferias dan la posibilidad de que las comunidades se encuentren con las obras y se puedan escuchar en la conversación, autores y autoras. Que la Universidad esté haciendo esta feria, me parece de una hermosura que responde a algo muy concreto, que es devolverle a la UdeC un papel preponderante que jugó en décadas pre dictadura.
-Para usted es volver a recuerdos donde recién comenzaba a escribir…
-Sí. No han dejado de invitarme a Concepción y cada vez que vuelvo, es como recuperar un espacio que me pertenece, porque pasé parte de mi vida ahí. Tuve amigas y amigos muy queridos, y cuando uno llega a cierta edad la nostalgia es una carácterística que se asoma con frecuencia. Una nostalgia que lleva a la esperanza de un mundo mejor, como pasa ahora -por ejemplo- en que los jóvenes han comenzado a ocupar un espacio que hasta hace muy poco no tenían. Algo muy bueno va a venir, en nuestro Concepción y todas las ciudades de Chile.