Basta con moverse por las calles del Gran Concepción algún día hábil en horas de entrada o salida laboral, para constatar la alta congestión vehicular existente en varios puntos de nuestra ciudad, problema que ha ido creciendo de manera paulatina en estos últimos años.
Diversas voces han gastado mucha tinta, papel y horas de radio y televisión para "solucionar el problema de los tacos", instando en ocasiones a la ampliación de vías y construcción de más caminos. Aún más, ciertas voces han sugerido que la existencia de pistas exclusivas de buses sería "determinante" para la congestión vehicular, lo cual se amplifica con personas que a diario "se saltan la fila" y utilizan estas vías.
Ante esta confusión, es imperativo comprender que la congestión vehicular es un síntoma de dónde vivimos y realizamos nuestras actividades en la ciudad, y de cómo nos trasladamos en ella. Una ciudad en movimiento es una ciudad activa, que tiene intercambios sociales y económicos, razón para lo cual vivimos juntos.
Sin embargo, cuando los tiempos de viajes se tornan muy altos, sufrimos costos importantes como sociedad. La experiencia en Chile y el mundo indica que más infraestructura vial no mejorará por sí sola los problemas de congestión, e incluso, puede empeorarla si este fenómeno no se mira de una manera más integral.
Lo anterior implica generar medidas para racionalizar el uso del automóvil, incentivar de manera decidida el uso de la bicicleta y las posibilidades de caminar de manera segura y agradable; y promover activamente a que la localización de las actividades cerca de las viviendas.
Dentro de lo anterior, la promoción del transporte público constituye una herramienta fundamental por varias razones. En primer lugar, permite tiempos de viaje adecuados, competitivos al automóvil, disminuyendo el tiempo de transporte en el día de la mayoría de las personas, haciendo atractivo el transporte público para muchos viajes. Separar buses a través de vías exclusivas también permite que exista una mejor regularidad en la frecuencia, generando tiempos de espera menos variables y una mejor experiencia del viaje.
Desde el punto de vista económico, una vía exclusiva de transporte público es muy eficiente, pues permite mover a varias veces más pasajeros que en automóviles en el mismo espacio. Finalmente, estas vías también son un símbolo de equidad, entrando espacio urbano a la mayoría de la población que no puede utilizar el automóvil en su cotidianeidad. Por todo lo anterior, debemos promover con mucha fuerza no solo el respeto a las actuales vías exclusivas de buses, sino que su consolidación en una red de corredores, que ponga el transporte público en el lugar preponderante que debe tener en toda ciudad sustentable.