Desinformación y campaña política
Los resultados de la primera vuelta de la elección presidencial -que fue parte de los comicios realizados el 21 de noviembre pasado- marcaron un nuevo paso hacia un hito político que esta vez se concretará con el denominado "balotaje", fijado para el domingo 19 de diciembre. En esa oportunidad, la ciudadanía tendrá que elegir entre los candidatos Gabriel Boric (Pacto Apruebo Dignidad) y José Antonio Kast (Pacto Social Cristiano), al nuevo Presidente de Chile, que asumirá sus funciones en reemplazo de Sebastián Piñera el 11 de marzo del próximo año.
Se trata de un momento muy particular del país, ya que se enfrentan opciones que hasta ahora habían estado fuera de los bloques que tradicionalmente disputaron el sillón de la primera autoridad nacional, desde el regreso a la democracia. A ese factor, se suma el hecho que cada uno de los candidatos representa a posturas menos enfocadas en el centro político y más hacia los extremos de la clasificación habitual entre derecha e izquierda, por lo que es inevitable que en el debate público se aumente el grado de polarización entre quienes alientan una y otra candidatura.
En ese escenario, sin embargo, se observa una anomalía ya conocida en detalle en otros países y que en esta oportunidad parece bastante "instalada" en Chile. Se trata de la proliferación de falsedades que son ocupadas para intentar especialmente dañar a los adversarios políticos, manipulando informaciones, con tergiversaciones, descontextualizaciones o derechamente mentiras que se suelen difundir profusamente entre los adherentes de cada una de las posturas y pueden llevar a inclinar la balanza para aquellos que aún se encuentran indecisos.
Es evidente que transmitir falsedades en medio de las discusiones políticas no es un fenómeno nuevo. Sin embargo, lo verdaderamente distinto en la actualidad es que ese proceso se ve fuertemente influenciado por las plataformas tecnológicas a través de las cuales la ciudadanía recibe información con mayor frecuencia y tiempo de exposición. Redes como Facebook, Twitter e Instagram o la propia plataforma de intercambio de mensajes WhatsApp, son el escenario propicio para que la desinformación haya proliferado prácticamente sin filtros, pese a que se deben reconocer recientes esfuerzos para cambiar un poco este escenario.
Un reciente artículo sostiene que una plataforma digital que desea maximizar su contenido -en forma de suma de clicks- propagará artículos radicales entre sus usuarios más extremistas. La razón es que cuando la plataforma recomienda contenido al grupo con más probabilidades de estar de acuerdo con ese material, es más probable que éste se reciba de manera positiva y menos probable que se verifique y se descarte -cuando contiene información errónea- lo que aumenta la participación.
De esta forma, se propician las "burbujas de filtro", que evitan que el contenido se extienda más allá de su grupo, creando "cámaras de eco" en las que circula con facilidad información errónea que no suele ser chequeada.
Una pregunta que todavía no tiene una respuesta categórica es la verdadera influencia que el fenómeno de la desinformación puede tener en los resultados electorales.
En un reciente artículo publicado en español por la cadena alemana Deutsche Welle (DW), Luis Ángel Hurtado Razo, profesor investigador de la Universidad Nacional Autónoma de México, especialista en el fenómeno de las noticias falsas y autor del libro "Fake News: El enemigo silencioso", afirma: "Está comprobado, no solo en Latinoamérica, sino en cualquier parte del mundo, que el factor de la manipulación de la opinión pública mediante las fake news ha traído situaciones en las que se elige a un representante que no necesariamente ganó por la vía de la información veraz y certera".
En contraste, Enrique Núñez Mussa, experto en fake news y editor general de Factchecking.cl -iniciativa para verificar noticias vinculada a la Pontificia Universidad Católica de Chile-, planteó que "aún es necesario contar con evidencia científica más contundente" para analizar el impacto de las noticias falsas en las elecciones latinoamericanas, y que no se dispone de "la evidencia suficiente para afirmar que el triunfo o derrota de un determinado candidato se debe a estas campañas".
Frente a este complejo escenario, en el V Congreso de Editores de Medios Unión Europea- América Latina Caribe 2021, realizado en Madrid en noviembre recién pasado, editores de medios reivindicaron el compromiso social del periodismo y la necesidad de fomentar la formación profesional de verificación de fuentes noticiosas frente al "riesgo continuo de la desinformación".
Algo absolutamente necesario, considerando que los sucesivos ciclos electorales han hecho que este tipo de fenómenos se intensifiquen, por lo que un mayor nivel de conocimiento y reflexión sobre el impacto que esto tiene en la calidad del debate público es algo necesario para la Región y el país.
En el actual escenario se observa una anomalía ya conocida en detalle en otros países y que en esta ocasión parece bastante "instalada" en Chile. Se trata de la proliferación de falsedades que son ocupadas para intentar dañar a los adversarios políticos, manipulando informaciones, con tergiversaciones, descontextualizaciones o mentiras que se suelen difundir profusamente entre los adherentes de cada una de las posturas.