La casa primero, una nueva mirada para personas en situación de calle
En 2019 se inició en la región una iniciativa piloto que reemplaza el modelo actual por uno que promueve la autonomía de los beneficiarios. Dos de ellos cuentan el gran cambio que ha significado asumir responsabilidades.
Por Alma Canales Silva / alma.canales@diarioelsur.cl
Entre las siete y las ocho de la mañana, Cecilia Beltrán llega desde San Pedro de la Paz con su mercadería a Caupolicán, casi llegando a Freire, en Concepción. Se instala en el espacio que queda entre la entrada y salida de vehículos de un estacionamiento. En una mesa blanca coloca sus productos, que van variando según la demanda. Ahora son las mascarillas. También tiene algunos pares de calcetines. Está todo el día, hasta las 19 o 20 horas. Ahí guarda todo en unas cajas, toma la locomoción y vuelve a su casa, donde tiene comida, ropa limpia y una cama en la cual descansar todos los días. También tiene luz, agua y televisión por cable.
Todo esto es nuevo para ella, pues hasta hace unos años atrás -y durante unas tres décadas- vivió en la calle.
"La situación de calle tiene de dulce y agraz. Lo dulce es que no tienes nada de qué preocuparte. Si andas cochino, nadie te dice nada. No hay que pagar cuentas ni preocuparse de nada. Cuando era la hora de acostarme me ponía a cuidar autos, me hacía la plata para el pack de cervezas, la cajetilla de cigarros, porque soy muy fumadora. Pero pasar frío, la lluvia, es terrible", describe.
Hace unos cuatro años tocó fondo. Ahí decidió que la calle ya no era la vida que quería. El primer ajuste que hizo fue ingresar a un programa de rehabilitación, pues tiene un problema de alcoholismo. Por eso, afirma, llegó a la calle. Luego transitó por varios dispositivos hasta que fue seleccionada para participar en un programa piloto del Ministerio de Desarrollo Social y que en la región es ejecutado por la Corporación Catim.
El programa consiste en viviendas con apoyo. Carolina Fuentes, coordinadora general de la iniciativa, cuenta que esto representa un cambio de mirada de las políticas públicas pensadas para personas calle. Aquí lo primordial es otorgarle una residencia y promover la autonomía de la persona.
"Creo que el real impacto de este programa se verá después de unos 10 años, pero ya notamos cambios significativos. Me ha sorprendido cómo algunos se vuelven a vincular con la familia y recuperan la esperanza. Este es un buen programa, pero necesita que otras instituciones estén vinculadas", menciona Fuentes.
La propuesta
La implementación de la política piloto comenzó con 12 participantes. Además de Biobío, sólo se está aplicando en la Región Metropolitana.
La institución se adjudicó la ejecución del programa a fines de 2018 -por un total de 36 meses- y el 22 de abril del año siguiente ya tenían su primera casa arrendada. Ahora están con 24 personas, quienes viven en 14 residencias en Tomé, Coronel, Concepción, Hualpén y San Pedro de la Paz.
Según el catastro de Desarrollo Social, en Biobío hay 1.350 personas en situación de calle.
Carolina Fuentes detalla que el nexo con los beneficiarios se hizo a través de la Red Calle, que les compartió los antecedentes de quienes cumplían con el perfil: mayores de 50 años, que fueran autónomos y autovalentes y que además llevaran tiempo comprobable en situación de calle.
Catim se hizo cargo de buscar las viviendas, arrendarlas y habilitarlas, pues se entregan con muebles y electrodomésticos. La institución se hace cargo de pagar el arriendo y los gastos comunes. Quienes llegan al lugar deben comprometerse a aportar el 30% de sus ingresos, dinero que se utiliza para pagar los servicios básicos. Algunos trabajan y otros reciben pensión.
El apoyo se entrega a través de una dupla profesional integrada por una sicóloga y un terapeuta ocupacional.
Iván Muñoz es quien se hace cargo del apoyo domiciliario. Le toca resolver problemas como buscar un proveedor de gas para reponer el balón que se acabó, ver cómo reparar una lavadora que se echa a perder o, incluso, llevar al hospital a la persona si requiere atención médica. También le toca mediar con los vecinos si llega a presentarse algún problema.
Dice que lo que más le ha llamado la atención es la autonomía que han adquirido quienes están en el programa: "Ellos se la pueden solos, pero hay que apoyarlos, porque tenemos usuarios que han pasado más de 30 años en la calle y la atención que recibían era más asistencial".
Quienes estaban en residencias contaban con monitores las 24 horas que atendían sus requerimientos y que hacían todo por ellos, así que no cocinaban, no lavaban su ropa ni menos tenían conciencia de pagar cuentas.
Este programa busca lo contrario, afirma: "Todos se han hecho responsables de sus espacios y aquí ha sido clave la transparencia, porque cuando llegan les dejamos claro que este es un espacio particular y hay que cuidarlo".
Según Iván Muñoz, todos pasan por un periodo de adaptación, pero la duración depende de cada persona. El promedio se demora entre tres y seis meses en ajustarse a esta nueva vida, pero hay quienes pueden estar un año en ese proceso, indica. Por eso, añade, es importante tener este contacto permanente para apoyarlos, para así asegurar que este cambio sea exitoso.
Carolina Fuentes agrega que como se trata de personas que han pasado gran parte de su vida en la calle, es difícil que modifiquen sus costumbres. "Hay algunos que aunque llevan años en residencia, todavía no se acostumbran a dormir en la cama y lo hacen en el sillón u otro lugar", dice.
Caracterización
No hay un perfil específico de las personas que viven en la calle. Sí se observa que la gran mayoría tiene problemas de consumo, ya sea drogas o alcohol. Algunos también tienen patologías de base, las que se agudizan cuando hay abuso de sustancias.
Para participar de las viviendas con apoyo no es necesario comprometerse con algún tratamiento de adicciones. No obstante, en Catim han observado que este programa ha incentivado este cambio.
Carolina Fuentes detalla que en el programa hay personas entre 51 y 73 años. De los 24, sólo tres son mujeres. Hay algunos que trabajan y otros que reciben algún tipo de pensión, pues cuentan con discapacidad.
También han tenido bajas. Hay cinco personas que fueron incapaces de ajustarse a este nuevo modelo y prefirieron irse. Otros cinco fallecieron y ese cupo se le entregó a quienes cumplieran el perfil para optar al beneficio.
Afirma que la reinserción laboral es compleja por la edad de los beneficiarios, pues la mayoría son adultos mayores. No obstante, se les apoya si es que quieren iniciar algún emprendimiento familiar.
Este es el caso de Eliseo Lagos, quien postuló al Fosis para realizar un emprendimiento gastronómico. Ya ha asistido a un par de clases y ha estado comprando insumos para partir para Fiestas Patrias, pues quiere ofrecer empanadas.
Reencuentro familiar
Eliseo Lagos tiene 52 años. A los 17 llegó a Concepción buscando trabajo, pues es oriundo de Renaico. Acá encontró pareja y tuvo dos hijos. Sin embargo, se separó de su familia hace unos 10 años. Ahí llegó a la calle.
"Los primeros días cuesta aclimatarse, pero con la anestesia de las drogas o el alcohol se hace más fácil, pero la calle es dura. Imagínese lo que es dormir una noche de invierno debajo de un puente. Ahí uno no tiene acceso a la comida, a lavarse, sólo a que lo miren mal", relata.
Cuenta que siempre ha trabajado, pero pocas veces ha tenido ocupaciones formales. Partió como mecánico de mantención en talleres artesanales, así que estaba sin contrato. Tampoco había documentos que acreditaran la labor realizada o el pago recibido.
Eso, afirma, fue un error, porque se quedó sin seguridad social. Además, así no puede acreditar su experiencia laboral. Ahora se ha dedicado más a la construcción, aunque fue despedido de su trabajo en septiembre del año pasado.
Cuenta que el llegar al programa le ha permitido ordenar su vida. "Después de grande me vine a reencontrar con mis hijos. Estando en la calle no tenía qué ofrecerles. Mis hijos igual me iban a ver a la calle, pero tener ese departamento ha sido un cambio del cielo a la tierra", asegura.
Gracias a esto, su hijo menor puede quedarse con él varios días a la semana. Esto les permite afinar el negocio de comidas en el que están trabajando.
Futuro
La coordinadora de Catim, Carolina Fuentes, espera que el programa se transforme en una política pública permanente. Por lo pronto, dice, ellos seguirán con la ejecución hasta el próximo año, aunque anuncia que participarán en la licitación para hacerse cargo de la iniciativa por otros tres años.
Fuentes cree que el éxito de esto se vincula a la participación de otras instituciones, como el Ministerio de Vivienda. Esto permitiría a las personas calle optar a su casa definitiva.
Ese, de hecho, es el sueño de Eliseo Lagos. Cuenta que mientras vivió en la calle intentó postular, pero no cumplía con los requisitos. Ahora quiere ahorrar para ver si lo consigue y así mantener las comodidades.
"Es un cambio tremendo vivir cobijado, dignamente, en un departamento lindo, con tele, lavadora, cocina para cocinar. Hay gente que ha vivido toda la vida en situación de calle, no saben lo que significa esto. Espero que el sueño no se acabe. Voy a tratar de prepararme para, si un día tengo que irme de aquí, no tener que volver a la calle", plantea.
Cecilia Beltrán tampoco quiere volver a la calle, aunque no quiere optar a vivienda propia: "Mi proyecto para cuando termine es arrendar. Veo que puedo hacer las lucas. Cuando uno entra a un proceso como este encuentra tanta dignidad que siente que todo puede hacerlo. La ayuda es tanta que uno piensa 'yo también valgo', te crees el cuento".
Esto le permitirá seguir regaloneándose con relojes y ropa y disfrutando de Sabingo, su programa favorito y al que puede acceder en la comodidad del que, por ahora, es su hogar.