Impecable elección presidencial
La ciudadanía ha concurrido a las urnas y ha elegido en segunda vuelta como nuevo Presidente de la República, a Gabriel Boric, de la coalición Apruebo Dignidad, quien ha superado a José Antonio Kast, del Frente Social Cristiano. De acuerdo con el cronograma, el nuevo mandatario de Chile deberá asumir sus funciones el 11 de marzo de 2022.
La ciudadanía se ha expresado en forma clara respecto del camino que desea que siga el país. Ha sido una jornada electoral impecable y de rápidos resultados, lo que constituye un ejemplo de que la democracia, como toda obra humana, si bien no es perfecta, es el mejor de todos los sistemas de administración del Estado, si se considera que busca la participación de los ciudadanos en la construcción de una sociedad.
El logro de la democracia, tal como la tenemos hoy en día, ha tomado muchos años y debe estar en continuo perfeccionamiento. Pero uno de los aspectos aún pendientes es la baja participación electoral. Es cierto que el sistema político tiene asuntos que resolver, no obstante, los avances son más que relevantes en el tiempo y el presente es mejor que el pasado. Con frecuencia en los sondeos de opinión la ciudadanía expresa su descontento y así podría explicarse el desapego y desencanto que desde hace años se ha visto en la población por la política, una actividad que debería ser fundamental en la conformación del país.
De ahí que es esperable que durante el desempeño del nuevo gobierno que encabezará el Presidente electo Gabriel Boric se logrará reencantar a la gente y mejorar su estado de ánimo frente a la política. Cada vez es más difícil gobernar Chile, por la desconfianza existente; por desaciertos de las autoridades y de la clase política que se ha restado del diálogo; por quienes tienen tribuna para comunicarse con la ciudadanía, pero no la aprovechan para generar acuerdos sino para profundizar diferencias. Ha habido una peligrosa degradación de lo que debería entenderse como la función política. Y es muy probable que la gran pérdida de confianza que afecta al país también esté muy influida por la soberbia con que desde todos los sectores se han planteado sus exigencias antes de llegar a debatir. Es cierto, se habla más que antes, pero se escucha menos.
Hay que entender que la intolerancia siempre es peligrosa. Esta falta de diálogo, de conversación y sobre todo de capacidad para ponerse de acuerdo parece más evidente en el último tiempo. Pero concluido este proceso electoral, la clase política debería iniciar una nueva etapa, en la que se realicen esfuerzos por tratar de acercar posiciones y llevar adelante las iniciativas que necesita el país, porque la ciudadanía ha puesto su esperanza en que la opción ganadora logrará ser exitosa y se podrán impulsar los cambios que se prometieron.
No somos de los países más ricos del planeta, pero tampoco de los más pobres, sin embargo, hasta hace poco más de una generación, estábamos entre las naciones más deterioradas de América Latina, con indicadores que hoy serían inaceptables en pobreza, salud, empleo, conexión al mundo, educación, oportunidades, entre otros. Desde entonces, hemos avanzado y hay que valorar los logros. Entonces, junto con expresar las demandas para mejorar las actuales condiciones, sería justo también reconocer lo que por años hemos logrado construir, con participación de todos. Hay que valorar los factores que han hecho posible tales avances. No hay fórmulas mágicas al respecto; los triunfos no se logran por decretos, sino por tener una clase política e instituciones robustas con convicciones elementales y sintonía con la gente.
Un desafío muy relevante para el Presidente electo será conseguir acuerdos fundamentales que nos permitan sumar voluntades para avanzar hacia el gran objetivo de mejorar la vida de nuestros compatriotas. Es lo que todos esperamos.
Un desafío muy relevante para el Presidente electo será conseguir acuerdos fundamentales que nos permitan sumar voluntades para avanzar hacia el gran objetivo de mejorar la vida de nuestros compatriotas. Es lo que todos esperan.